La viuda del exteniente venezolano Ronald Ojeda, Josmarghy Castillo, relató lo vivido la madrugada del 21 de febrero, cuando individuos secuestraron a su marido. Él finalmente fue asesinado.
La mujer indicó que actualmente le “llegan mensajes de que si hablas te expones, podrías correr más peligro. Tienen razón, pero el peligro lo estoy corriendo hace mucho tiempo y aquí no hubo protección. Estas personas que nos atacaron estuvieron quizás cuánto tiempo investigando nuestra vida, nuestra rutina. Ya nos conocen, ¿qué más exposición puedo tener? Es real. Vine a Chile para tener protección, para que mi familia estuviera unida y no fue así”.
Según señaló a La Segunda, ese 21 de febrero, “a las 3 de la mañana… 3 y 10 de la mañana. Estábamos acostados los 3 (con su hijo) cuando sentimos los golpes en la puerta, que parecían mentiras. Mi esposo tenía pesadillas así, pero ahora era verdad”.
“Me levanté de la cama y cuando me levanté ya mi esposo estaba con él (el secuestrador que lo sujetó). Me demoré tanto en reaccionar, que cuando salgo de la habitación ya a mi esposo lo tenían agarrado. Estábamos en la misma cama, porque nosotros dormíamos los tres: yo me dormía siempre en el medio, pero me levanté al baño un tiempo antes y cuando volví, mi hijo estaba en el medio y me tocó acostarme en la otra esquina. Saltó él de la cama y yo me demoré más porque no creí que eso estaba pasando. Pensé ‘esto es una pesadilla’ y cuando me levanto, ya lo tenían agarrado”, expresó.
Castillo dijo también que vio que eran tres los secuestradores. “Yo gritaba ‘¡No! ¡no! ¡no!’ y le daba golpes a la pared fuera de la habitación y mi hijo sale y yo le digo ‘no’ y lo meto dentro de la habitación y mi hijo gritaba en la cama, daba golpes también, ‘¿qué pasa mamá’ y lloraba y yo ‘tranquilo, quédate ahí mi amor, quédate ahí"”.
“El más grande (de los secuestradores) me apunta a la cabeza, me hace así (simula un arma con la mano en la cabeza) y me dice ‘cállate’. Fue la única palabra de estas personas, porque yo estaba gritando muchísimo y los vecinos se despertaron, comenzaron a llamar a la recepción, pero abajo había una persona chilena, porque el de la recepción me juró que esa persona que le mostró una supuesta orden era chilena”, añadió.
Luego, siguió relatando que “cuando el tipo me dice ‘cállate’ mi esposo me dice ‘quédate tranquila’ y fueron las últimas palabras que me dijo, ‘quédate tranquila’. Me quedé callada y en esos minutos aprovecharon de salir mientras el tipo que me apuntaba no me dejaba salir de la habitación. Un vecino abre la puerta de su departamento, se asoma, pregunta qué estaba pasando y le gritan ‘¡PDI! ¡PDI!’ Y yo de adentro les grito ‘¡No son PDI! ¡No son PDI!’ Y le daba golpes a la pared. Me cambio de ropa para poder bajar y ya se lo habían llevado, no pude hacer nada.
Con su marido ya fuera del edificio, bajo a recepción y trató de comunicarse con PDI y Carabineros, pero “las líneas estaban colapsadas”.
“Se me ocurre llamar al 149 de emergencias familiares y ahí doy aviso de lo que pasó. Un tiempo más tarde llegaron carabineros. Yo estaba en la recepción con mi hijo, antes de bajar llamé a mi cuñada y le digo ‘secuestraron a Ronald, se lo llevaron’. Y yo sé quiénes fueron, pero no lo quieren decir”, explicó.
Consultada sobre quiénes son los que no lo quieren decir, dice que son las autoridades. “Quizás están esperando a tener las pruebas, más evidencia, pero qué más pueden tener, si mi esposo recibió las amenazas que dije”, aseguró.
Dichas amenazas se produjeron antes del secuestro y fueron a nivel internacional. “Dijeron que ‘los vamos a buscar hasta debajo de las piedras’. Nos cambiamos en diciembre (pasado) por estas situaciones”, añadió.
El día del hallazgo
Fue el 2 de marzo cuando, en la toma “de los haitianos” en Maipú, fue hallado enterrado el cuerpo de Ojeda, el que estaba dentro de una maleta cubierta por una losa de cemento.
Ese día, dijo Castillo, “me llamó una persona de la PDI, me dijo ‘Quiero que te quedes tranquila porque no es’ y yo ‘gracias por avisarme"”.
“Eso fue temprano y en la tarde van de la Fiscalía y me dicen ‘necesitamos ADN’, ‘qué raro’, ‘es que necesitamos descartar’. Se le tomó una muestra a mi cuñada, buscaron ADN de mi esposo y al poco tiempo llegan de nuevo a decirme que sí era él. Y no podía creerlo y no puedo creer que se hayan demorado tanto en esto y que simplemente hayan encontrado su cuerpo por una llamada anónima”, contó.
Agregó que “veo en la TV que metieron una excavadora gigante, ¡por Dios! Cómo puedo saber si se hizo el trabajo correctamente, no he visto fotos y videos y se demoraron en mostrármelo y siento y sé que yo tenía el derecho a ver su cuerpo antes de manipularlo”.
Finalmente, indicó que piensa dejar Chile y que lo ocurrido “no pudo ser un crimen corriente. ¿De dónde sacaron los uniformes de la PDI? ¿Cómo supieron dónde vivíamos si nos habíamos recién cambiado?”.