La agresión israelí a Gaza va más allá de los límites del derecho a la legítima defensa. A través de su agresión criminal contra Gaza, parece que Israel no sólo apunta a “eliminar a Hamás para salvar vidas”, como proclaman, sino que también apunta a eliminar inmoralmente a los palestinos para salvar el sueño sionista de El Gran Israel.
“Apoyo el traslado forzoso. No veo nada inmoral en ello”, Ben Gurión, junio de 1938.
El primer Ministro del gobierno israelí, Ben Gurión, apoyó el traslado forzoso de palestinos y no vio nada inmoral en ello. Bueno, al parecer, estas afirmaciones justifican las agresiones que ha sufrido el pueblo palestino desde la creación de Israel hasta nuestros días, llegando a la actual agresión a Gaza. Este “traslado forzoso” de palestinos en 1947 se llevó a cabo a través del “Plan Dalet” también conocido como “Plan D”, “una estrategia para expulsar a los originarios Palestinos de su tierra natal.”
Este plan terminó con la destrucción de 400 ciudades y aldeas palestinas, más de 750.000 refugiados en diferentes partes de los países árabes vecinos, incluida Cisjordania y la Franja de Gaza, en los que el 70% de su población son refugiados de 1948. En consecuencia, se presenció la Nakba (catástrofe) palestina de 1948 y el establecimiento del Estado de Israel fue declarado.
El “Plan Dalet” está en marcha hoy en la Franja de Gaza. No podemos aislar el genocidio interminable en Gaza de los planes de Israel de extender sus políticas de limpieza étnica, eliminación y una intención oculta de expulsión. Los planes israelíes de desplazar por la fuerza a la población de la Franja de Gaza, siendo una limpieza étnica y una violación por parte de Israel a sus obligaciones legales como potencia ocupante de acuerdo con los cuatros Convenios de Ginebra.
Esta aspiración israelí no es nueva y sirve sin duda para liquidar la causa palestina. Después de veinticinco días, casi un millón de palestinos han sido desplazados, 8500 mártires, 3457 niños asesinados en sólo tres semanas, lo que “ha superado el número anual de niños asesinados en las zonas de conflicto del mundo desde 2019”, según Save the Children International.
El 50% de los edificios y unidades residenciales fueron destruidos. Las zonas residenciales de Gaza son completamente borradas del mapa y familias enteras son exterminadas y borradas del registro civil. Se estima que unas 50 mil mujeres embarazadas en Gaza corren el riesgo de perder atención prenatal y dar a luz sin electricidad ni suministros médicos. Un rápido análisis de género de la situación realizado por las Naciones Unidas, hace eco de estas preocupaciones. Es probable que la crisis provoque un aumento de la mortalidad y la morbilidad materna e infantil, lo que socavará los avances en materia de salud logrados anteriormente en Palestina.
El viernes 27 de octubre, Israel en su primer intento de entrar de forma terrestre, cortó Internet y las comunicaciones en la Franja de Gaza, con un bombardeo intensificado que impidió en gran medida a sus 2.3 millones de habitantes el contacto entre sí y con el mundo exterior.
Ese mismo viernes, y después de que cuatro sesiones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no lograran tomar una decisión para el alto al fuego, los palestinos tuvieron que recurrir a la Asamblea General a través de un proyecto de resolución presentado por Jordania bajo el título “Unión por la Paz”, donde la resolución tuvo éxito con 120 votos.
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos por detener el fuego, Israel tuvo su agresión más dura ese mismo día por la noche. El 31 de octubre, las fuerzas de ocupación de Israel bombardearon el campo de refugiados de Jabalia en una de las mayores masacres hasta el momento, causando la muerte de al menos 500 personas, en su mayoría niños y mujeres.
El mapa del nuevo Oriente Medio que Netanyahu mostró el 22 de septiembre de 2023, en el 78º periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y, en el que presenta el nuevo corredor económico, no incluye Cisjordania ni Gaza; ambos están eliminados. En consecuencia, el “Plan Dalet” se utiliza para aplicar el nuevo mapa de Netanyahu y su plan; destrucción total de la Franja de Gaza y enormes desplazamientos. Si también vemos la luz sobre los procedimientos militares de la ocupación israelí en Cisjordania, se puede inferir que Gaza no es el único objetivo.
A pesar de su firme condena por el ataque de Hamás el 7 de octubre, el comentario del Secretario General de la ONU, António Guterres, ante el Consejo de Seguridad, señalando que los ataques de Hamás “no ocurrieron en el vacío” enfureció a Israel. Sin embargo, la declaración de Guterres no surgió de la nada. Decir la verdad era una necesidad: “El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupación asfixiante. Han visto sus tierras constantemente devoradas por los asentamientos y plagadas de violencia; su economía asfixiada; su gente fue desplazada y sus hogares demolidos”, explicó Guterres. Esta verdad es la raíz de este conflicto en curso.
En 1947, los palestinos eran casi 1.5 millones. Hoy son 6.5 millones los que viven en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, y otros 6 millones en la diáspora o en campos de refugiados. Su derecho a la justicia, la seguridad y la autodeterminación es una necesidad política y humana. “No hay justificación alguna para mantener un conflicto eterno. Necesitamos una voluntad política global para poner fin a este conflicto en general”, como confirmó Joseph Borrell, comisario de Política de Seguridad de la UE.
El hecho innegable de que el pueblo palestino existe y tiene los mismos derechos inalienables a la autodeterminación y la condición de Estado que todos los demás pueblos tienen, es el primer paso inequívoco para resolver este conflicto y poner fin a sus ramificaciones en ambas naciones.