José Antonio Viera-Gallo, embajador de nuestro país en Argentina, zanjó la polémica respecto a la instalación de paneles solares argentinos en territorio chileno que el presidente Boric presionó retirar a la “brevedad”. Aseguró “no va a tener ninguna influencia” en la relación entre ambos países.
Si bien el ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, confirmó que ya se retiraron los paneles solares trasandinos erróneamente instalados en territorio nacional, la polémica duró días y se especuló con una posible tensión en las relaciones con el país vecino.
Sin embargo, Viera-Gallo, que asistió a las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara por la conmemoración del Tratado de Paz y Amistad de 1984, sostuvo “las cosas volverán a su total normalidad”, añadiendo que “nunca hubo un impasse, sino un malentendido, y supongo que eso quedó superado”.
¿Cómo surgió la controversia?
Recordemos que la semana pasada, Chile reclamó formalmente a Argentina por la construcción del “Puesto de Vigilancia y Control de Tránsito Marítimo Hito 1”. Esto porque la base militar, precisamente unos paneles solares de la misma, se ubicaron en más de 3 metros en territorio nacional.
Ante eso, el pasado miércoles 12 de junio, el embajador argentino en Chile conversó con Radio Bío Bío y admitió el error, pero dijo que “moverla no sería posible y habría que esperar hasta el verano”.
En respuesta, la ministra vocera de Gobierno, Camila Vallejo, estimó que esperar hasta dicha fecha era “mucho tiempo”. Sin embargo, la disposición de Argentina cambió cuando ayer, aun en gira internacional, el presidente Boric zanjó la situación: “O los sacan ellos, o los sacamos nosotros”.
Sin segundas intenciones
Hoy, Viera-Gallo quiso acabar con cualquier especulación y afirmó que todo se trató de “un error” sin segundas intenciones, además explicó:
“El límite no tiene una expresión material, solo hay un cerco (que no indicaba el verdadero límite), entonces el límite georreferencial lo sabe la gente de la dirección de frontera y límites, y lo sabrán ambas cancillerías, más los altos mandos de las fuerzas armadas. No lo saben quienes viven ahí, entonces ellos daban por bueno que el cerco era el límite“.