El Vaticano dio a conocer este viernes la decisión del papa Francisco de dimitir de su estado clerical a Fernando Karadima, ahora exsacerdote que fue hallado culpable por la Iglesia Católica como autor de abusos sexuales, esto tras una investigación canónica.
“El Santo Padre ha tomado esta decisión excepcional en conciencia y por el bien de la Iglesia“, rezaba el comunicado emitido por la Santa Sede.
Según la misma misiva, Karadima fue notificado de la decisión este mismo viernes y la medida entró en vigor de forma inmediata.
Desde el año pasado, el exsacerdote de 88 años pasa sus días en el Hogar de Ancianos San José.
De esta forma, Karadima se convierte en el segundo sacerdote expulsado por la cabeza del Vaticano, luego que Cristián Precht corriera la misma suerte hace algunos días.
Ocho años de espera
La decisión ocurre ocho años después que las víctimas dieran a conocer los abusos cometidos por el excura. Fue en 2010 cuando Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo denunciaron por primera vez en medios de comunicación los vejámenes sufridos a manos de Karadima en la parroquia de El Bosque en Providencia.
Tras ello, se inició una investigación canónica que halló culpable al exprelado. Su condena fue la prohibición de ejercer el sacerdocio y retirarse a una vida de oración y penitencia.
Sin embargo, la justicia chilena determinó que sus delitos habían prescrito, aunque la ocurrencia de estos fue acreditada.
Caso emblemático
Lo de Karadima es un caso emblemático en todas las denuncias que han surgido sobre sacerdotes y religiosos que han cometido abusos, sobre todo por su posición entre los sectores acomodados de la capital y porque fue formador de varios curas que luego tomaron puestos de poder dentro de la iglesia.
Sin ir más lejos, Juan Barros, otrora obispo de Osorno, fue uno de sus discípulos. Su nombramiento generó una oleada de manifestaciones en el sur del país ya que se le sindicaba como encubridor y testigo de los delitos de Karadima.
Barros se mantuvo firme en su puesto, pero su presencia en los actos del papa Francisco en su visita a Chile este 2018 fueron la gota que colmó el vaso. Tras una pregunta de Radio Bío Bío, el líder de la iglesia dijo que necesitaba ver pruebas para tomar acciones sobre él.
Las críticas fueron tales que el argentino decidió buscar esas pruebas y mandó al obispo Charles Scicluna a nuestro país para indagar qué ocurría en la iglesia local con las acusaciones de abusos sexuales. Todo esto terminó con la salida de Barros de su cargo, pero también de otros de sus colegas tras un viaje inédito de todos los obispos a Vaticano y que culminó con todos ellos poniendo sus cargos a disposición.
Además, las víctimas Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo viajaron hasta Roma para reunirse con el Papa, quien les pidió perdón a nombre de la iglesia.
A esto se suman las acusaciones contra el actual y el exobispo de Santiago, Ricardo Ezzati y Francisco Javier Errázuriz respectivamente, acusados de encubrir en su momento las denuncias contra Karadima y otros sacerdotes.
De hecho, el cardenal emérito Errázuriz declaró que la fama que tenía Karadima le hizo desestimar las denuncias en su contra en una carta enviada a la Conferencia Episcopal.