Una experta en derechos sexuales y prevención del abuso en personas con diversidad funcional, comentó el trabajo que ha hecho los últimos 20 años y las barreras o la estigmatización que viven estas personas.
Tras la muerte de sus padres, a los 17 años, la psicóloga argentina Daniela Mazor se mudó a Israel para estudiar Licenciatura en Psicología y Educación, donde también sacó una maestría en Trabajo Social y un doctorado en Filosofía.
A sus 44 años, Daniela se siente orgullosa del trabajo que ha realizado en torno a la prevención del abuso sexual en personas discapacitadas, o como ella prefiere llamarlas: “personas con diversidad funcional”.
A través de charlas y conferencias, la experta ha podido conversar sobre el derecho a la sexualidad y a la privacidad sexual de las personas con diversidad funcional, temas que trajo por estos días a nuestro país.
En conversación con BioBioChile, Mazor, quien lleva 20 años trabajando en estas materias, profundizó en la estigmatización en cuanto a la sexualidad de las personas discapacitadas.
“Cuando yo hago un taller o una capacitación para profesionales sobre el tema de derechos sexuales en personas con diversidad funcional, lo primero que hablamos es sobre eso, sobre lo profesional ¿Qué educación sexual recibieron? ¿Cuánto se hablaba el tema en las casas? Un poquito empezar por ellos mismos y luego hablamos justamente de este tema de los mitos sobre las personas con discapacidad”, relata la psicóloga.
“No me gusta que me digan lo que yo quiero escuchar, quiero que me digan lo que realmente piensan. Por ejemplo, el miedo. El miedo a que la persona no controle su sexualidad, el miedo a que son hipersexuales, el miedo a que son asexuales”, señala la profesional.
Estereotipos sociales
“A veces uno ve personas con discapacidad y dice ‘ay qué divinos que son’, ‘mira qué tiernos’, como algo de niños pequeños cuando estamos hablando de adultos. Y yo creo que cuando uno ve a un adulto como niño, automáticamente le puede referir ese tema de asexualidad o sexualidad de un niño”, añade la especialista.
Así también precisa que “todos los estereotipos sociales son muy negativos y que llegan a nosotros muchas veces a no dar esa atención y esa capacitación, justamente porque le estamos quitando ese derecho a la sexualidad”.
“El modelo social de la discapacidad habla de que para hacer un cambio no hay que cambiar a la persona, sino que cambiar el entorno”, agrega Mazor.
“Sentí que hay mucho miedo”
El 17 de julio pasado en Santiago, Daniela expuso el siguiente tema: “Mi cuerpo es mío: La prevención del abuso sexual en personas con diversidad funcional”, jornada en la cual sacó conclusiones sobre las dudas e inquietudes en torno a la sexualidad de las personas con diversidad funcional.
Aquí, Mazor también destacó la alta convocatoria y participación, donde sintió que la gente quería “escuchar, saber y preguntar” sobre el tema, y que “necesitan herramientas”.
“Sentí que hay mucho miedo ante esta realidad sexualizada que uno desconoce, porque nos criamos en generaciones diferentes. Sentí que hay ganas de, por un lado, prevenir el abuso y, por otro lado, hablar de la sexualidad sana. Sentí que hay mucho trabajo por hacer, pero yo creo que es algo mundial”, recalca la experta.
A juicio de Daniela, “el idioma sexual va avanzando tan rápido que tanto a nosotros, los profesionales expertos en el tema, y tanto a la gente que no es experta en el tema, pero lo vive el día a día con sus familias y requiere de mucha información y actualización continua”.
Gobierno y presupuesto para educación sexual
En cuanto al rol que juegan los Gobiernos para garantizar los derechos sexuales de las personas discapacitadas, Daniela dice que “lo más importante sería poner presupuesto para hacer programas integrales del tema de la educación sexual”.
“Una de las cosas en las que yo creo muchísimo también es en hacer un trabajo en conjunto, tanto con las personas como con los profesionales y las familias”, indica la experta.
Según Mazor, “hay lugares que necesitan, por ejemplo, que haya como un cierto acuerdo. Si estamos hablando de un instituto, que haya un acuerdo de lo que se puede hacer, lo que no se puede hacer, de cómo respetar siempre a la persona. Cuando hablamos de derechos sexuales hablamos también del derecho a la privacidad, por ejemplo. Y ese es un tema que yo trabajo mucho, de qué significa la privacidad”.
“A veces, por ejemplo, yo hablo con una persona y hablamos de derecho de privacidad, y le pregunto a las personas con diversidad funcional si tienen privacidad en la casa y me dicen ‘no sé qué es la privacidad"”, comenta la especialista.
En este sentido, Daniela entrega ejemplos de estos casos. “La puerta siempre abierta, el contacto físico no está hablado (…) Todo lo que él piensa tiene que contar, como que hay que trabajar muy básicamente el tema de lo que es el derecho a la privacidad y tratar de hacer un cambio en todos los entornos, no solamente explicarle a él lo que es la privacidad, sino que hablar con las familias de cómo respetarles su privacidad, enseñarle no solamente con lo que se dice, sino también con los actos”, detalla.
Barreras
En relación a cuáles son las principales barreras que limitan el ejercicio de los derechos sexuales de las personas con discapacidad, Daniela comenta que escribió sobre eso en un capítulo de un libro que salió en el 2015.
“Por un lado, la discapacidad muchas veces hace que la persona no pueda participar en cosas, a niveles que le cuesta físicamente, necesita ayuda, pero el verdadero problema, o sea, la persona no puede participar de forma igualitaria, no por su discapacidad, sino por la discapacidad de la sociedad, la discapacidad del entorno”, señala Mazor.
“Uno de los temas, por ejemplo, que tratamos mucho en Israel, es hacer accesibles las diferentes clínicas para la salud de las mujeres, que haya ginecólogos y ginecólogas, con camas que sean accesibles. No solamente la cama, sino el personal de trabajo, los profesionales”, puntualiza la psicóloga.
En tanto, Mazor también se refirió al tema de la falta de información en los padres y las familias. “Yo no culpo, porque digo, no es culpa de ellos (…) es muy importante también ayudar a acompañar a estas familias en este proceso”, manifiesta.
“Cuando yo trabajo con una pareja que el niño está por cumplir los 13 años, por ejemplo, empieza a desarrollarse sexualmente y ellos están llenos de miedos. Lo que necesitan es información, acompañamiento”, explica Daniela.
“Normalizarles ese miedo, no juzgarlos, no decirle ‘a ustedes no les permiten aprovechar su derecho a la sexualidad’. Es acompañar, es entender por qué les cuesta”, indica la experta.
Diversidad funcional
Respecto a por qué se les llama personas con diversidad funcional, Mazor dijo que “los términos han cambiado mucho. Yo me acuerdo cuando era pequeña se decía inválidos. Era el término que se usaba para hablar de personas con discapacidad. Imagínate lo que significa ser inválido, una persona sin valor”.
“Lo primero y principal es que es una persona, no es un discapacitado. Ahora el tema está en decir discapacidad o necesidades especiales o diversidad funcional. Otra vez se van cambiando estos términos. Si me preguntas a mí, lo más importante es el trato y el respeto, explica.
Enfatizando en que “la discapacidad no los define a ellos, es una parte de ellos”.