Finalmente, después de años negociaciones a puertas cerradas, Chile y Bolivia firmaron el viernes pasado un acuerdo que permitiría la reconducción de extranjeros que ingresaron clandestinamente a nuestro país desde territorio boliviano.
Bolivia antes era reticente a aceptar el “reingreso” –así califican ellos la reconducción– de personas que no fueran de nacionalidad boliviana.
Las negociaciones tomaron años, muchas reuniones, conversaciones ásperas, a veces con ansiedades. Incluso hubo un proyecto de memorándum de entendimiento presentado por Chile a Bolivia en enero de 2023, que nunca se respondió.
Lo cierto es que ahora se firmó el acuerdo, en La Moneda, con presencia del ministro de Gobierno de Bolivia, Eduardo del Castillo, la ministra del Interior, Carolina Tohá, el subsecretario de la cartera, Luis Cordero, el canciller Alberto van Klaveren y la subsecretaria de Hacienda, Heidi Berner.
Acuerdo entre Chile y Bolivia
¿Qué dice este acuerdo? Establece términos comunes para un procedimiento de retorno o ingreso de personas migrantes, ya sean nacionales de alguna de las partes o de un tercer Estado.
Esto cuando son identificadas por la autoridad contralora de frontera del otro país, evadiendo el control migratorio, ya sea por pasos habilitados o no, dentro de los 10 kilómetros de frontera, o valiéndose de documentos falsificados, adulterados o expedidos a nombre de otra persona.
En cuanto a la reconducción de extranjeros de terceros países, por ejemplo, un venezolano que ingresa a Chile desde Bolivia, por Colchane, de forma ilegal. Estos deberán contar con el registro de ingreso regular en el territorio del Estado a ser devuelto. O sea, ese venezolano debió haber entrado legalmente a Bolivia.
Pero qué pasa si no. En el caso de aquellas personas de terceros países que no cuenten con registro de ingreso regular al país, se les realizará el registro biométrico y/o de identificación correspondiente antes de realizar el procedimiento de devolución.
¿Cuál ha sido la acogida de este acuerdo? Ha sido positiva, tanto en el oficialismo como en la oposición, pero no a secas.
El diputado Republicano, Stephan Schubert, dijo que “se alegraría” si el convenio se concreta, pero aseguró que primero debe ver el contenido del mismo.
Además, miró con cierto pragmatismo el acuerdo alcanzado con Bolivia, donde espera que “no ocurra lo mismo que ocurrió con Venezuela”, cuando se firmó el acuerdo de colaboración policial que terminó en nada.
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Rodrigo Sandoval, exjefe de Migraciones durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet, dijo que la franja de los 10 kilómetros es una ventaja para Chile, ya que se extiende el “sector territorial dentro del cual la autoridad chilena está en condiciones de retener a aquellas personas que están ingresando en forma clandestina y, por lo tanto, reconducirla”. No limitándose estrictamente a la frontera misma.
Sandoval aseguró además que Bolivia tendrá el “incentivo” de evitarse el proceso de reconducción y, por lo tanto, también restringir los accesos desde el punto de vista boliviano a esa zona de 10 kilómetros, que está anterior a la frontera con Chile.
Un “efecto de contención” para Chile y una “colchón” para Bolivia, lo resumió el exjefe de Migraciones.
Sin embargo, aunque hay elementos para ser “optimistas”, Sandoval advirtió que las falencias institucionales de uno u otro lado podrían dificultar la implementación en la práctica del acuerdo, y de paso, llamó a “transparentar” los otros aspectos de la negociación bilateral que no han sido explicitados.
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Negociaciones
¿Qué es lo que estuvo encima de las mesas de negociaciones? Por el lado chileno está claro que el tema de la reconducción de migrantes ilegales. Pero por el lado boliviano ¿Es que Bolivia se comprometió unilateralmente? ¿De un minuto para otro cambió de parecer y decidió aceptar a extranjeros que ingresaron desde su país a Chile de forma ilegal?
Estas preguntas, dicho sea de paso, se las hicieron algunos de los asistentes al acto donde se firmó este acuerdo en La Moneda. La actitud era de sorpresa, puesto que el Gobierno no avisó con antelación la firma del acuerdo.
En esta línea, el senador de la UDI por la región de Arica y Parinacota, José Miguel Durana, dio alguna pista de lo que Bolivia podría estar pidiendo a cambio.
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El parlamentario habló de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, refiriéndose a todo lo involucra el transporte de combustible desde Arica a Bolivia, que llega por barco al terminal Sica Sica, ahí en el Puerto de Arica, y después por ductos se transporta al altiplano.
Aunque no ha sido explicitado públicamente, Bolivia quiere mayores facilidades para transportar más y de forma más rápida combustible desde Arica. Y para eso requiere de la colaboración de Chile.
Todo, en el marco de la crisis de abastecimiento de hidrocarburos que tiene en aprietos el gobierno del presidente boliviano, Luis Arce.
Y esta moneda de cambio es coherente con llamados de alto nivel entre Arce y el presidente Gabriel Boric. Así lo informó el propio mandatario boliviano en sus redes sociales en octubre y julio pasado. Boric también reconoció lo mismo, en la Enagro, en octubre.
El único que discrepó al respecto fue el excanciller y senador socialista, José Miguel Insulza, que representa a la región de Arica y Parinacota. Dijo que Bolivia “no pide nada a cambio”, pero “confía” en que el acuerdo se implementará.
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El parlamentario dice que cada lado cumpla su parte. Quizás se refería a otros dos acuerdos que Chile y Bolivia firmaron el viernes en La Moneda, además del de reconducción de migrantes: uno para combatir el contrabando en la frontera y el otro que crea la “tarjeta de tránsito vecinal fronterizo”, que Bolivia anhelaba hace mucho tiempo.
Lo cierto es que las miradas están puestas en la reconducción, y las expectativas, hasta el momento, son contenidas, no son altas, tampoco totalmente a la baja, pero se mira con pragmatismo si Bolivia aceptará pura y simplemente la reconducción de extranjeros.