Un conscripto de la Brigada Motorizada 1 de Calama, región de Antofagasta, resultó con serias lesiones internas luego de la golpiza y el abuso sexual que sus propios compañeros de filas perpetraron en su contra.

En total, fueron ocho los involucrados en el hecho, quienes ya fueron dados de baja por la institución, según informaron a través de un comunicado.

El afectado, consignó 24 Horas, resultó con serias lesiones al hígado, motivo por el cual debió someterse a una operación, aunque existe la posibilidad que requiera nuevas intervenciones.

En una declaración pública la mañana de este jueves, el ministro de Defensa, Alberto Espina; y el comandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez; condenaron el hecho.

Ambos confirmaron la agresión y que los acusados fueron desvinculados de la institución, además de precisar que la Fiscalía Militar es la encargada de llevar adelante la investigación de rigor.

Martínez, por su parte, no quiso detallar en concreto cuál fue la agresión sexual que sufrió el joven.

Espina, en tanto, indicó que “no hay razón alguna que justifique un acto criminal como es que ocho conscriptos golpeen brutalmente e incluso lo puedan agredir sexualmente”.

“El Ejército de Chile tiene los más altos estándares de exigencia a quienes forman parte de el (…). A comienzos de año más de 12 mil ingresaron al Ejército, 1.700 de ellas mujeres”, dijo el secretario de Estado.

“Para nosotros este es motivo de orgullo y nuestro deber es protegerlos con las exigencias que requiere la carrera militar, pero con el trato humano y la protección de sus derechos como corresponde”, añadió.

Espina afirmó que todo acto delictivo al interior de las Fuerzas Armadas será perseguido y sancionado. “Estos hechos no nos son indiferentes”, dijo.

En esa línea, sostuvo que las puertas del Ejército están abiertas a todos los chilenos e hizo un llamado a la tranquilidad.

“Si ocurre un hecho de esta gravedad, que son muy excepcionalísimos, no por ser excepcionalísimos vamos a esconder la cabeza como la avestruz”, aseveró el ministro.

Espina evitó relacionar este caso con la misteriosa desaparición y muerte de Pedro Soto Tapia, en diciembre de 1996, un conscripto del Regimiento Yungay de San Felipe.

Los restos de Soto fueron encontrados tres meses después y su crimen, tras años de acciones judiciales, fue cerrado sin culpables.

Se presume que éste, antes de su deceso, fue abusado por sus mismos compañeros mientras consumían droga.

Su cuerpo, se confirmó en ese entonces, fue manipulado por terceros y el Museo de Historia Natural indicó que partes de éste fueron raspadas con cuchillos.