Las mayores alzas se registraron en el robo con violencia o intimidación, robo desde vehículo, robo de vehículo, robo con fuerza en la vivienda, entre otros. Es decir, todas acciones violentas que dejan secuelas físicas y mentales en las víctimas, y que rompen el clima de paz y tranquilidad que tenemos derecho a gozar en nuestra vida diaria.
La misma encuesta señala que el índice de temor subió a 90,6%. Es decir, casi todos los habitantes de nuestro país tienen una sensación de inseguridad y creen que la delincuencia aumentó en forma alarmante en los últimos diez años.
Y si revisamos el segundo trimestre de 2023, entre los delitos que más han subido aparecen el robo por sorpresa, un 26,0%; los homicidios, en 15,5% y hurtos, 11,2%. Y estas son cifras del Centro de Estudios y Análisis del Delito de la Subsecretaría de Prevención del Delito.
Es decir, estos números nos indican que hay una continuidad entre lo que ocurrió en 2022 con este año. Y no son solo estadísticas, es el clamor ciudadano que recojo en cada barrio, en cada población, en cada región que visito.
Cuando converso con los vecinos aquí en Santiago, en el Maule o en la zona norte del país, me dicen que ya no se ven Carabineros. No hay radiopatrullas ni uniformados recorriendo las calles. Y mientras tanto, la droga se vende en cada rincón de muchos barrios. O las bandas de delincuentes se apoderan de determinados sectores sin que nadie haga nada. Hasta del barrio Yungay, donde vive el Presidente.
Seguridad en zonas extremas
El miércoles 29 de noviembre estuve en la región de Arica y Parinacota. Citando la misma encuesta ENUSC, junto con Tarapacá, son las regiones del norte donde están las tasas más altas de victimización (31,7% y 33,9%, respectivamente).
No solo estamos hablando de “victimización”, que es la persona que sufre algún delito. Sino que también de re-victimización, que son vecinos, familias u hogares que han sufrido más de un delito.
Los habitantes de estas zonas extremas, ya no dan más. Viven una sensación de abandono, de temor, de inseguridad, que no tiene parangón. Y esa percepción la pude recoger también en los diálogos que sostuve con las autoridades regionales, provinciales y comunales, que demandan más atención del nivel central. Y no solo ocurre en esas regiones, sino que en varias comunas de Santiago que piden una intervención especial.
Por eso que estoy impulsando, en forma urgente, que la Comisión de Seguridad Pública del Senado, de la cual soy miembro, salga a sesionar a terreno. Que se constituya en las regiones del norte, en las comunas de la Región Metropolitana más afectadas por la delincuencia y conozca de manera directa los graves problemas que vive la ciudadanía.
Debemos tener presente que el aumento de la delincuencia no es un problema político-partidista. Es un tema de Estado que nos obliga a desechar las ideologías y pensar en el bien común, que en este caso es la seguridad de los habitantes de este país. Ellos juzgan por igual a sus representantes, sean de derecha o de izquierda, frente a un flagelo que no les permite vivir en paz.
Debemos reconocer que los avances en seguridad ciudadana hasta ahora, han sido insuficientes. Es necesario asumir que este año el índice de temor de la ciudadanía se elevó a cifras nunca antes vistas, lo que hace urgente involucrar al Ministerio Público y al Poder Judicial con metas comunes para terminar con la impunidad.
Ya cruzamos un umbral muy peligroso. A raíz de la carabinera lesionada hace algunas semanas por una granada lanzada por un delincuente, la gente celebró a través de redes sociales que el autor del delito haya sido abatido. Creo que eso es una clara demostración que estamos frente a un clima muy complejo, de graves consecuencias.
Es hora de unirnos, de derribar barreras políticas, de olvidar nuestras diferencias e intereses particulares y sentarnos a la mesa a generar estrategias que protejan a los vecinos. Y hablo de representantes del Gobierno, de la oposición, de parlamentarios de distintas bancadas. De las policías, Gendarmería, del Poder Judicial, del Ministerio Público, de instituciones especializadas y la academia. Chile y su gente así lo demandan.