En una nueva salida de libreto, desde el extranjero el Mandatario hizo un llamado a todos los partidos a firmar un acuerdo para condenar el golpe, precisamente en medio de la peor crisis de corrupción del Estado.
La entrega de la medalla al ex juez Baltasar Garzón, un acto que podría interpretarse como provocación pura, deja en evidencia su poco compromiso con el nombre, imagen y reputación de Chile, sino más bien, su alto interés por hacer un guiño a quienes realmente dirigen el país estos días, el Partido Comunista; incluso cuando se trata de homenajear a quien ha estado en contra de los intereses de Chile en organismos internacionales y que ha validado el octubrismo.
Por lo tanto, al parecer la impronta ultraizquierdista e ideologizada del Presidente, nuevamente lo lleva a caer en graves equivocaciones.
Lamentablemente, Gabriel Boric parece más obstinado en mirar Chile desde el pasado que
nos divide que desde el futuro que nos une. Siempre, desde una mirada que enfrenta a los chilenos. Ejemplos hay varios, como su discurso en apoyo a la fracasada constitución o su ahínco en culpar a la derecha de todos los males de la mala gobernabilidad, tras el rechazo a la reforma tributaria. Un comodín que utiliza cada vez que no tiene un plan para enfrentar la crisis de turno en su gobierno.
Ha tenido que lidiar con una agenda política que tuerce su programa y lo enfrenta
permanentemente con quién está detrás de su mandato, el líder comunista, Guillermo
Teillier y la presión para cumplirlo sin renuncia. Es evidente, que una nueva conmemoración cae como un salvavidas para el gobierno en medio del fraude al Estado más grosero que se haya visto en nuestra historia, todo para sacudirse las esquirlas del caso fundaciones ligadas a Revolución Democrática, en cuyo radar está el Ministerio Público y el Consejo de Defensa del Estado.
Esta conmemoración además está lejos de ser austera y reservada, la mesa de coordinación interministerial ya ha destinado más de mil millones de pesos entre contrataciones, asesorías, y licitaciones. Lo tenemos claro: el Presidente y esa izquierda románticamente ideologizada, buscan tapar sus errores, horrores, desprolijidades y fraudes dividiendo a los chilenos, engañándolos y contando la historia que solo a ellos les acomoda. Más que nunca, necesitamos un parlamento atento, vigilante.
El único camino seguirá siendo, velar por la objetividad y ecuanimidad en cada nuevo 11S y no aceptaremos que desde la superioridad moral de quienes defienden regímenes de
izquierda nos impongan un acuerdo con el PC. El quiebre institucional en Chile no partió el 11 de septiembre de 1973, sino que varios años antes.
Ante el llamado por el acuerdo del Presidente Boric, decimos que no; no pactamos con la izquierda comunista