La asociación de víctimas de Colonia Dignidad, el antiguo enclave alemán ubicado en la región del Maule, donde se cometieron abusos sexuales a menores y torturas, consideró “lamentable” que la justicia alemana abandonara la investigación contra Hartmut Hopp, médico del lugar condenado como cómplice de pederastia por la justicia chilena.

Después de “agotar todas las pistas prometedoras de investigación, no fue posible corroborar elementos de sospecha suficientes” para procesar a Hopp, sostuvo la justicia alemana.

“Es lamentable que la Fiscalía de (la localidad alemana de) Krefeld cierre las puertas a la justicia que, con todo derecho, las víctimas esperan para quien cometió graves violaciones a los más elementales derechos de las personas”, señala la declaración difundida por la Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos Colonia Dignidad.

Hopp era médico de la Colonia y mano derecha de su fundador, Paul Schaefer, un excabo nazi y predicador que en 1961 fundó el enclave que también fue utilizado para torturar y asesinar a opositores a la dictadura de Augusto Pinochet.

“El Estado alemán falló a su obligación cuando no protegió a los niños y niñas alemanas que se llevaron secuestrados a Colonia Dignidad y fueron abusados y torturados, y ahora vuelve a fallarle a la justicia al proteger a un criminal”, agrega la declaración.

Hopp se fugó de Chile en 2011 antes de que la justicia chilena lo condenara por delitos que incluían la complicidad en las violaciones cometidas por Schaefer.

En 2017, un tribunal alemán confirmó la condena chilena. Sin embargo, en 2018 un tribunal superior de Düsseldorf dictaminó que las pruebas brindadas por la justicia chilena no eran suficientes para la alemana.

Schaefer, fundador de la secta donde se desempeñó Hopp, fue detenido en Argentina en 2005 y condenado en Chile a 20 años de prisión por abuso sexual a niños, posesión de armas y violación a derechos humanos. El exmilitar murió en la cárcel en 2010 a los 88 años.

El caso conmocionó al mundo, pese a lo cual recién en 2016 Alemania reconoció que los diplomáticos alemanes “cerraron los ojos” ante lo que ocurría en esa comunidad.