El accidente de la avioneta, ocurrido en la región de Aysén y que no dejó sobrevivientes, trajo a la memoria otras tragedias que se han registrado en la zona sur y que cada cierto tiempo impactan a la comunidad.
A lo menos un mes se demorarán en la identificación de los cuerpos en el Servicio Médico Legal de Aysén, con el apoyo de un genetista especializado y todo el equipo multidisciplinario en la zona que trabaja activamente en reconstruir la historia odontológica y de ADN de las víctimas.
Son las consecuencias de la caída del avión, que iba en viaje privado de Coyhaique y Chile Chico, en un accidente que aún tiene impactado al país, como lamentablemente ya ha ocurrido en otras ocasiones y en otros puntos de la zona sur del territorio nacional.
Por ejemplo, en marzo pasado capotó una avioneta Cessna en el sector El Vergel, en la precordillera de la región de Los Ríos, a solo minutos de haber despegado desde una pista privada para realizar un vuelo de instrucción.
A su vez, uno de los accidentes más emblemáticos -que quedó grabado en el recuerdo de los puertomontinos- fue el ocurrido a las 10:50 horas del 16 de abril del 2019, con el estruendo de un avión Britten-Norman precipitándose contra una vivienda, en medio del sector urbano de la capital regional de Los Lagos y a solo metros de un establecimiento educacional, donde instantes antes los niños habían estado jugando en el patio.
Solo 36 segundos alcanzó a mantenerse en vuelo la aeronave, que según la investigación posterior daría cuenta de problemas de agotamiento de combustible en los estanques dispuestos en las alas, sumado a una posible deficiente marcación en el tablero y las decisiones del piloto.
En específico, la tragedia dejó un saldo de seis personas muertas, mientras que el Departamento de Prevención de Accidentes de la Dirección General de Aeronáutica Civil estableció la difusión de este suceso con fines preventivos.
A ello, se sumó la recomendación a los operadores de la reubicación de los indicadores de cantidad de combustible de los estanques de punta de ala, reforzar los procedimientos de emergencia y un reentrenamiento a los pilotos de la empresa para una operación segura.
A su vez, la región de la Araucanía también sabe de estas tragedias: 20 de enero del 2017 y una avioneta monomotor se precipitó en una zona boscosa entre Villarrica y Lican Ray, con cuatro personas en su interior -dos de las cuales fallecieron- al caer a tierra cuando se encontraba a unos 2 mil metros de altura.
Otra situación ocurrió en febrero de este año, en dependencias del Aeródromo de Villarrica, en un vuelo rutinario con el piloto y siete paracaidistas en su interior, debieron realizar un aterrizaje de emergencia, sin lesionados, pero con Bomberos acudiendo al lugar para controlar el derrame de combustible.
En la región del Bío Bío, este tipo de accidentes tiene su propio “triángulo de las Bermudas” en los 34 kilómetros que separan Isla Mocha de Tirúa, incluso con reconocidos y experimentados pilotos que realizaban regularmente ese trayecto.
En dicha ruta, cuatro personas fallecidas dejó un accidente ocurrido el 23 de abril del año pasado, mientras que en 2021 otra avioneta capotó en medio de un sistema frontal con fuerte viento, sin lesionados.
Uno de los hechos más recordados fue el que tuvo lugar la tarde del 6 de octubre del 2013, cuando el Cessna 172 pilotado por Mario Hahn -reconocido piloto del área-, con cuatro pasajeros a bordo, estremeció a la zona araucana y cuyos restos nunca fueron encontrados.