— ¿Cómo tomó la noticia de que la Convención iba a viajar al Bío Bío?
— Me pareció excelente, extraordinario. Ahora, respecto de la comuna que se está considerando ir a sesionar, Lebu, yo verificaría primero las condiciones de seguridad que tenga, para los efectos de evitar que exista algún tipo de aprovechamiento para que se realicen acciones en contra de la Convención.
— ¿Por qué podría pasar algo así?
— Porque hay grupos que se desenvuelven en el lugar que están interesados en hacerse notar mediante acciones de carácter violento.
— ¿Teme que le pase algo a algún convencional?
— No necesariamente solo a la Convención, ojalá que no ocurra. Pero también en cuanto al funcionamiento de la Convención podría verse entorpecida como consecuencia de estos grupos que tienen mayor grado de influencia en ese lugar, siendo la Coordinadora Arauco Malleco uno de ellos.
— ¿Podría ocurrir algún hecho específico?
— Si no existe el nivel de resguardo necesario, podrían existir acciones de carácter violento que podríamos lamentar el día de mañana.
— ¿Contra alguien en específico?
— No, contra cualquier convencional en general. Recordemos que existe una animadversión al respecto, por ejemplo, de los convencionales de escaños reservados que forman parte de la Convención, que lo han declarado públicamente. No es ningún misterio: han venido a manifestarse acá al exterior de la Convención. Eran personas que no estaban de acuerdo con que existieran personas de pueblos originarios que participaran en la Convención, porque era avalar, finalmente, la acción desplegada por parte del Estado de Chile. Ellos no se mostraban partidarios en esa circunstancia.
— Ahora se discute ir a sesionar a la comuna de Lebu.
— Se propuso Lebu. Ahora lo que hay que hacer es determinar si Lebu tiene las condiciones para los efectos de recibir a la convención. Yo creo que particularmente, de seguridad. Atendido el contexto y la situación que se está viviendo ahora en el lugar.
— ¿Se ha hablado también de Tirúa?
— Yo no lo he escuchado, pero hay que tomar en consideración las propuestas que pueden existir en torno a Tirúa y Cañete.
— Durante la votación por la coordinación de la comisión de Sistemas de Justicia la convencional Natividad Llanquileo le sugirió a otros convencionales que no votaran por usted.
— No fue una sugerencia. Fue más que una sugerencia. Yo lo vi como un planteamiento un tanto más severo que una mera sugerencia. Y de hecho ella reconoció haber remitido Whatsapp. Y no me nombró, por lo demás. Ella dijo que era un exfiscal que no merecía ni siquiera ser nombrado. Y como el único exfiscal acá soy yo, deduzco que soy yo la persona que se supone que no merecía tener un cargo de estas características, porque tendría causas vigentes por violaciones a los derechos humanos, lo que es mentira. Pero hay que acostumbrarse a ciertas circunstancias en este tipo de cargo que uno ejerce para los efectos de evitar levantar polémicas innecesarias.
— Era algo así como un “no votes por él”.
— Fue más que un “no votes por él”. Fue un “si votas por él, hay consecuencias”.
— ¿Era una amenaza?
— Yo voy a manifestarlo de esa manera, simplemente. Porque vi, de hecho, a las personas que pudieron haber emitido un sufragio en mi favor, bastante afectadas por esta circunstancia. Entonces yo creo que esto fue más que una simple advertencia.
— ¿No lo describiría como una amenaza?
— Es que no sé si fue una amenaza o no, porque yo no la sufrí. Solo sé que fue una situación más tensa que una simple recomendación.
— ¿Eso le hace sentir pasado a llevar?
— La verdad es que era una de las posibilidades que podían darse atendidas las circunstancias. Por lo tanto, yo lo asumo como corresponde. Simplemente tomando en consideración que esta cultura que se ha instalado a que si no piensas igual que yo te cancelamos, no simplemente me afecta a mi, sino que afecta a otros convencionales. Por tu pasado, también, yo no acepto lo que tú digas. Por tu origen, no acepto algo que tú digas. En el fondo son niveles de intolerancia inadmisibles, fórmulas de chantaje que han sido inadmisibles, pero que respecto de las cuales uno tiene que instalarse acá para combatir, para que no le ocurra a otras personas.
— ¿Hay casos en la convención de ese tipo de prácticas?
— Indudablemente.
— ¿Funas?
— Indudablemente que han habido expresiones de esas características acá. Hay manifestaciones de expresiones de odiosidad respecto de personas acá en la Convención, sí. Han habido. Y esto no tiene color político. Han habido tanto respecto de personas que puedan ser etiquetadas de izquierda como de derecha. Y por lo tanto, es una práctica que a mi me parece deleznable. De las cuales, de hecho, han habido representaciones acá. Hubo una votación en reglamento en la que hubo un grupo que levantó la imagen de unos convencionales que habían votado en contra de su posición. Y que atendido el color y la forma en que se expresan, claramente los estaban juzgando, por no haber estado de acuerdo con su planteamiento. Y eso me parece que es una manera muy cuestionable de posicionarse dentro de la convención, porque nosotros acá a dialogar y a argumentar.
— ¿Cómo toma usted el tuit que hizo la misma presidenta, que fue muy comentado, con respecto a la agresión a Giovanna Grandón, la Tía Pikachu, en plaza Baquedano? “Ella es una luchadora social y ha votado siempre a favor del pueblo”, dijo en aquella ocasión Loncón.
— Me pareció desafortunado. Creo que debió haber sido mucho más representativa en torno a que ella no simplemente se está expresando en torno a una persona que puede tener una ideología respecto a la cual ella simpatiza, sino que ella también es representante de todos los convencionales. Por eso, da lo mismo si ella considera que siempre ha estado en favor del pueblo o no, porque ¿qué se entiende por pueblo? ¿Qué se entiende por votar en favor del pueblo o no? Ese tipo de expresiones poco claras nos hacen mal. Por lo tanto, creo que sería bueno expresarse de manera mucho más clara respecto al trabajo que estamos realizando.
— Alguien por ahí podría decir que están todos acá por votación del pueblo.
— Bueno, es que técnicamente es así. Todos fuimos elegidos en virtud del ejercicio de la soberanía popular, y todos venimos detrás de electores que se pronunciaron respecto de nosotros. Nadie puede alegar tener el monopolio del pueblo.
— Cuando habla de expresiones de odio dentro de la Convención y de lo que le pasó a usted, ¿de qué grupo vienen?
— Yo creo que no hay que sindicar a un grupo en específico. Sí pienso que son algunos que se dicen representantes de movimientos o colectividades que no tienen representación de partidos políticos, pero que lamentablemente en la práctica funcionan como grupo, tienen inclusive declaraciones de principios, tienen requisitos de expulsar o incorporar a gente, y por lo tanto, se comportan igual que partidos políticos. Y que han adoptado una actitud de intransigencia del todo o nada, de intolerancia respecto de quienes puedan pensar de manera distinta que puede poner en entredicho a futuro el resultado del trabajo de la Convención.
— ¿De qué forma?
— De la forma en que lamentablemente no lleguemos a redactar una Constitución, y eso a mí me preocupa.
— ¿Incluso puede fracasar el proceso?
— Por ingenuidad y voluntarismo, por esta actitud destemplada e intolerante, podríamos llegar a hacer fracasar este proceso.
— O provocar el rechazo en el plebiscito de salida…
— Correcto, las dos cosas. O no logramos alcanzar el resultado de la redacción de una constitución, o que sea tal el grado de falta de legitimidad que tengamos, que finalmente pueda la ciudadanía rechazar.
— ¿Qué significa fracasar al redactar la nueva constitución?
— No terminar dentro del plazo de los doce meses. E ipso facto, esto se disuelve, no logramos el objetivo y continúa vigente la Constitución de 1980. Y eso creo que es una actitud infantil. Porque, efectivamente: por quererlo todo, podríamos no obtener nada.
— Si fueran a Tirúa o a Lebu, ¿usted iría?
— Lo evaluaría. Atendidas las circunstancias y cuáles son las condiciones de seguridad que se ofrecen para evitar finalmente que tengamos un espectáculo no solamente en torno al funcionamiento de la convención, sino que también en torno a la integridad y la seguridad de las personas que ahí se encuentren.