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Plataforma continental magallánica y cómo avanzar a una sociedad estratégica entre Chile y Argentina

11 octubre 2023 | 12:00

Teniendo en cuenta que el caso de la plataforma continental debe resolverse en estricto rigor según el derecho internacional, ambos países deben esforzarse por sortear esta diferencia y avanzar hacia una definitiva sociedad estratégica.

Días atrás el canciller argentino Santiago Cafiero anunció ante la comisión de RR.EE del Senado de su país, que su gobierno había decidido resolver la diferencia en la plataforma continental magallánica mediante el mecanismo que franquea el Tratado de Paz y Amistad de 1984 (TPA), invocando para ello la comisión permanente de conciliación. Incluso, señaló en esa oportunidad que su país hace un año había designado a su representante y que ha insistido para que Chile haga lo propio, lo que ocurrió recién estos días.

Con este mensaje, el canciller Cafiero entiende que conforme al TPA el primer peldaño de solución (negociaciones directas) se ha superado y que ante ello Argentina ha resuelto optar por el segundo, consistente en la comisión señalada.

Llama la atención que la opinión pública chilena se entere por medios de prensa trasandinos de los avances procesales de esta causa, pues ante controversias que comprometen el territorio del país, el gobierno debería informar aquello al menos a sus actores políticos y muy especialmente a quienes representan a la Región de Magallanes y Antártica Chilena.

Así como en el caso del Beagle donde el tema central no eran las tres islas, sino su proyección oceánica, en este tema la diferencia en la plataforma continental se circunscribe no sólo a 9 kilómetros cuadrados de suelo marino, sino que compromete la proyección hacia la Antártica, territorio al que ambos países proyectan sus intereses.

Estamos, por lo mismo, ante una controversia de alcances mayores, matizada de una complejidad técnica y científica de gran volumen, en la cual Argentina lleva años trabajando.

La relación con Argentina ofrece incalculables oportunidades para la cooperación binacional, que supera con creces las diferencias que afloran naturalmente en una frontera tan extensa y accidentada.

Tal vez estamos a las puertas de un fin de ciclo que se gestó con la recuperación de la democracia en Chile y transitó estos casi 35 años al alero de lecturas, principios y valoraciones que hoy se ven enfrentados a demandas más urgentes de las respectivas poblaciones, las que dificultan miradas estratégicas de mediano y largo plazo.

Tal vez es el momento de detenerse, dejar de lado visiones pasadas y explorar nuevas formas societarias, pero para ello nuestra política exterior debe ser activa y recomponer canales que antes existían y funcionaban, como por ejemplo el Grupo de Reflexión Estratégica 2030 y la Comisión Científica Marina Austral, instancias de diálogo multisectorial y de trabajo científico de ambos países en el Mar Austral y Canal Beagle.

Actualizar los objetivos e intereses de ambos países en materia bilateral supone abandonar el estancamiento, explorar la marcha del mundo, sus problemas y demandas, y así armar una nueva hoja de ruta hacia el futuro, en paralelo a la solución de los temas que nos confrontan.