En el Juzgado de Garantía de Punta Arenas formalizado durante las últimas horas un alto funcionario público de la región de Magallanes, ligado a una institución que tiene que ver con niños. Él está acusado de abusos sexuales reiterados en contra de su hija y de su hijastra. Actualmente está en libertad.
El sujeto llegó voluntariamente al tribunal para ser imputado por dos delitos sexuales en carácter de reiterado en contra de su hija y de la hija de su pareja, los que habrían ocurrido cuando ambas tenían menos de 14 años.
La madre de ambas víctimas descubrió todo cuando le preguntó a una de ellas qué le pasaba. Según el testimonio de la progenitora, su hija le dijo que no se lo podía explicar, “pero lo puedo dibujar. Salió con dos dibujos que no podía explicar, porque le daba vergüenza: uno era de una cámara en su pieza; el otro, donde dibujó a su papá y a ella, que le daba asco sentir su lengua en su boca”.
Según contó la hija de ambos, el sujeto la besaba en la boca: “(En) una oportunidad, cuando su padre fue a su habitación, con tal de darle las buenas noches, este la besó en su boca, utilizando además su lengua, señalándose a su hija que se trataba de un juego”, expuso la fiscal Katerina Aranis.
En otra ocasión, en 2023, mientras la madre y la hija de ambos veían una película, “aprovechando que ambas se habían dormido, este procedió a realizar tocamientos en la vagina de la joven, por sobre su ropa, despertando a su madre, logrando ver al imputado en esta acción”, relató la persecutora.
Más tarde, Aranis siguió leyendo el relato de la madre de la niña que rememoraba ese hecho.
“Cuando la víctima tenía 12 años (en 2023), recuerdo que nos sentamos a ver una película. Era de noche, no recuerdo el horario. Nos sentamos en el sillón tipo L, nos quedamos dormidas, de repente abro mis ojos y veo que él tenía destapadas sus piernas hasta la cintura, él mirando a mi hija y con su mano derecha se encontraba tocándola entremedio del glúteo de mi hija… La expresión de su rostro era de excitación… Hasta que se dio cuenta que me había despertado y lentamente bajó la frazada y le continuó haciendo cariño en sus pies, y volteó su cara hacia el televisor como si nada. Sentí que mi cuerpo se paralizó, volví a cerrar los ojos… Solo atiné a levantarme, a tomar a mi hija y acostarla en su cama. Me quedé con ella hasta que él me fue a buscar. Luego de esto, yo solo lloraba…”
Se agregó que la hermana mayor de la denunciante antes señalada, un día tardó en volver del colegio a la casa. Cuando la madre la fue a buscar, “la encuentra en la casa de una amiga y le pregunta por qué se había desaparecido, diciéndole que no quería regresar a la casa porque ‘papi le daba besos y la tocaba’. Volvió al auto donde estaba él, lo encaró y él lo negó. Lo echó de la casa. Sostienen, después, unas conversaciones de carácter familiar y él la convence de tener una conversación entre los tres. Durante el tiempo que él estaba afuera de la casa, su hija volvía feliz, cantaba, se le veía aliviada de este hecho”, se consignó en el relato.
La madre sentía angustia de que su hija creciera sin su padre. Era ese uno de los motivos por los que decidió que volvieran.
Un elemento perturbador
La perturbación que provocaba quien debía protegerlas y cuidarlas no llegó solo allí. La fiscal contó, en la presentación de los hechos, que “el imputado mantenía cámaras de seguridad en todas las dependencias de la casa, incluyendo las habitaciones, estando la cámara en la habitación de la joven, oculta entre sus peluches, de los cuales solo tenía control y acceso el imputado”.
Dijo la madre a la policía que en un momento “la casa tenía instalada muchas cámaras, lo que tuve que conversarle, porque había instalado una cámara apuntando al sillón, otra apuntando a espacios interiores, justificando que lo hacía por seguridad. No obstante, me percaté que había instalado una cámara sobre su velador, apuntando a nuestra cama, a lo cual exigí que la sacara porque me incomodaba”.
Entre las hermanas descubrieron la vigilancia padre mientras pasaban el rato en redes sociales. La hija de ambos le dijo a la hermana mayor que él “es más acosador, por eso de la cámara que tenía en mi pieza, entre mis peluches’, contándome (a la madre, que recordaba la escena frente a la policía) que hace un tiempo ella se había dado cuenta que su papá había puesto una cámara en su pieza, hecho que había ocurrido en los tiempos de pandemia y que cuando supo, la desconectó. Y el papá, cuando supo, le dijo que no se veía. Ella le dijo que la desconectó. Luego de un tiempo, la cámara desapareció”.
Una amiga de la madre denunciante, en una jornada en que compartieron, le hizo la observación: que la cantidad de cámaras parecía “inadecuada: para el exterior me parecía suficiente, pero había en la cocina, el quincho, la sala de estar, las de abajo apuntando al interior, yo bromeaba con el tema, pero él decía que era para protección de la casa, ya que ellos viajaban de vez en cuando”, planteó la testigo.
Las situaciones habrían ocurrido entre 2007 y 2010, con la hermana mayor (la hija de ella); y entre 2020 y 2023, con la hija de ambos.
La madre también recordó el relato de una de las menores, cuando ella no estaba, él les pedía que se acostaran con él en la cama de dos plazas. “Me hizo cosquillas, cariño en la espalda y luego metió su mano bajo mi ropa. Mi pijama era un camisón, por lo que me hizo cariño directamente en la espalda. Me incomodó, por lo que me fui a acostar a mi cama. En adelante, cada vez que mi mamá no estaba, nos pedía que nos fuéramos a acostar con él para hacernos cariño”, relató una de las víctimas.
De ahí en más, cada vez que la madre no estaba, él les pedía que fueran a su cama y las hacía dormir desnudas. “En la mañana (del día siguiente), me hacía ir a cambiarme de ropa en mi pieza. Estas situaciones ocurrían al menos una semana completa de cada mes. Me decía que no le podía contar a mi mamá, ya que ella no iba a entender el cariño, que nos podía retar. Así que nunca le conté”, contó la hermana mayor.
El daño
La hija de ambos resultó con ideación suicida; la mayor bajó su rendimiento escolar y comenzó a tener problemas. Los informes psicológicos y psiquiátricos constataron síntomas de estrés postraumático que, de acuerdo al relato, podría ser consecuencia de un abuso sexual.
En una discusión, la hermana mayor le refregó el comportamiento del padre: “Eso, mamá, es que papá no respeta los límites. Da besos que molestan. Y ahí ella decide hacer la denuncia”, planteó la fiscal Aranis.
La misma persecutora, en conversación con nuestro medio asociado El Pingüino, pormenorizó los hechos que ocurrieron “en su vivienda, donde habría realizado actos de significación sexual durante un amplio transcurso de tiempo. A raíz de esto, se solicitó el arresto domiciliario total, el cual no fue acogido por el Juzgado de Garantía de Punta Arenas, otorgando las medidas cautelares de arraigo regional y prohibición de acercamiento a las víctimas”.
Defensa: “No es efectivo”
Como plazo de investigación, se establecieron cuatro meses. No obstante ello, la persecutora apelará la decisión de la magistratura: “La idea sería que se revoque la resolución del magistrado y se imponga el arresto domiciliario total, considerando la gravedad de los delitos del imputado”.
En tanto, el abogado defensor Leonardo Vallejos expuso: “Se había despachado una orden de detención en contra de mi cliente. Él, siempre en su ánimo colaborativo, con su intención que estos hechos se puedan aclarar lo antes posible, decidimos presentarnos al tribunal (…) Nuestra postura es que estos hechos no son efectivos. Acá existe un drama familiar importante, que quizás pudo haber llevado a realizar esta denuncia. Pero queremos ser enfáticos: los hechos no son efectivos”.
El juez Juan Villa argumentó: “Todos dan cuenta de una serie de circunstancias y contextos que, en lo sustancial, guardan concordancia con los hechos que se denuncian en esta causa. A estos hechos se suman los testimonios de la psicóloga (…) que da cuenta de síntomas en la menor que son concordantes con la situación que se denuncian, consistentes, en lo medular, de haber recibido besos en la boca por parte de su padre; y también se dispone de un informe de un psiquiatra infantil, que también ilustran acerca de síntomas asociados a la exposición de eventos de abuso de la naturaleza antes descrita (…) Para asegurar la finalidad del procedimiento (…) resulta necesario adoptar medidas que aseguren la tranquilidad de las víctimas, la principal necesidad de cautela pasa por asegurar la tranquilidad de las afectadas”.
Pese a ello, no acogió el arresto domiciliario total y solo decretó el arraigo y la prohibición de acercarse. También el juez instruyó “la prohibición de mantener cualquier tipo de contacto con las víctimas mencionadas”.
La hermana mayor no denunció por “miedo de que no me creyeran”. Pero si participó de esto, fue para que “pague por lo que hizo. Como lo hizo conmigo, podría haber otras víctimas”.
La identidad del imputado se mantiene en reserva por protección a las víctimas. Además, el tribunal también pidió no difundir antecedentes al respecto.