Desde hace meses la región de Magallanes viene preocupando a las autoridades por la gran cantidad de casos activos de Covid-19, razón por la que se decidió a fines de agosto decretar nuevamente una cuarentena para frenar los contagios.
En ese contexto, el Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) -liderado por investigadores de la Universidad de Chile- realizó un estudio para medir la movilidad en la ciudad de Punta Arenas, capital regional.
La posible aparición de una nueva cepa del virus y factores climáticos son algunas de las hipótesis que se han propuesto para explicar el fenómeno. A ellas, se suma el alto nivel de movilidad promedio detectado en Punta Arenas en septiembre.
Leonardo Basso, director del ISCI y académico de la U. de Chile, plantea que los altos índices de movilidad pueden explicar las dificultades para contener la pandemia en la zona.
El estudio plantea que mientras en abril Punta Arenas “registró una reducción de movilidad promedio de 40%, en septiembre registra una reducción de movilidad promedio de 26%, con respecto a las semanas de referencia”, las que consideran el período previo al establecimiento de cuarentena, correspondiente a las primeras dos semanas de marzo.
De esta forma, los indicadores de movilidad promedio tras la segunda cuarentena decretada para la zona, fueron un 35% mayores a los registrados durante el primer período de confinamiento.
De acuerdo al informe, elaborado en base a la información sobre uso de infraestructura de telecomunicaciones, estos registros indican que la segunda cuarentena en Punta Arenas tuvo un impacto bastante menor que la primera.
“La primera cuarentena tuvo un efecto mayor en mitigar la movilidad, aunque se disipó a las pocas semanas. La cuarentena actual ha sido menos efectiva en disminuir la movilidad, lo que puede tener que ver con la mayor dificultad para controlar el segundo brote. Es problemático porque además sabemos que ya no se logran sostener confinamientos por largos períodos de tiempo”, afirma el investigador, Leonardo Basso.
Las primeras semanas de cuarentena tuvieron un efecto importante de reducción de movilidad.
“Por ejemplo, durante el primer período de cuarentena, Punta Arenas redujo su movilidad en 14 puntos porcentuales (pp) en la segunda semana de confinamiento, llegando a una reducción de movilidad de 43% respecto de las semanas de referencia”, señala el reporte.
Finalizado ese primer período de confinamiento, agrega, “la movilidad aumentó sostenidamente hasta alcanzar niveles mayores a los registrados antes del confinamiento de la comuna”.
Frente a este incipiente agotamiento de las cuarentenas como medida de control y contención de la pandemia, Leonardo Basso plantea que debe insistirse en alternativas que no son nuevas.
“La autoridad debe identificar rápidamente los contagios nuevos y aislar a todos los contactos estrechos, bajo un monitoreo estricto. Por otra parte, se debe apelar profundamente a la responsabilidad individual en el control de los contagios, con las medidas de distanciamiento, higiene, y reducción de movilidad en la medida de lo posible, que son conocidas”, sostiene.
Otras localidades
En otras localidades de la región el panorama es algo distinto. El análisis de marzo a septiembre muestra que en Puerto Natales y Porvenir la movilidad disminuyó cerca de 10 y 14 puntos porcentuales, respectivamente, entre la primera semana de cuarentena y la semana del 7 de septiembre. Las reducciones de movilidad respecto a las semanas de referencia, en tanto, es de 19% para Puerto Natales y de 42% en Porvenir.
Cabo de Hornos, por otra parte, presenta reducciones de movilidad muy pronunciadas desde abril en adelante, las que llegan a ser del 90% en algunos meses.
Los registros de movilidad en esta comuna, no obstante, están analizados como destinos fuera de esa localidad, movimientos que se han visto muy limitados por la necesidad de atravesar el mar usando servicios que han disminuido su frecuencia drásticamente.