El lunes las estaciones del Metro de Santiago aparecieron rebautizadas con nombres de mujeres con importantes aportes al desarrollo del país, algunas muy valoradas y reconocidas, y otras muchas veces desconocidas por gran de la población.
Otras estaciones fueron cambiadas por nombres de mujeres cuyas vidas terminaron de forma abrupta, como Mónica Briones y Nicole Saavedra, asesinadas en crímenes donde la justicia no ha encontrado responsables.
Pero dentro del Plan Red de Mujeres, elaborado por la Coordinadora feminista 8M, también apareció el nombre de una niña, Javiera Neira Oportus (apellidos de su madre).
Javiera murió en 2005 en manos de su padre, Alfredo Cabrera Opazo, quien la arrojó de un séptimo piso del edificio en que vivían en un condominio en Santiago, según consignó Emol al momento de publicar su sentencia en 2007.
Antes de eso, había golpeado a la madre de la menor, Claudia Neira Oportus, quien hace un tiempo había decidido terminar la relación que mantenían. Si bien había una medida cautelar para que el hombre se mantuviera alejada de Claudia, que había sufrido violencia verbal y física durante la relación, el tribunal mantuvo con régimen de visitas a Alfredo Cabrera.
En una de las visitas a su padre, Claudia fue hasta su departamento luego que él no contestara sus llamadas. Al encontrarlo él la agredió e infirió cortes en su cara, momento en que la menor comenzó a gritar tratando ayudar a su madre. En respuesta, su padre la arrojó por la ventana.
En julio de 2007, en fallo unánime, la Corte de Apelaciones de Santiago dejó a firme la condena a presidio perpetuo calificado como autor del parricidio de Javiera.
El día del brutal crimen de Javiera fue un 19 de diciembre, fecha que fue tomada para la creación agrupación feminista donde participa su madre y que se instauró como Día contra el femicidio, ya que se busca que estos crímenes sean sancionados como “castigo femicida”.
“Que la memoria de Javierita se clave en las conciencias, en los corazones y en las rebeldías de todas, que su nombre marque el horizonte, aquel en que toda niña y mujer pueda disfrutar del derecho a vivir en paz”, escribieron desde la Coordinadora.