¿Una crisis puede transformarse en una oportunidad? Esta es una pregunta muy recurrente y aplicable a todo ámbito, con una respuesta positiva ya estandarizada. No obstante, si esta duda la intentamos aplicar con relación a la crisis de las Isapres, con sus efectos colaterales incluidos, la interrogante va un poco más allá: ¿Cómo logramos esa transformación?
Tratar de retroceder en el tiempo, ya no tiene mucho sentido. Pero si nos concentramos en el presente, tenemos un seguro público que no es capaz de dar respuesta eficiente a sus propias debilidades y que no presenta un escenario auspicioso ante la progresiva migración de afiliados desde el seguro privado.
Hechos que nos hacen dudar, al menos, a la hora de atribuirle la exclusividad de los problemas de nuestro sistema de salud solo a los privados.
Del acceso a la salud
Si bien la salud pública de nuestro país es de altísima calidad y ha contado con excelentes indicadores sanitarios a lo largo de su historia, hoy presenta un problema específico en el acceso a la atención de las personas.
Las listas de espera llegaron a niveles históricos: 72.820 garantías GES retrasadas, 320.457 pacientes esperando una intervención quirúrgica y 2.326.980 en espera para acceder a un especialista.
Este desglose también deja de manifiesto una grave brecha en acceso y equidad: 6 de cada 10 personas que esperan en la fila son mujeres, de acuerdo con un análisis del IPSUSS de la Universidad San Sebastián.
Si a esto le sumamos que solo se usa el 61% del tiempo los pabellones que se encuentran habilitados y que 90% de las suspensiones de cirugías en el sistema público son por motivos evitables, podemos constatar los serios problemas de gestión que tenemos.
Una reforma al Código Sanitario
Precisamente, una transformación que nos pueda llevar a mejorar el acceso y oportunidad para las personas se presenta al reformar nuestro muy poco actual Código Sanitario.
Cobra urgencia activar (nuevamente) la discusión legislativa que permita destrabar este proyecto de Ley, que contó con avances importantes en el Gobierno anterior pero que hoy se encuentra detenido, luego que el presidente de la República, Gabriel Boric, en julio 2022 indicara a la Cámara de Diputadas y Diputados el retiro de las indicaciones formuladas.
De haber avanzado en su actualización, hoy podríamos tener incorporadas diferentes profesiones que actualmente no son parte de esta normativa legal.
Por lo tanto, se ha bloqueado la colaboración de otras profesiones de la salud como una estrategia sanitaria que permitiría hacer frente a parte de las necesidades, carencias y desafíos antes mencionados.
Las lecciones tras la crisis causada por la pandemia
Antes de esto, en plena pandemia -quizá en el mayor desafío de salud que haya enfrentado Chile- el arrasador impacto del Covid-19 que veíamos que se acercaba a territorio nacional, nos obligó a actuar como si el Código Sanitario ya se hubiese actualizado.
La gran cantidad de casos diarios de Coronavirus, en el momento más complejo de la emergencia sanitaria, la necesidad de incorporar más profesionales a la atención diaria del paciente en los centros de salud, la mayor demanda de testeo y un exigente plan nacional de vacunación, nos planteó un gran desafío a nivel de recurso humano.
Por esta razón más de 100 mil funcionarios de salud fueron rápidamente capacitados y actualizados. La respuesta ante este virus debía ser rápida, oportuna y de calidad. Y así fue.
Tecnólogos médicos trabajando en la toma de exámenes; kinesiólogos adaptándose a las terapias ventilatorias y de reanimación; químicos farmacéuticos y técnicos en farmacia, trabajando codo a codo con enfermeros y matronas. Biólogos enfocados, gracias a su preparación, en la secuenciación genómica; bioquímicos con su rol en el diagnóstico microbiológico de la infección por SARS-CoV-2, por mencionar solo algunos ejemplos.
La crisis provocada por el Coronavirus nos obligó a transformar el sistema de manera momentánea, y alcanzar en ese momento un peak de 4.544 camas UCI a nivel nacional. Cada una de ellas conformada por un equipo reforzado, multidisciplinario y comprometido, que puso al paciente delante de cualquier posición profesional o gremial.
Sabemos que el Código Sanitario, actualizado a los tiempos actuales y con una correcta definición de las funciones de las profesiones integrantes, entre otros aspectos importantes, puede tener un impacto en la reducción de las listas de espera y con ello saldar parte de una de las grandes deudas que tenemos con nuestros pacientes y sus familias.
Debemos recuperar lo avanzado en el Congreso
Debemos integrar a los colegios profesionales y a las universidades. Y así, de manera conjunta y consensuada, evolucionar de una vez por todas a esta normativa que nos permita llegar a capitalizar un sistema que entregue acceso oportuno y equitativo, mejores soluciones a las demandas de los problemas de salud actuales y ajustar nuestras bases para enfrentar las exigencias del futuro.
Nuestro sistema sanitario debe ser dinámico, innovador y adaptable, incorporando capacidades sociales y flexibilizando los márgenes de acción de los diferentes actores del equipo profesional. Solo así podremos abrir caminos y trazar nuevas rutas que nos lleven a una mejor salud para todos.