El año es 2018. Las papas aún tienen un precio decente, Chile está fuera del mundial de Rusia y con mis recientes ingresos monetarios, le mando un WhatsApp a mi hermana con el siguiente mensaje: “¿Y si nos vamos el año que viene a Machu Picchu”.
Y así comenzó la planificación.
Me ahorraré los detalles aburridos que incluyeron bastante estrés y horas, y horas, y horas de averiguar apretar links buscando datos de la mejor forma para llegar desde Concepción hasta Cusco.
Una primeriza en Perú
Nos saltamos a 2019. El covid no existe en nuestras mentes, los Backstreet Boys se presentaron en el Festival de Viña del Mar obligando a medio Chile a volver a los 2000 y con mi hermana tomamos un avión de Santiago a Arica a eso de las 05:00 horas.
Fue, también, mi primer viaje en avión en mi primera vez fuera del país.
El plan era el siguiente. Llegar al norte y cruzar Tacna en bus o colectivo, de ahí tomar un bus a Arequipa que nos llevaría a Cusco, pasar la noche y subir hasta Aguas Calientes para ir al día siguiente a Machu Picchu, y luego hacer el recorrido de vuelta. Todo en 7 días.
Aquí lo que aprendí de esa experiencia.
Primero y muy importante. Si vas desde el aeropuerto de Arica a Tacna, puedes tomar un taxi directo. Nosotros compartimos con una persona que también tenía que cruzar a Perú y con eso nos ahorramos minutos importantes considerando que teníamos una cantidad de días limitados y un largo viaje por delante.
Llegamos temprano en la mañana a Tacna y tuve mi primer gran choque con la cultura de otro país. Sus leyes de tránsito no son las mismas que las nuestras, o al menos, no tienen el mismo concepto de lo rigurosas que son. El paso de cebra es algo más decorativo que un “alto, cruzan peatones” y aprendí rápido que hay que tener cuidado al momento de poner un pie en la calle.
Luego el problema fue buscar dónde desayunar.
Para mi la primera comida del día consiste en un pancito (ojalá con palta, si la economía doméstica lo permite) y un cafecito, sobre todo cuando he dormido en total 3 horas. En Perú la cosa es distinta y un desayuno es, perfectamente, un consomé o un plato de arroz.
Luego cometimos el primer gran error del viaje. Tomar un bus de día para un trayecto que supera las 8 horas.
En total honestidad, fue una decisión idiota. A mi hermana y a mi nos advirtieron que lo mejor era viajar los grandes trayectos de noche, más aún si era verano. Pero bueno, equivocándose uno aprende.
Desde Tacna partimos con el primer gran trayecto y entendí por qué es importante dicha advertencia.
Las carreteras de Tacna a Arequipa son bastante serpenteantes y el límite de velocidad también es optativo a respetar. Fácil en el bus había 30 grados y por mucho tramo sólo vi desierto, desierto y más desierto. No es mi paisaje favorito, soy más fan del verde.
Llegamos a las 18:00 horas a destino, dimos un par de vuelta por la ciudad, buscamos donde comer, me sorprendí del el tamaño de los platos de comida y con mi hermana descubrimos que ahorraríamos bastante en ese ítem porque perfectamente podíamos comer las dos de uno, probé la Inca Kola (no me gustó) y fuimos a comprar nuestro pasaje para el segundo trayecto del viaje.
No hay mucho más que decir de Arequipa.
Cusco, Aguas Calientes y Machu Picchu
Esta vez sí recordamos los consejos y elegimos una línea de buses que salió mientras buscaba recomendaciones. Dato pequeño, en los terminales terrestres cobran una pequeña tarifa de embarque.
Cruz del Sur es el equivalente a viajar en Eme. Son asientos cómodos, con sus pantallas para ver una película en cada asiento (cosa que no hice porque a la hora de tomar el bus estaba despierta por pura fuerza de voluntad), tienen mantitas para taparse en la noche y además, te ofrecen una colación.
Tip de viaje: si en el trayecto les ofrecen una infusión de coca, tomen la infusión de coca.
Al bajar del bus sentí los primeros efectos de la puna, y mientras mi hermana caminaba con toda tranquilidad a las ocho de la mañana en Cusco, yo agonizaba lentamente varios metros atrás.
Por fortuna encontramos un lugar que recién abría y nos sentamos a desayunar. Ahí la infusión me revivió y después del sandwich, nos fuimos a recorrer la ciudad.
Otro tip de viaje: regateen lo que más puedan. No es difícil.
Antes de iniciar nuestras vacaciones, amigos me dijeron que no tomara los tour, porque uno podía hacer perfectamente el recorrido y ahorrarse unos pesos. Nuevamente hicimos oídos sordos y decidimos que compraríamos uno. Tras cotizar varios, encontramos uno que estaba dentro de nuestro presupuesto, e incluso, logramos bajarle un par de soles más cuando pusimos cara de duda.
Para subir a Machu Picchu una de las opciones es viajar desde Cusco hasta hidroeléctrica y luego seguir por una línea del tren hasta el pueblito de Aguas Calientes. El recorrido puedes hacerlo a pie o en tren, y cada una de estas opciones las ofrecen al momento de comprar el paquete. Los paquetes también incluyen el ticket de entrada a las ruinas con el horario específico de entrada. Ojo, no es llegar y entrar.
Nosotras, en un arrebato de aventuras, elegimos la opción de caminar. El sendero es soportable, pero por favor lleven zapatos de trekking. Es una caminata de dos horas, con mucha piedra, que si no vas preparado, pasa la cuenta.
Otro error de viaje fue no calcular un día más en Aguas Calientes que se llama así por una razón bastante obvia: tiene termas y no son caras.
Lamentablemente no tengo mucho más que decir del pueblo además de que es muy lindo. Cruza un brazo de río, bebimos una promoción de cuatro pisco sour por el valor de uno, y el paquete de tour que contratamos incluía cena en un restaurante bastante bonito.
Al día siguiente, subimos al gran Machu Picchu
Machu Picchu, la maravilla del mundo
Para llegar a ver las ruinas tienes dos opciones: pagas una van como persona fabulosa y llegas con regio peinado a la cima, usando falda y con el maquillaje intacto, o eres como yo y caminas las dos horas y media que perfectamente pudieron ser tres por escaleras con peldaños desiguales, una lluvia que te obliga a andar con una colorida bolsa para evitar quedar mojada de pies a cabeza, pero que al final es inútil, porque el sudor igual te empapará y requerirás un cambio de polera al menos.
En mi experiencia, subir caminando es algo que haría una sola vez en la vida. Ya lo viví, muy bonito y todo, pero no lo volvería a hacer.
Tengo recuerdos muy vividos de ir subiendo y pensar “si me paro a mitad de camino, ¿podré hacerle dedo a una de las van y que me lleven?”, también consideré abortar misión y recorrer el camino de vuelta porque mis piernas y pulmones no daban más.
No es sólo que el camino es extenso y nunca ves fin, es también que 2.430 metros sobre el mar pasan la cuenta. Vi gente que estaba a punto de desmayarse y vi gente que era super humana y subió corriendo como si nada. Vi gente que sólo se rindió. Yo quería llorar.
Y mi hermana… ella siempre fue la atlética de las dos. Por supuesto que no tuvo problema alguno.
Afortunadamente no deserté porque la vista es de lo más lindo que he visto en mi vida. Quería guardar cada segundo del lugar en mi mente y quizás algo no tan relevante para ustedes pero que fue mi importante para mi, las alturas de Machu Picchu tienen una cafetería. Ahí recuperé fuerzas con un chocolate caliente mientras esperaba nuestro turno para entrar.
La verdad es que aquí hay un punto a considerar. El paquete tour incluye una visita con guía que te va contando toda la historia del lugar, y sí, fue muy interesante. Pero después de terminar el recorrido completo aún nos quedaban unos minutos antes de bajar al pueblo, así que con mi hermana nos infiltramos en el grupo de otro guía, que nos hizo pensar que quizás realmente no era tan necesario pagar el tour completo, pero se agradece ahorrarse idear como hacer todo por tu cuenta.
Si me aceptan un consejo, les recomiendo ir en marzo/abril a Machu Picchu. La cantidad de turistas es menor a lo que sería a mitad de año y el clima no está tan lluvioso. Los días soleados ayudaron a llevar poca ropa para un viaje en el que tratamos de ahorrar lo más posible. Nosotras viajamos en marzo y logramos encontrarnos aún con algunas festividades propias del verano.
Eso sí, no sean como yo y viajen por una semana. Creo que lo mejor es considerar un periodo de 10 días para lograr recorrer con tranquilidad y no reventarse en el viaje. Se supone que son vacaciones y volví queriendo tomarme vacaciones de mis vacaciones.
Además, frente a Machu Picchu está la montaña Huaina Micchu, cuyo trayecto es más complejo de realizar pero igual de bonito (por lo que me contaron) y no pudimos tomarlo porque el tiempo no daba.
La gran ventaja de Perú es que para nosotros los chilenos es barato. Si quieres ir con buenos ahorros y vivir la vida que mereces, puedes hacerlo, pero si eres alguien que recién está teniendo ingresos y quieres darte la primera gran aventura de tu vida, es un excelente destino con muy buena gastronomía y bellos paisajes por un módico precio.
Respecto a la estadía, creo que puedo contar esa historia otro día.