El “mote con huesillos” tiene un sinnúmero de leyendas sobre su creación y su interacción en las calles chilenas como “la bebida que ayuda a refrescar el verano”.
Aunque con algo de vergüenza, uno de esos mitos conducen hasta antes de la Independencia, en plena época colonial, donde esta bebida servía como “analgésico y sal de frutas” para los que estaban al otro día de la fiesta tratando de soportar la resaca.
Otros relatos orales citan su creación a “la inteligencia de la mujer en la cocina” para que no se perdieran los duraznos de la estación, y que el secado, en esos tiempos sin muchas herramientas de refrigeración, podía ayudar a tener fruta hasta entrado el mes de marzo.
Sin embargo, solo en el siglo XX y con la irrupción de la imprenta y los periódicos, fue el cronista y periodista Oreste Plath quien rescató, de la noche de los tiempos, la expresión “más chileno que el mote con huesillos”.
Y esa expresión aún la mantuvo por décadas el quiosco de El Rey del Mote con Huesillos, en Rondizzoni con Mirador, región Metropolitana, que lucía leyendas y carteles con frases como: “Ud., como buen chileno, debe de beber el rico jugo de huesillos”. El caso es que este brebaje de duraznos secos en jugo azucarado, con granos de trigo cocido, es un clásico capitalino.
Tan asentado es este trago de fruta dulce en hielo, que en 1978, en plena dictadura militar, el comercio ambulante y familias empobrecidas provocaron un sinnúmero de problemas higiénicos en las calles, lo que llevó a las autoridades castrenses al mando, a permitir sólo 40 carros provistos de estanques de agua. Los demás eran “clandestinos”, aunque igual operaban.
Así, los autorizados crearon una fábrica en calle Lastra, donde cocían huesillos en cocinas industriales y formaron, según informó en ese entonces el diario La Tercera, un sindicato que informaría sobre la marcha del expendio.
La gran distinción para muchos de otras bebidas sudamericanas es que en Chile el trago de trigo cocido se come con “los huesillos”, que son duraznos deshidratados con carozo. En algunas instancias se puede sustituir por la ciruela deshidratada, pero no es de gusto masivo como el huesillo, mientras que el mote es semilla de trigo.
En la calle Lastra, especialmente en el comienzo del verano se ven largas filas de vendedores de la estación, y también de quienes lo han incorporado en sus cartas en distintas fuentes de soda y restaurantes.
Teobaldo Aguilera, un pequeño emprendedor de la comuna de Til-Til, llegó a adquirir todos los ingredientes en la conocida hoy fábrica de la empresa “Copihue”.
En ese sentido, Aguilera relató que con el intenso calor en Til-Til, el “mote con huesillo” es una bebida perfecta para las tardes de verano y “que a los niños el sabor dulce del mote y el durazno bien cocido le van agarrando el gusto desde chiquititos”.
Afirmación que expuso riéndose y reconociendo que él también cuando niño iba con su padre a comprar a esta calle.