En marzo de 1781 el astrónomo inglés William Herschel descubrió un nuevo planeta, el planeta Urano. Fue un descubrimiento asombroso. Hasta entonces nadie había descubierto un planeta. Solo eran cinco los planetas visibles en el cielo: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Herschel se hizo famoso automáticamente; era un astrónomo aficionado, músico profesional, que irrumpía entre los grandes de la ciencia de Urania.
Su nuevo planeta, llamado Urano, tenía un comportamiento inesperado. Con un período de 84 años pronto se vio que tenía un rumbo errático en su órbita: se aceleraba en una parte de ella y luego se retrasaba. Su órbita, la manera de transitarla, no obedecía a las leyes de Kepler, a menos que se invocaran efectos de un planeta desconocido, más allá de él.
El gran astrónomo francés Urbain Leverrier calculó el lugar donde debía de estar el desconocido y así, el 23 de septiembre de 1846, el astrónomo alemán Galle descubrió Neptuno. El nuevo planeta estaba a menos de un grado de la predicción de Leverrier. Era el triunfo de la física newtoniana. Lo que parecía un fracaso se había convertido en uno de sus mayores éxitos.
Desde entonces se pensó descubrir el siguiente planeta, más allá de Neptuno, usando las mismas herramientas. Sin embargo, la órbita de Neptuno, de 165 años de período, no mostraba mayores anomalías. No se descubrían perturbaciones que indicasen la presencia de otro planeta.
El millonario Percival Lowell se obsesionó con descubrir el noveno planeta y para ello hizo construir un observatorio profesional, en Flagstaff, Arizona. También defendió la idea de los canales de Marte. Hasta su muerte, en 1916, intentó descubrir el planeta más allá de Neptuno sin suerte. Recién en 1930 un astrónomo de su observatorio, Clyde Tombaugh, descubrió el objeto que creían estar buscando. Lo llamaron Plutón, el dios de las tinieblas.
Su luz era más débil de lo esperado, pero, la ansiedad de los astrónomos lo atribuyó a su bajo albedo (muy baja reflectividad). Se pensó que tenía un tamaño similar a la Tierra, pero “negro”. Aun así, era raro pues Urano y Neptuno son cuatro veces más grande que nuestro planeta. Plutón era muy pequeño en relación a sus vecinos.
Con el tiempo diversos estudios fueron estimando el tamaño de Plutón a la baja: la mitad de la Tierra … la cuarta parte. Con ello Plutón resultaba ser sólo 1/16 de Urano y Neptuno, y ni hablar de su relación con Júpiter y Saturno que son 11 y 9,5 veces mayores que la Tierra. Con ello, cuando se decía que el sistema solar tenía cinco planetas jovianos, Plutón era “la oveja negra” del grupo.
La situación de Plutón se hizo crítica cuando, en el 2003, Michael Brown, Chad Trujillo y David Rabinowitz descubrieron un objeto que llamaron Eris, muy similar a Plutón, en la zona más allá de Neptuno, cuyo descubrimiento se anunció en el 2005, simultáneamente con el de otros dos objetos similares: Haumea y Makemake.
Los descubridores presionaban a la Unión Astronómica Internacional, la UAI, para que reconociera que habían descubierto un nuevo planeta, muy similar a Plutón. Finalmente, el asunto se zanjó en el 2006 en la Asamblea General de la UAI en Praga. Se propuso que “en lugar de tres más” tuviésemos uno menos, y se presentó la idea de quitarle la categoría de planeta a Plutón e igualarlo con lo tres nuevos como “planetas enanos”.
Se estima que puede haber docenas de objetos tipo Plutón en el llamado cinturón de Kuiper, más allá de Neptuno. Con ello el sistema solar queda conformado con ocho planetas: cuatro rocosos y pequeños, Mercurio, Venus, La Tierra y Marte; junto a cuatro gigantes, gaseosos y de hielo: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Se define a un planeta como un cuerpo que gira en torno del Sol (o de cualquier estrella) y que ha limpiado su órbita de pequeños objetos, que tiene una forma “casi esférica” y su órbita es “casi” circular. Con esa definición solo califican ocho planetas en el sistema solar.
Hay varios planetas enanos encabezados por Plutón, Eris, Haumea, Makemake, Quaoar y Sedna. Hay un millón de asteroides, principalmente entre las órbitas de Marte y Júpiter, el mayor de ellos es Ceres, por su tamaño de casi 1.000 kilómetros de diámetro y su forma casi circular, pasó a la categoría de planeta enano (no es planeta porque no ha limpiado su órbita).
Plutón con un diámetro 2.370 kilómetros, una órbita muy elíptica sigue siendo el habitante más famoso de los mundos transneptunianos.