El jefe de Arquitectura de la Universidad de Chile se refirió a la polémica generada por la protesta de un grupo de estudiante por alta carga académica al interior de la carrera y las repercusiones que esto puede tener en salud mental.
“Estoy chata de llorar antes y después de una evaluación”, “he pensado seriamente en suicidarme” o “tarde libre = trabajo en grupo”, fueron algunas de las frases con que la semana pasada estudiantes realizaron una protesta pacífica en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU).
Ante la difusión de las imágenes, hubo quienes hicieron eco de la preocupación que existe por el estrés y agobio que puede generarse en estudiantes, como también quienes no empatizaron con sus mensajes y criticaron a los manifestantes.
Juan Pablo Urrutia, jefe de carrera de Arquitectura, dijo que “es efectivo que los estudiantes sufren una sobre carga académica, como la sufrimos muchos, pero en otros tiempos, donde incluso la práctica de la humillación era aceptada”.
“No hay que confundir esfuerzo con sacrificio. Estudiar en la Universidad implica perseverancia, dedicación, vocación y mucho trabajo. Pero no un sacrificio. ¿Sacrificar qué? ¿salud mental? No. Definitivamente no, también formamos personas íntegras capaces de cuidarse a sí mismas”, postuló.
Respecto a lo ocurrido al interior de la carrera, detalló que “el 2016 hicimos un cambio de malla que redujo las horas directas de docencia en toda la licenciatura en un 10%, por tanto el problema es más bien de cómo se ejerce la docencia a que del diseño curricular, el que claro, es muy mejorable”.
En esa línea explicó las particularidades de Arquitectura que ha creado la idea que se trarta de una carrera con ramos muy sacrificados.
Así, habló de “una suerte de ‘tallerización’ de algunos cursos teóricos, pidiendo extensos trabajos e incluso desarrollo de proyectos en paralelo a las clases lectivas, ello sin duda que aporta al aprendizaje, pero a un costo muy alto: no hay tiempo suficiente”
El jefe de carrera también comentó que “la metodología usual está en solicitar encargos difusos para luego dar veredictos sobre ellos de manera tal que los estudiantes vayan descubriendo por sí solos el camino. Sin muchas pistas, sin mucha orientación, pero sí con mucha exigencia”.
“Además en este espacio formativo se hace muy complejo calcular las horas de trabajo que le demandaría a cada estudiante realizar tales tareas, sobre todo porque se trata de una carrera con una fuerte componente creativa que varía según cada persona”, amplió.
Por esto, indicó, dentro de la Facultad estarían en un proceso de revisión de la malla “considerando el nuevo perfil de estudiante, que requiere más apoyo y atención, en la regulación de las horas de trabajo de cada curso y en las prácticas de taller para optimizar mejor los tiempos”.
Urrutia enfatizó en que “es impresentable referirse a los estudiantes como flojos por cuidar su salud mental o por manifestarse en contra de un sistema laboral alienado que no desean replicar”, advirtiendo de todos modos que “eso no empaña el hecho que también es su responsabilidad asumir los deberes académicos (que sin duda lo hacen) y también aquellos sociales. Muchos deben trabajar, algunos son madres o padres, o no tienen quien los reciba en sus casas al final de la jornada”.
La salud mental es un tema que se ha tomado la agenda en el último tiempo debido al aumento de suicidios ocurridos al interior del Metro, donde entre 2017 y marzo de 2019 se han producido 54 eventos, en los cuales 20 personas perdieron la vida y el resto fueron intentos frustrados.