Viviendo en carpas o toldos. Sin agua, sin electricidad y ahora, sin baños químicos. Sin siquiera un lugar dónde comprar alimentos. Los vecinos de Villa Independencia no piden que les den cosas, sino que no les hagan más difícil ponerse en pie ellos mismos.
A 20 días de los masivos incendios que afectaron a vastos sectores de Quilpué, Villa Alemana, Limache y Viña del Mar, con un fatídico saldo de 133 muertes y más de 11.000 damnificados, quienes perdieron sus viviendas y el trabajo de toda una vida comienzan a perder la esperanza.
Precisamente desde Villa Independencia en Viña del Mar, Katherine, auditora de Radio Bío Bío en Valparaíso, contactó a la radio para relatar cómo la ayuda no sólo se ha detenido, sino que las autoridades se han mostrado cada vez más inoperantes en su compromiso con la reconstrucción.
En un sentido relato, la vecina de este barrio con más de 50 años de existencia cuyas casas fueron desintegradas por las llamas, contó como además de no tener agua ni electricidad, incluso se están retirando los baños químicos del lugar, la única forma que tienen los vecinos de hacer sus necesidades.
“Vivimos una situación indigna -aseguró- Nuestras casas eran de concreto, fierro y planchas de zinc. Sólidas. Ahora vivimos en carpas o bajo toldos para cuidar nuestros sitios. Si hay llovizna amanecemos todos mojados. Imagínese que ni siquiera hay dónde poder comprar pan para tomar desayuno. Todos los almacenes se quemaron. Si queremos comprar algo para comer tenemos que bajar a la ciudad”.
“Por último ponme un camión a vender pan para poder comprar. Yo veré de dónde saco el dinero”, enrostró.
“¿Cómo generamos ingresos si no nos dejan trabajar?”
Katherine aclaró que como vecinos, no esperan que les regalen las cosas, pero la ineficiencia les impide ponerse en pie por sí mismos.
“Acá en mi sitio no sólo estaba mi casa sino nuestra fuente laboral. Con mi marido teníamos un taller automotriz con muchos clientes. Nosotros necesitamos electricidad para poder trabajar y recién se repuso el alumbrado público en el sector. Le pregunté a los técnicos cuándo íbamos a tener un medidor nuevamente y nos dijo que hay que instalar un poste con base de cemento y tenemos que esperar que vayan sitio por sitio”, denunció.
“Voy a la municipalidad a pedir que me ayuden con un tema de la patente, para al menos poner algún negocio de venta online, para poder tener ingresos. Y no, que debo tener paciencia. Una y otra traba”, comentó frustrada.
“Nos encuestaron por un programa de apoyo a la empresa. Les pregunto cuándo veremos esa ayuda y no, que ‘primero tenemos que encuestarlos a todos y entonces veremos el plan de ayuda’. Y nosotros damos trabajo y tenemos contratos vigentes. Oye, sí, que hay que pararse, pero al menos facilítame las cosas”, sentenció.
“Las autoridades se llenan la boca hablando de ayuda que no vemos”
Pese a sus propias dificultades, Katherine contó que hay vecinos suyos, con los cuales crecieron y consideran familia, que están en una situación aún peor.
“Aquí hay gente de 50, 60 o 70 años, que ya no tienen edad para volver a pararse después de esto. Se lucen diciendo que están repartiendo colchones como ayuda, pero hay que ir a buscarlo al Hotel O’Higgins. ¡Nosotros estamos en un cerro! ¿Cómo van esas personas a buscarlo?”, indicó.
“Y claro, nos dicen del bono de un millón y medio del Gobierno. Pero todavía no pasa nadie del Serviu para decirnos cómo compramos una casa prefabricada. De qué tipo. ¿Cómo la traemos?”.
“Las autoridades se llenan la boca sobre la ayuda pero no la vemos materializada. El señor Presidente se ha sacado fotos en Pompeya Sur, en Quilpué, aquí también estamos damnificados. Necesitamos que nos ayuden para que la vida sea día a día, un poco más digna”, concluyó.
Escucha aquí el diálogo de Katherine con el periodista Rodolfo Hahn: