Durante los últimos años han aumentado los registros de tornados en nuestro país. Sin ir más lejos, en junio del año pasado la Dirección Meteorológica de Chile emitió un aviso de probabilidad de que ocurrieran eventos de este tipo en las regiones de Los Ríos y de Los Lagos.
Sin embargo, lo que más se recuerda es lo ocurrido a fines de mayo de 2019, cuando tornados azotaron a Los Ángeles y El Gran Concepción. Estos dejaron una persona fallecida, varios heridos y diversas complicaciones.
Pero los tornados no son cosa nueva en el país. A lo largo de la historia, hay varios registros de ellos en distintas zonas de Chile.
Miembros del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2, que cuenta con investigadores de las universidades de Chile, de Concepción y Austral, elaboraron un informe al respecto. Se trata de Roberto Rondanelli, investigador asociado, y José Barraza, encargado de divulgación científica.
Ellos afirman que “Chile siempre ha sido un país de tornados”, pese a las creencias de que es un fenómeno atmosférico ajeno al país.
En el citado artículo, Rondanelli y Barraza repasan varios tornados ocurridos en el país a lo largo de su historia.
Por ejemplo, el 27 de mayo de 1934 un tornado atravesó Concepción generando varios muertos y múltiples daños. En tanto, el 26 de abril de 1881 hubo uno en Valdivia y el 14 de mayo de 1633 otro destruyó el fuerte de Carelmapu.
Debido a esos registros, los investigadores buscaron si había en la literatura algún relato sobre si alguna vez hubo un tornado en Santiago. Y lo encontraron, gracias a la búsqueda del geólogo Cristián Bastías-Curivil.
Tornado en Santiago
Fue en la revista científica chilena Actes de La Societé Scientifique Du Chili, donde se halló registro de un tornado en Santiago. El artículo lo escribió Alphonse Nogues, profesor de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.
El texto está en francés, fue escrito en 1893 y se puede revisar gracias a que se encuentra guardado en los repositorios de Google Books.
Nogues escribe que el tornado ocurrió el 14 de mayo de 1893, hace 138 años, y tuvo inicio en el sector de Conchalí, generando daños en la propiedad del médico José Joaquín Aguirre, quien fuera político y rector de la Universidad de Chile.
“El torbellino tenía un movimiento de traslación norte-sur; su diámetro debió ser muy pequeño, de 25 a 35 metros aproximadamente; su velocidad debió ser muy considerable: derribó 28 pilares de mampostería (ladrillos y cemento)”, dice el texto.
Dichos pilares sostenían las vigas de madera de un parral, que terminó en el suelo.
“Aún continuando su movimiento de traslación norte-sur, (el tornado) pasó las viviendas, dio marcha atrás y rompió los árboles del primer patio, finalmente quitó y se llevó a una distancia aproximada de 100 metros la reja de madera que cierra la puerta de entrada a la casa”, continuó Nogues.
Agregó que “en el extremo sur hay hermosos sauces llorones, que por sus ramificaciones forman una especie de cuarto de sombra: estos hermosos árboles han sido decapitados por el torbellino, que ha roto sus ramas superiores”.
La casa se salvó
El académico también relató que una mujer que estaba en el patio quedó atrapada por el tornado y tuvo que afirmarse en unas puertas para evitar ser absorbida por los vientos.
“Los árboles no fueron arrancados de raíz, como ocurre a veces con los fenómenos ciclónicos, sino quebrados o cortados a pocos metros del nivel del suelo”, añadió.
Por fortuna para Aguirre, la vivienda familiar no se vio afectada, pese a estar a pocos metros de los pilares destruidos. Su construcción ligera lo habría hecho propensa a terminar en el suelo.
Una temporada de tornados
Rondanelli y Barraza concluyeron que en Chile una gran cantidad de tornados se produjeron entre el 14 de mayo y el 14 de junio de cada año, en zonas como Carelmapu, Lebu, Ancud, Concepción, Santiago, Puerto Saavedra, Valdivia, Villarrica, Puerto Varas, Los Ángeles y San Carlos.
Por ello, se estudia si dicha estacionalidad se trata de una temporada de tornados chilena y por qué se produce en esas fechas.
“Todavía nos queda mucho por aprender de estas tormentas, su formación y su comportamiento futuro ante el cambio climático, y una parte sustancial de la prevención consiste, simplemente, en recordar que suceden”, cerraron los autores.