La masiva fuga de salmones desde el centro de cultivo de Marine Harvest en Calbuco, en la región de Los Lagos, ha generado repercusiones fuera de nuestro país.
Así lo dio a conocer una publicación del medio estadounidense The New York Times, en su versión en español.
La artículo hace referencia al hecho y el impacto de la empresa salmonera al medio ambiente y a los pescadores artesanales, como lo fue el caso de Juan García, dirigente sindical de la zona, quien según la publicación ha visto en primera persona el avance de este tipo de industrias.
La masiva fuga de salmones
Tal como aparece en The New York Times, el 5 de julio de este año 690.000 salmones escaparon desde el centro de Punta Redonda de Marine Harvest, producto, según la empresa, del fuerte sistema frontal que afectó a la zona.
Tras lo ocurrido, la Superintendencia de Medio Ambiente solicitó a la empresa tomar acciones inmediatas, para cumplir con un mínimo del 10% de recaptura exigido por ley.
La empresa ofreció una suma de 7 mil pesos por salmón, situación que le trajo conflictos ya que los pescadores artesanales no están autorizados para capturar estas “ratas marinas”, como han sido calificadas por organismos y parlamentarios.
Luego de una extensión del plazo, Marine Harvest entregó un informe donde señalan que la recaptura fue de un 27,3%, lo que fue desmentido por el Sernapesca, institución que confirmó que la salmonera apenas llegó al 5,54%, es decir, la mitad de lo que exige la ley, por lo que se presume un daño ambiental.
Impacto de la empresa salmonera
La publicación del The New York Times agrega la declaración de Liesbeth van der Meer, ejecutiva de Oceana en nuestro país, quien señala que “El daño que sufre cada escape que tiene Chile, pero en especial este que fue tan masivo, es porque no hay un método de contingencia para poder atraparlos. Ellos tampoco tienen un depredador natural porque no eran parte del ecosistema”.
Agregó que en dos años, estos salmones podrían causar un daño irreversible en los fiordos de la región de Los Lagos.
A esto sumado que los salmones que se crían en centros reciben altas dosis de antibióticos, para luego comenzar una etapa de cuarentena. Proceso que según Van der Meer, en Chile no es correctamente transparentado.
Los escapados a Marine Harvest habían recibido una dosis antes de comenzar la cuarentena.
Estefanía González, coordinadora de campaña de océanos de Greenpeace, dijo en relación a la publicación del medio estadounidense que “Es evidente que a nivel internacional se está generando un daño reputacional importante a partir de las prácticas que ha tenido esta industria”.
Agregó que el Gobierno, quien según ella dice estar comprometido con el cuidado del medio ambiente, debe tomar nota de esta situación por el “desprestigio” de dicha actividad productiva, una de las más grandes del país.