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El ex cónsul general de Chile en La Paz, Jorge Canelas, abordó la relación bilateral entre Chile y Bolivia a 120 años del Tratado de Paz y Amistad de 1904, criticando la "zigzagueante" diplomacia chilena, atribuyéndola al "buenismo" y la falta de profesionalismo en la Cancillería.

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Jorge Canelas fue cónsul general de Chile en La Paz, Bolivia, durante toda la primera administración del expresidente Sebastián Piñera. En 2013 le tocó sortear la demanda de Bolivia contra nuestro país ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya por una supuesta obligación de negociar un acceso soberano al océano Pacífico, que fue rechazada en 2018.

A 120 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1904 entre ambos países, el embajador (r) abordó el estado de la relación bilateral y realizó un crítico análisis de la “zigzagueante” diplomacia chilena, que lo atribuye al “buenismo” y la falta de profesionalismo de la Cancillería.

“Hemos desatendido la historia de las negociaciones con nuestros vecinos”, dijo. De paso, llamó a mirar con “atención” y “preocupación” el acuerdo entre Irán y el país altiplánico sobre asuntos de defensa, y lo comparó con el pacto secreto con Perú en 1873, previo a la Guerra del Pacífico.

-¿Cuál es la importancia del Tratado de Paz y Amistad de 1904 entre Chile y Bolivia, y por qué a 120 años de su firma no hubo ninguna palabra al respecto?

-La importancia del tratado de 1904 es muy grande, y nosotros no debiéramos desatenderlo. Puso fin definitivo a la Guerra del Pacífico para nosotros y sus consecuencias. Y no debemos desatenderlo porque este tratado fue negociado durante años, y en pleno conocimiento de ambas partes. Fue un tratado que demoró y se recorrió mucho terreno hasta concluirlo. Y, curiosamente, partes que fueron propuestas por Bolivia, incluso en el centro del tratado, después fueron desconocidas.

-Usted dice que no hay que desatender la importancia del tratado, pero a 120 años nadie lo ha mencionado. ¿Le parece que se está desatendiendo esa importancia?

-Claro que sí. Yo vengo hace años diciendo que en Chile tenemos la memoria corta y hemos desatendido la historia de las negociaciones con nuestros vecinos. Y eso es muy malo, eso es nefasto. Especialmente por lo que sucedió en la Guerra del Pacífico, que no la quiso a Chile. La armó Bolivia, involucró al Perú en 1873 en un pacto secreto que en el fondo era en contra de Chile, un tratado bélico en contra de Chile.

-¿Considera que el estado actual de la relación entre Chile y Bolivia es de “paz y amistad”?

-Bueno, es de paz afortunadamente.

-¿Y la amistad? ¿Usted diría que la relación es también de amistad?

-No, pues Bolivia no ha sido amistoso con Chile porque ha tratado de incumplir todas las normas. A poco andar quiso desacreditar el tratado que ellos mismos promovieron recurriendo a la Sociedad de las Naciones en 1820.

-Entonces no estaría a favor de un restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas?

-El ideal sería tener relaciones diplomáticas. Ese es el ideal. Ahora, siempre he sostenido que si Bolivia quiere restablecer relaciones diplomáticas, Chile siempre ha estado dispuesto. Pero no tiene que ser iniciativa de Chile. La iniciativa de restablecer relaciones corresponde al Estado que las rompió. Nosotros nunca hemos roto las relaciones. Bolivia las rompió en 1962 (y definitivamente en 1978) como una artimaña también, que ha sido una constante desde el principio del siglo pasado hasta ahora de Bolivia, de victimizarse.

-¿Y no estaría a favor de reabrir un debate sobre la mediterraneidad boliviana?

-No.

-Se lo pregunto porque autoridades del Gobierno, como el propio Presidente Boric y ministros como Camila Vallejo, Maya Fernández o Nicolás Grau, dijeron en el paso que están a favor de otorgar a Bolivia una salida soberana al mar.

-Esas son las cosas que me preocupan a mí, porque normalmente la gente lo dice, y ahora difícilmente creo que ninguna de esas autoridades estaría en condiciones de decir lo mismo.

-De hecho, el Presidente Boric se desmarcó de su posición como joven dirigente y diputado, y a pocos días de asumir, en marzo de 2022, dijo que “Chile no negocia su soberanía, como me imagino no hace ningún país”.

-Pero claro, entonces normalmente estas son pulsiones que vienen por lo mismo que le vengo diciendo desde el comienzo. La gente no conoce la historia y habla sin conocerla. El desconocimiento de la historia de la diplomacia de Chile con los vecinos es realmente preocupante.

-¿Usted cree que el Gobierno desconoce la historia bilateral entre Chile y Bolivia?

-Yo no le echaría la culpa a este Gobierno. Yo digo que en Chile hemos sido descuidados y no conocemos y no vamos a conocer la historia, lo que es peor. A diferencia de nuestros vecinos que sí la conocen y además la tergiversan, lo que también es peor.

-Siguiendo con ese desconocimiento de la historia que usted menciona, ¿cómo explica los acercamientos de Chile con Bolivia por el tema marítimo en los años 1950, 1975 o en 2006 con la agenda de los 13 puntos de la expresidenta Bachelet?

-Es que eso es lo inexplicable. En eso es en lo que nosotros estamos absolutamente al debe. Chile ha tenido una política muy zigzagueante, cuando debía haber mantenido siempre lo que dijo desde que Bolivia comenzó a impugnar un tratado absolutamente válido, que hasta el día de hoy es plenamente vigente. Yo lo atribuyo a que no tenemos una diplomacia profesional como existe en Perú, por ejemplo, o en Brasil, donde desde la cabeza de la Cancillería hasta el último son profesionales de carrera. Cuando la diplomacia no es profesional y cuando no se conoce la historia es cuando se involucran en estas cosas.

-En la agenda de los 13 puntos tuvo mucho protagonismo Alberto van Klaveren, actual ministro de Relaciones Exteriores…

-El asunto, por ejemplo, de la agenda de los 13 puntos, cuando ponen el tema por primera vez en la historia, en el año 2006, es por buenismo. En el fondo siempre hemos pecado de buenistas. Los bolivianos, que son muy vivos, por lo menos han sido constantes en su política (aunque muy equivocada).

-Actualmente hay acercamientos, conversaciones o negociaciones soterradas con Bolivia sobre diversos asuntos. Para Chile la reconducción de migrantes ilegales es un tema fundamental. El Presidente Boric, el canciller van Klaveren y la subsecretaria de la cartera, Gloria de la Fuente, ven con optimismo las negociaciones. “Hemos avanzado” o hay “disposición real”, han dicho. ¿Le parece que el Gobierno pueda estar pecando de ese “buenismo”?

-Yo creo que sí. Yo creo que eso se va a seguir produciéndose eternamente mientras no se mantenga una posición muy clara y muy sólida, y no se haga de esto una doctrina que sea mantenida por equipos permanentes en la Cancillería. Bolivia es un país que en muchos aspectos es muy poco organizado. Sin embargo, cuando se trata de asuntos vecinales con Chile, ahí ha habido una continuidad enorme. Eso, desgraciadamente, en Chile no lo podemos hacer, porque no existen cancilleres de carrera. Hemos tenido uno en toda nuestra historia y el último fue en el siglo pasado, en los años 80.

-Por último, ¿qué le pareció el memorándum de entendimiento entre Bolivia e Irán sobre asuntos de defensa? Trascendió que incluye la provisión de drones iraníes para el resguardo de la frontera boliviana. ¿ Chile debería tomar cartas en el asunto?

-Sin duda alguna. No hay que olvidar lo que mencioné al comienzo, el tratado secreto que hizo Bolivia en 1873 con Perú. Este acuerdo que tiene Bolivia con Irán también es un acuerdo secreto, no se conocen sus términos. Entonces es un asunto que Chile tiene que mirar con muchísima atención, porque un tratado cuyas disposiciones no se conocen, no se han dado a conocer, y que involucre materias de defensa con una potencia extracontinental por parte de un vecino, por cierto que tiene que ser un asunto de interés y de preocupación para Chile.