Los bosques de la Región de Aysén cubren aproximadamente 4,8 millones de hectáreas, una de las áreas más grandes de bosques antárticos en el hemisferio sur. Sin embargo, con los últimos sucesos ocurridos en la semana, se han registrado un total de 11.304 hectáreas de bosque nativo que han sido consumidas por los incendios forestales en la región.
Según consignó La Tercera y de acuerdo con un documento publicado recientemente por la Universidad de Chile y la Universidad de Aysén, la temperatura mínima de algunos de estos bosques han aumentado hasta casi 5 °C en la última década.
De acuerdo al estudio, este incremento de la temperatura puede tener como consecuencias un alza en el número de defoliadores (insectos que causan caída de las hojas), un aumento de la vulnerabilidad frente a eventos climáticos extremos y hasta generar una pérdida de los servicios ecosistémicos que entregan los bosques.
El ingeniero en Recursos Naturales, investigador de la U. de Aysén y miembros del equipo del estudio, Cristián Mattar, explicó al citado medio que utilizaron imágenes satelitales para medir el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI), la temperatura de la superficie terrestre (LST) y la precipitación sobre los bosques de Aysén.
“Queríamos estimar cómo afectaba el cambio climático en Aysén. En los últimos 16 años, hay una tendencia al aumento progresivo de las temperaturas. El bosque siempre verde y los bosques caducifolios (de hoja caduca) como la lenga, son los que se están calentando más rápido. Hace menos frío y nieva menos”, explicó Mattar.
Por ahora, sólo faltaría registrar datos del lugar para que los investigadores puedan compararlo con los satélites: “Con las imágenes del satélite vimos que hay períodos en los que se observa menos vegetación y eso se puede deber a varios factores, entre ellos el aumento de la temperatura. También vimos que la nieve cubre menos”, señaló el investigador.
El académico del Depto. de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Facultad Cs. Agronómicas de la U. de Chile, y también participe de este estudio, Álvaro Gutiérrez, indicó que: “Nuestro trabajo fue guiar la interpretación de los resultados sobre los distintos bosques de Aysén y seleccionar algunos puntos para mayor detalle. Los mínimos de las temperaturas de invierno están aumentando en casi toda la región, pero más hacia el este, donde están los bosques caducifolios”.
Hay dos tipos de bosques caducifolios en la Región de Aysén: el de Lenga que está hacia el este de la región, que es más seca, y los bosques “siempre verde” que están hacia el oeste que son más húmedos.
Los que más se han estudiado son los bosques de Lenga, porque en su madera se registra muy bien el ancho de sus anillos y permite hacer construcciones de la historia del crecimiento de ellos de forma más precisa, dice Gutiérrez.
¿Qué causa la defolición de los bosques?
Según Gutiérrez, desde mediados de los 90 que se han hecho estudios en la región, datos que con su equipo han actualizado en los últimos 15 años de investigación. El académico explica que no sólo el calentamiento global está afectando el crecimiento de los bosques de Lenga, sino también una plaga de polillas nativas que se alimentan del follaje.
“Cuando tiene más temperatura, la lenga crece más rápido y puede estar más verde”, dice Gutiérrez. Esto se sustenta en las imágenes satelitales que han permitido comparar el cambio del bosque con el aumento de la temperatura. Sin embargo, el crecimiento del verdor es una conducta irregular, por lo que si bien en algunos años crece más rápido, en otros también fue considerablemente más lento.
“Estudiando las foliaciones (pérdida de hojas) de la lenga, vimos que a partir de 2015 ha habido explosiones de una polilla nativa cuyo ciclo de vida está asociado a los ciclos de naturales de foliación de lenga. El problema es que se comporta como una plaga y come las hojas de este árbol (cuando está en etapa de cuncuna). Como está aumentando la temperatura, estas polillas tienen ciclos más cortos, pudiendo tener dos o tres ciclos de vida en un año”, señala Gutiérrez.
Se trata del Ormiscodes Amphimone, una polilla que además de comerse las hojas del bosque, también contamina las aguas generando problemas de diversos tipos.
El aumento de las temperaturas y la explosión de esta polilla pueden hacer que la pérdida de hojas de la lenga afecte varios kilómetros cuadrados.