A inicios de esta semana el país quedó impactado con un hecho ocurrido en Temuco. Un niño de 13 años había sido asesinado al interior de una casa en la Villa San Eugenio, en el sector Pedro de Valdivia. Según se indicó, el crimen fue en venganza por una supuesta agresión sexual contra una pequeña de cinco años, sin embargo el Servicio Médico Legal descartó que la menor hubiese sido violada.
Acá la historia de Alan Peña, el menor de 13 años, sus últimas horas y cómo un grupo de adultos decidió tomar justicia por sus propias manos.
La llegada al Sename
Tras la separación de sus padres, hace un par de años, Alan y sus hermanos gemelos quedaron bajo el cuidado de con su progenitor, Oscar Fabián Peña. Con el tiempo le resultó difícil la situación, es especial con Alan, quien comenzó a mostrar signos propios del síndrome de Asperger.
Según publicó La Tercera, su padre no daba más con el comportamiento del niño, quien además solía escaparse de su casa. Finalmente se determinó ingresarlo a la residencia Alborada del Sename en Temuco.
El abuelo de Alan, Oscar Peña, relató al matutino que “el papá lo iba a ver, le llevaba ropa, salía con él y sus hermanitos. Pero tenía esa enfermedad que no tiene filtros, quería ser libre y hacer las cosas a su manera”… “Era un niño inteligente que cursó hasta octavo básico, salió campeón de ajedrez, incluso le ganó a sus profesores en la escuela Manuel Montt. Ahora estaba siendo tratado por psicólogos y con medicación. El niño era libre pero feliz, cariñoso con todo el mundo”, relata.
La Tercera señala que Alan pasó por cuatro colegios en seis años. Desde la Escuela Particular Estrella de Belén recordaban perfectamente al menor, quien en ese entonces aún vivía con su familia. Según relatan desde el interior del recinto, él tuvo algunos problemas puesto que evidenciaba actitudes de acoso hacia algunas de sus compañeras.
Pese a que estaba con tratamiento psicológico, éste no era prolijo, pues no siempre se tomaba los medicamentos.
Esta semana el Tribunal de Familia informó a la Fiscalía que Alan efectivamente tenía conductas sexualizadas, a raíz de situaciones de vulneración. Aún queda por determinar si fue por parte de algún familiar u otra persona que conoció en la calle.
El 29 de noviembre recién pasado Alan aprovechó una actividad en las dependencias del Sename para escapar. Volvió al otro día, pero salió nuevamente, desde ahí se perdió su rastro hasta que fue encontrado sin vida 12 días después.
La vida en la calle
Alan Peña era conocido por vender calendarios. De hecho esta actividad la realizaba junto a Víctor Chanqueo, de 18 años, quien vivía en el sector Pedro de Valdivia, a unos 30 metros de la vivienda de Johana Mora y Pablo Morales, padres de la niña de cinco años.
De hecho Alan se quedaba a dormir en la casa de Chanqueo cuando se escapaba del Sename.
Johana Mora declaró haber escuchado a sus hijas de cinco y seis años refiriéndose a un abuso de Alan, por lo que la mujer revisó e interrogó a la menor. Asimismo ella aseguró ver ronchas en sus genitales, sumado al ojo morado que tenía, lo que la hizo suponer lo peor.
La venganza
Johana, la madre de la pequeña presuntamente abusada por Alan, le contó a su jefa que su hija había sido violada por un adolescente. Le aseguró que no realizaría la denuncia a Carabineros pues desconfiaba que se hiciera justicia al tratarse de un niño de 13 años.
Ante esta situación le dan las facilidades a la mujer para que vaya a su casa a ver cómo está la niña, y así la lleve a un centro asistencial. Un colega, Abraham Bravo, la trasladó a su domicilio, y una vez que llegaron a la Villa San Eugenio él relató que vio a la pequeña de cinco años acostada con un ojo morado, “luego, aparece el padre de la niña, quien dice ‘al huevón lo tengo amarrado en la otra casa’”.
La pareja lleva a Bravo a la casa de Chanqueo. Tras ver a Alan amarrado sale rápidamente de la vivienda para hacer la denuncia en Carabineros. Según antecedentes de la investigación, en ese momento lo llama Johana Mora a su celular señalándole que “el cabro chico ya era”, por lo que le solicitaba ayuda.
El cuerpo del niño debajo de la cama y envuelto en un cobertor, el colchón ensangrentado junto a un cinturón y un martillo fueron encontrados por Carabineros, quienes procedieron a detener a los implicados.
Sus últimas horas de vida
Por alrededor de 12 horas Alan habría sido torturado a golpes, incluso de martillo. Una de las hipótesis que se sostienen es que el Asperger hizo que se mostrara indiferente a los golpes que recibía, o que no exteriorizara el dolor, por lo que los padres de la niña habrían respondido con más violencia a este comportamiento. Finalmente Alan murió asfixiado, los agresores primero lo intentaron con una bolsa y luego con una almohada.
Según consigna La Tercera, la pareja Morales-Mora dice que fue ayudada por Chanqueo en la golpiza. Chanqueo lo descarta de plano. En tanto uno de los imputados asegura que hubo consumo de alcohol y cocaína durante la tortura, lo que aún no se ha acreditado. Ellos tres y Bravo fueron detenidos y se mantienen en prisión preventiva.
Lo concreto es que el informe arrojó que la niña no fue violada, sin embargo aún se indagan otros tipos de abuso de los que pudo haber sido víctima. El abuelo de Alan dijo en su funeral que “para nosotros, la impresión mejor es que el niño quedó absuelto, que no había cometido ningún delito y fue inocentemente sacrificado”.
ACTUALIZACIÓN: Al principio de la investigación, y como se cita en el texto, Alan Peña recibía medicación por ser Asperger, sin embargo se determinó que el diagnóstico fue erróneo, ya que el adolescente tenía trastorno bipolar, por lo que no recibió tratamiento adecuado en su momento.