El 22 de mayo de 1960 fue una fecha que cambió a Valdivia para siempre. A las 15:11 horas, el sismo más grande conocido por la historia azotó el sur del país, cobrando la vida de miles de personas. Hoy, quienes vivieron la tragedia recuerdan como sucedió.
El movimiento tuvo una magnitud de 9.5 grados en la escala de Richter y hasta el momento no existe un consenso respecto a la duración de este, por lo que se debate que su duración se extendió entre los cinco y 10 minutos, los que parecieron una eternidad para quienes lo vivieron.
José Vega Pacheco ha vivido toda su vida a un costado de la ruta que une Valdivia con Niebla, frente al lugar donde hoy permanece sumergido el vapor “Canelos”.
En su memoria aún vive el recuerdo del fuerte movimiento y cómo las olas arrasaron posteriormente con todo. “Fui a buscar agua a la vertiente, iba por la mitad del camino, y mandó el sacudon la tierra, y caí con balde y todo”, relató el hombre quien después vio como “la primera subida que hubo empezó a sacar las casas, me acuerdo como si hubiera sido ayer”.
El barco “Canelos” y el recuerdo de uno de sus tripulantes
En 1960, el “Canelos”, una nave a vapor que era propiedad de la Naviera «Haverbeck & Skalweit», llegó el 16 de mayo al puerto de Corral para recibir una carga de madera, harina y surtidos que debían trasladarse hacia el norte.
Sin embargo, el 22 de mayo tras el tsunami que siguió al terremoto, las olas azotaron una y otra vez la embarcación, arrastrándola hasta el interior de la bahía.
Uno de los tripulantes del barco, Juan Torres Torres, asegura que la embarcación tenía sus motores apagados, manifestó que “sentimos que parece le pegaban como con piedras al barco. Fue una locura, uno corría pa’ allá, otro pa’ acá, quería soltar las amarras del barco”.
Luego, vio como una de las casas era arrastrada por la fuerza del agua. “Pasó por al lado del barco, iba una señora con una guagua, pedía clemencia, ayuda. Estaba buscando un cordel para tirarle, cuando vi que la casa sucumbió, se perdió”, indicó Torres.
A esa misma hora, Manuel Ortiz Mansilla estaba abordo de la lancha de pasajeros Prat, cruzando de Niebla hacia Corral, según indicó “la lancha se sacudía como cuna. Salimos, subimos al cerro y la mar se empezaba a llevar casas, ferias que habían ahí (…) mi liceo que estaba ahí también”.
“Valdivia había desaparecido”
El 22 de mayo de 1960, Orlando Garay Marín era voluntario del Cuerpo de Bomberos. Con el paso del tiempo, aún mantiene en su memoria como la gente se sostenía de los árboles para no caer al suelo y como se derrumbaban las casas y edificios, y como con el desplome de la catedral, la Plaza de la República, en el centro de Valdivia, se inundó de polvo.
“Una persona trajo una radio portatil, las primeras. Tenía esa radio fuerte y estaban escuchando una radio de Santiago, y a mi me emocionó tanto cuando dijo el locutor que había sido en Valdivia, ‘Valdivia había desaparecido’, dijo. La gente gritaba ‘no, no, estamos vivos’, todos lo sentimos aquí en el corazón”, recordó Garay.
En tanto, René Monsalve Bahamondes, recuerda lo difícil que fue vivir los meses siguientes, enfrentando el frío y la lluvia. “En Las Ánimas al menos se cayeron los puentes y nos fuimos a un campamento (…) No eran viviendas, eran latas paradas y eso era todo”.
Esta tarde, desde las 15:11 horas, las sirenas de los cuarteles de Bomberos y las campanas de las parroquias valdivianas sonarán al unísono para conmemorar la tragedia que costó la vida a unas 2.300 personas, dejó cerca de 3 mil heridos y 2 millones de personas sin hogar.