Durante agosto se promulgó una nueva ley sobre el desarrollo, producción y uso de armas químicas que, a partir de febrero de 2021, contará con penas efectivas de cárcel.
La Universidad de Valparaíso apuntó al uso del agente nervioso ruso Novichok, que hoy mantiene en coma al opositor Alexei Navalny, como un ejemplo de la importancia de la normativa.
Hace más de 20 años que Chile suscribió un acuerdo internacional de desarme de armas químicas y recién el próximo año podrá tener una herramienta jurídica para castigar su uso, además de crear protocolos para su destrucción.
En ese contexto, María Fernanda Cavieres, presidenta de la Sociedad Chilena de Toxicología y PhD en la materia, lamentó la falta de estudios científicos sobre el potencial daño de las armas químicas usadas por la policía uniformada.
Durante el estallido social se pudo ver un importante uso de gases lacrimógenos y se instaló la discusión sobre su potencia.
Cavieres dijo que no está del todo documentado el daño que estas pueden tener en personas con enfermedades respiratorias y pidió que Chile se sume a la discusión mundial sobre su uso.
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Jorge Brito (RD), diputado por la región de Valparaíso, quien presentó un proyecto de ley para prohibir el uso de balines, perdigones y armas sonoras, señaló que la institución policial debe avalar con estudios el uso de gases tóxicos.
Brito indicó que en el articulado de la iniciativa incluyen que Carabineros sea transparente en torno a este tema.
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Hong Kong, París y el conflicto racial en Estados Unidos son algunos ejemplos de lo que la académica explicó como un uso de gases tóxicos con fines disuasivos que se mantiene, pese a no ser discutido seriamente.
Sobre la fabricación de armas químicas en contexto de guerra, Cavieres valoró que comience a regularse esta materia, pese a que pudiera parecer un tema lejano para Chile.
Por ejemplo, Novichok es una sustancia neurotóxica avanzada con una alta posibilidad de ser letal por generar severas dificultades respiratorias.
Los antídotos conocidos solo pueden ayudar si son usados dentro de las primeras 12 horas en las que una persona se expone al agente tóxico.
Cavieres incluso precisó que armas de este tipo pueden generar dificultades visuales, motoras y respiratorias que pueden llegar a ser permanentes.