El árbitro ya anunció los descuentos del primer tiempo del gobierno de Gabriel Boric y, al realizar un compacto de las principales jugadas, lo más probable es que la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado sea una de las que más resalten.
Este hito —siguiendo con el lenguaje futbolero— tornó de pierna fuerte el encuentro. Ambas escuadras, oficialismo y oposición, sacaron chispas al discutir sobre la figura de Salvador Allende y la inevitabilidad del bombardeo a La Moneda.
Sin embargo, este ambiente caldeado parece estar sólo en la cancha y no en las gradas. “La polarización es de la clase política y no de la población en general”, sostiene el analista Axel Callís, marcando una fuerte diferencia respecto a la década de 1970.
En ese sentido, los jugadores tendrán que retomar el diálogo para concretar sus respectivos propósitos. En el caso de Boric, el objetivo es claro: sacar adelante las reformas emblemáticas que prometió en su programa presidencial.
Ahora, ¿se puede seguir conversando en medio de esta fricción? Para Marco Moreno, director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central, no es que “se termine el 11 de septiembre y, de forma mágica, cambie el panorama”.
“Tiende a haber un escenario de continuidad, por lo que podemos prever que esta grieta se seguirá profundizando durante las próximas semanas”, agrega.
Pero el técnico —si lo hay— del equipo oficialista no puede esperar más. Con unos 2024 y 2025 cargados de elecciones, este es el momento de tomar las riendas del partido para intentar convencer a la derecha.
El día después del 11 de septiembre
El 8 de marzo pasado se concretó la primera gran derrota del Gobierno en la Cámara: la anhelada reforma tributaria era rechazada en su idea de legislar por apenas dos votos.
Cinco meses más tarde, el presidente Gabriel Boric presentó el nuevo pacto fiscal desde un cité de Independencia, aunque el eslogan “quienes tienen más, pagarán más” permaneció inalterable.
Otra de las iniciativas claves del mandatario apunta a las pensiones. Si bien no se ha destrabado el destino del 6% de cotización adicional con la oposición, la ministra Jeannette Jara confirmó que las indicaciones a la reforma previsional se presentarán tras el alborozo de Fiestas Patrias.
Y se podría seguir. La ley corta de isapres y el Presupuesto 2024 son otros de los desafíos que enfrentará el Ejecutivo durante los próximos meses. Ante este escenario, la consigna parece ser una sola: dejar atrás las rencillas que desencadenó el 11 de septiembre.
El senador Juan Luis Castro (PS) señala que “la única forma de abordar las grandes reformas es generando mayoría. Es el momento, superados los acontecimientos conmemorativos, de iniciar una agenda de diálogo para tener esas mayorías en las cámaras”.
A pesar de ello, desde la vereda contraria ya sacan la artillería. El diputado Agustín Romero (Republicanos) asegura que el ambiente de división creado —según sus palabras— por el Gobierno pasa a segundo plano. “Yo creo que las reformas tienen problemas porque son malas”, remata.
Esta tesis es compartida por Frank Sauerbaum (RN), quien afirma que “le hemos pedido al Gobierno que cambie la agenda. Le advertimos del rechazo a la reforma tributaria y ahora a la previsional, pero no escucha. Que no nos echen la culpa a nosotros de que sus reformas no avanzan”.
Ya sea por la polarización o el fondo de los proyectos, Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política y académico de la Universidad de Talca, tiene una posición pesimista respecto a la tramitación de las reformas de aquí a diciembre.
“Lo más probable es que este año no pase nada. Por nada entendemos el bloqueo a una reforma tributaria, a una reforma previsional y a un eventual rechazo a la nueva Constitución”, indica.
Así las cosas, el especialista explica que “el Gobierno se va a tener que rearmar a partir de marzo para iniciar el nuevo año legislativo, pero el gran problema es que va a tener encima las campañas electorales y la declaración de las candidaturas presidenciales”.
El calendario que complica a Gabriel Boric
Tras la conmemoración de los 50 años, el presidente Boric comenzará a mirar de reojo el calendario electoral. Tres meses exactos quedan para el plebiscito, el cual definirá si la propuesta de Constitución liderada por Republicanos se ratifica o cae en el olvido como su antecesora.
Pero no es el único proceso. Cerca un año resta para los comicios de alcaldes, gobernadores y consejeros regionales, que hasta ahora se realizarían el domingo 27 de octubre de 2024. Además, la agenda de 2025 estará marcada por una nueva carrera a La Moneda.
“Los gobiernos en Chile tienen dos años para gestionar, administrar y sacar adelante su agenda, mientras que los otros dos son para enfrentar las campañas electorales”, asevera Mauricio Morales.
Aun así, Marco Moreno califica de “sui géneris” a la actual administración, ya que —tomando en cuenta ambas instancias constituyentes— le tocará enfrentar elecciones en sus cuatro años de mandato.
Desde el oficialismo reconocen que el reloj corre el contra del Gobierno, ya que debe sacar adelante sus principales reformas antes de que comience el espiral de votaciones.
El diputado Jaime Sáez (RD) espera que se ingrese una batería de proyectos después del 18 de septiembre y avanzar durante el último trimestre en lo que genere mayor consenso.
“Para marzo o abril del próximo año habría que dejar el tema tributario, donde hay un debate más abierto y todavía el consenso no es mayoritario”, apunta.
Por su parte, Luis Cuello (PC) deposita la responsabilidad en la oposición. “Deberían evaluar muy bien cuáles serán sus próximos pasos en torno a las reformas. Si tienen la actitud de boicotearlas, eso puede traer aparejado un alto costo político para ellos”, estima el parlamentario.
No obstante, ¿a quién perjudica que el programa de Apruebo Dignidad se estanque? De acuerdo a Marco Moreno, es responsabilidad del Gobierno priorizar y demostrar algún logro de cara al proceso electoral. “Probablemente, va a tener que ver con la reforma de pensiones”, vaticina.
Por contrapartida, Axel Callís, director de la agencia de investigación Tú Influyes, considera que “lo más importante para la derecha es no entregarle ninguna posibilidad de triunfo al Gobierno”.
¿Un gobierno de administración?
El escaso tiempo disponible no es el único factor que perjudica los intereses del Gobierno. Según algunas voces, el carácter del presidente Boric también es una cuestión a analizar.
Ad portas del 11 de septiembre, el jefe de Estado protagonizó algunos cruces con la oposición. El primero de ellos surgió a partir de sus críticas hacia el fundador de Renovación Nacional, Sergio Onofre Jarpa, acusando que murió en impunidad por su vínculo con la dictadura.
Luego vino una polémica comparación entre las muertes de Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista, y el general (r) Hernán Chacón, quien se quitó la vida tras ser condenado por el homicidio del cantautor Víctor Jara.
De acuerdo al diputado Jorge Alessandri, Boric y La Moneda emprendieron un “baño de remordimiento, odio y división”. A este se sumó Agustín Romero, afirmando que el mandatario “se levanta como Patricio Aylwin y se acuesta como el Che Guevara, así que no ha encontrado el tono”.
Este ambiente es captado por el analista Marco Moreno, quien llama al Presidente a ejercer acciones para romper este estado de “inercia” con los partidos que no conforman su coalición.
“Su función de jefe de Gobierno es liderar este proceso y actuar de manera mucho más estratégica, evitando el lenguaje adversarial que a veces tiene”, señala.
Uno de los rostros políticos que más admira Gabriel Boric es el de Salvador Allende, lo que quedó demostrado en la conmemoración de los 50 años. Dado ese escenario, el senador Juan Luis Castro recuerda que el líder de la Unidad Popular no logró materializar cambios por la falta de acuerdos.
“Salvador Allende no pudo establecer la mayoría social y política, porque no tuvo esa mayoría legislativa ni ciudadana en su época. Hoy, el Gobierno corre el riesgo de quedarse atrapado en ser un gobierno de administración si renuncia a construir mayorías en el presente”, sostiene.
Pero Marco Moreno hace un alcance: no sólo se necesita acortar distancia con la oposición, sino también ordenar la propia casa.
“Hay una coalición frágil y Gabriel Boric tiene que asumir un liderazgo. Estos días se lograron cohesionar más en torno a lo que era el 11 de septiembre, pero terminado eso vuelven a aparecer las diferencias”, advierte.
Estas diferencias se han podido evidenciar sobre todo en la agenda de seguridad. Esto queda demostrado, por ejemplo, en el proyecto para sancionar el porte de combustibles durante manifestaciones sociales y en la denominada Ley de Usurpaciones.
Si embargo, el diputado Jaime Sáez asevera que “dentro del oficialismo hay una unidad evidente, particularmente respecto del pacto fiscal y de hacia dónde tienen que estar orientados esos mayores recursos: pensiones, reducir listas de espera en salud y entregar seguridad ciudadana”.
El no de la oposición a Boric
Pero no sirve que Gabriel Boric marque los números en su teléfono si no hay respuesta al otro lado de la línea. La cuarta pata de esta mesa tiene que ver con el rol que asumirá la oposición de aquí a octubre de 2024.
El Partido Republicano y Chile Vamos no han logrado puntos de encuentro con el Gobierno en la tramitación de las reformas tributaria ni previsional. Ya se mencionó el fracaso que obtuvo el oficialismo en el primer caso, mientras que en el segundo no parece haber una salida distinta.
“La derecha está completamente republicanizada y eso no augura nada productivo, sino más bien la no llegada a acuerdos de ningún tipo”, asegura Axel Callís.
Tomando como referencia la modificación que impulsa el Ejecutivo al sistema de pensiones, el sociólogo observa que “cuando la derecha dice que el 6% tiene que ir a las AFP, claramente es decir que no quiere negociar, porque en una negociación algo se tiene que entregar”.
Y así parece ser. Algunas partidos como la Democracia Cristiana proponen un 3% a las cuentas individuales y la otra mitad a solidaridad. Por otra parte, Demócratas planteó la posibilidad de destinar un 4,2% al bolsillo de cada trabajador y un 1,8% a un seguro de longevidad.
Pese a esto, desde la derecha no encuentran otra opción que no sea dirigir la totalidad del porcentaje a capitalización individual.
“El Presidente va a tener que conformarse con criterios de realidad, como lo hacen los verdaderos estadistas, para ver qué cosas puede sacar adelante. Por ejemplo, hay un consenso en que podríamos avanzar en PGU, pero no lo hay para nada en el tema del 6% adicional”, indica el diputado Romero.
Quien respalda esta posición es Frank Sauerbaum, quien declara que su partido ha liderado las negociaciones con La Moneda, pero que “se presentan proyectos ideológicos, poco prácticos e insostenibles en el largo plazo. En ese sentido, es poco lo que podemos avanzar”.
Con todo, restará ver cómo se recomponen las relaciones entre dos sectores que, transcurrido medio siglo desde el quebrantamiento de la democracia en Chile, no parecen cederse un metro en la cancha de la política.