Tal como durante su última administración, Sebastián Piñera subió al avión presidencial y de inmediato se dirigió a la prensa acreditada que viajaba también rumbo al cambio de mando en Paraguay, acompañando al actual jefe de Estado, Gabriel Boric.
A los habitantes de “La Copucha”, como se le dice a la oficina destinada para la prensa acreditada en La Moneda, les era familiar ver al ahora exmandatario acercarse a los periodistas para hacer comentarios informales.
Sin embargo, más allá del déjà vu, también una serie de especulaciones empezaron a circular, especialmente en redes sociales, no solo en torno a su viaje, sino por el hecho de haber sido invitado por el actual inquilino de La Moneda.
Según confirmaron fuentes de su entorno a BioBioChile, el viaje lo realizó por invitación del nuevo presidente paraguayo, Santiago Peña, quien asumió el cargo en reemplazo de Mario Abdo.
Cabe destacar que ambos son políticos conservadores. Incluso, el saliente mandatario es parte del Grupo Libertad y Democracia, que reúne a expresidentes sudamericanos de tendencia derechista, como el propio Piñera, además de Felipe Calderón (México), Mauricio Macri (Argentina), Iván Duque (Colombia) y Jeanine Añez (Bolivia), entre otros.
Se trata de un “grupito” de políticos que intentan ser un contrapeso del Grupo de Puebla, que lo integran políticos progresistas, como por ejemplo Alberto Fernández (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Lula Da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador).
Volviendo al tema del viaje, lo cierto es que para Cancillería y el Gobierno no pasó desapercibido que Piñera también iba a estar presente en Asunción, por lo que no desaprovecharon la oportunidad de invitarlo a viajar con la delegación oficial, pensando también en la reunión de Boric con Chile Vamos y la urgencia que tiene La Moneda por firmar una tregua con la oposición.
De todas maneras, la idea de dar una señal republicana no cayó bien en las huestes más a la izquierda, quienes le reprocharon al actual mandatario su “vuelta de chaqueta”, que pasó de advertirle “Señor Piñera, está avisado, se le va a perseguir por las graves violaciones a los Derechos Humanos cometidas bajo su mandato”, a invitarlo a viajar juntos.
Pero en La Moneda poco importan esas críticas, más que mal ahora lo que le urge es lograr la aprobación de la reforma a las pensiones y el denominado Pacto Fiscal, para lo cual necesitan algunos votos de la oposición, no de los vociferantes críticos del viaje.
Viaje con el presidente Boric: un cambio de estrategia
Más allá del revuelo por el viaje de Piñera junto a Boric, lo cierto es que en el último tiempo Piñera ha dejado su silencio refugiado en sus oficinas de la Fundación Futuro, para poco a poco intentar tomar cierto protagonismo.
La primera señal fue una entrevista hace unas semanas en La Tercera, donde aprovechó de hacer un llamado a la oposición a unirse en un frente común, incluyendo no solo a Chile Vamos, sino que también a Republicanos, Amarillos, Demócratas y Partido de la Gente.
No obstante, sus dichos le acarrearon más críticas que elogios, incluso por parte de su antigua coalición con la que gobernó.
De hecho, desde el interior de Chile Vamos echaron a correr el rumor de que Piñera estarían intentando volver a posicionarse, engolosinado por los resultados de las últimas encuestas, donde ha ido experimentando un alza.
Según el trascendido, su idea es ubicarse como una opción a otros eventuales contendores, como Evelyn Matthei y Rodolfo Carter. La primera, quien ya no esconde sus deseos de competir nuevamente, gracias a su buena evaluación en los sondeos, mientras que el alcalde de La Florida sería una especie de “tapado” del Partido de la Gente (PDG).
José Antonio Kast, en tanto, sería un rival a vencer en una eventual segunda vuelta, ya que sin ser adivinos, es claro que repetirá la fórmula de las elecciones pasadas, evitando una gran primaria en la oposición.
Pero lo cierto es que fuentes consultadas por BioBioChile descartaron tajantemente alguna aspiración presidencial de Piñera, la menos por ahora, menos aún querer competir por un escaño en el Senado, algo que sería un retroceso en su carrera política.
De todas maneras, más de alguna fuente insisten en que el expresidente es un “especulador” que va un par de pasos más adelante, por lo que tampoco hay que descartarlo, más aún con el desempeño que ha tenido la actual administración de Gabriel Boric.
Las razones del despliegue de Piñera
Pero entonces, ¿qué pretende Piñera con sus apariciones públicas y sus llamados al orden en la oposición?.
La verdad que sus cercanos, conocidos como parte del “piñerismo”, saben de los costos personales y políticos de su última aventura presidencial, por lo que hay una “espina clavada”, en especial, porque considera que fue “maltratado injustamente” por quienes ahora gobiernan.
Y, a su juicio, ese “maltrato”, derivó en que no tenga algún reconocimiento por su gestión en La Moneda, donde resalta que no solo debió lidiar con el estallido social, algo que ningún otro mandatario ha enfrentado, sino que también por la gestión de la pandemia. Esto se ve reflejado también en las encuestas, por ejemplo, la última CEP, donde tiene una evaluación positiva de un 38% y una evaluación negativa de un 31%.
A eso se suma sus inútiles intentos por encabezar a la derecha, donde a diferencia del oficialismo, donde el vacío de liderazgo es evidente, sí hay figuras que lo eclipsan.
De esta forma, considerar que Piñera pudiera ser un actor decisivo, como por ejemplo incidir en las listas de candidatos a las próximas elecciones parlamentarias, es prácticamente una utopía.
Ya no es relevante en Renovación Nacional y menos aún en Evópoli. Incluso, algunos de sus “enemigos políticos” están justamente en RN, donde tiene cuentas sin saldar. Paradojalmente, en la UDI hay un lote que le mira con simpatía, más que nada porque fueron los que llevaron la batuta en su anterior gobierno.
Piñera busca reconocimiento histórico
Así las cosas, algunos expertos coinciden en que las apariciones de Piñera son más bien un intento por “limpiar su imagen” y defender su legado no reconocido por la ciudadanía. Porque así como su compulsión por competir, al exmandatario también le gusta no pasar desapercibido.
“Las últimas apariciones del expresidente Sebastián Piñera hay que interpretarlas como una búsqueda desesperada de reconocimiento histórico. Él siente que lo que hizo durante sus dos mandatos no fue opacado por el manejo del estallido social”, explica Marco Moreno.
“Ni siquiera la forma exitosa en que se manejó la pandemia ha logrado revertir ese juicio negativo que hay respecto de Sebastián Piñera y su gobierno. Sigue recordándose por el estallido social y los efectos derivados del mismo”, agrega el director de la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central.
En ese sentido, enfatiza que en realidad Piñera tiene menos poder político o ascendiente en la derecha de lo que se le atribuye.
“No es un líder que pueda influir en las decisiones de la UDI y Renovación Nacional o Evópoli, sino que hay algunos que lo escuchan, pero no tiene un ascendiente sobre las decisiones que ahí se tomen”, sentencia Moreno.
“Entonces, más que buscar poder político o intentar volver a ocupar alguna responsabilidad, por ejemplo, del Parlamento, lo que él busca y todo lo que está haciendo es esta pulsión por reconocimiento histórico”, señala.
“Lo que él quiere es quedar en la historia como un Presidente que logró enfrentar exitosamente la pandemia, por ejemplo, u otros logros que ocurrieron durante su mandato, pero la historia la ha sido esquiva porque la gente sigue pensando en él y viéndolo como el presidente que no supo prever ni manejar adecuadamente lo que fue el estallido social”, acota.
“Es cierto que no es el único responsable, pero en política las cosas no son lo que son, sino lo que parecen. Y lo que parece es que él tuvo una importante cuota de responsabilidad”, concluye Moreno.