Después de 10 años de voto voluntario, el plebiscito de salida del proceso constitucional se realizó con voto obligatorio. Si bien sería de forma excepcional, ya hay voces que quieren el retorno de la obligatoriedad. "Nunca más una elección con voto voluntario”, expresó Ximena Rincón.
Desde que el 23 de enero de 2012 se promulgó en Chile la inscripción automática en los registros electorales y el voto voluntario, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, la participación ciudadana en las votaciones rara vez superó el 50 por ciento.
Sin embargo, el país aprendió a convivir con esa nueva realidad electoral al punto de que a muchos les sorprendió que, a diez años de ese hito, el plebiscito de salida del proceso constituyente volviera a la vieja práctica del voto obligatorio, trayendo consigo una multa de hasta 180.000 pesos en caso de no cumplir con el deber cívico.
En concreto, esta decisión tenía el objetivo de legitimar de forma irrefutable la decisión de la ciudadanía respecto a la propuesta constitucional que debía reemplazar a la Constitución de 1980, firmada por Augusto Pinochet, y sus posteriores reformas del año 2005, firmadas por el socialista Ricardo Lagos. Y lo logró de manera apabullante en términos de números y de participación ciudadana.
Asistencia histórica
Cerca de 13 millones de chilenos, más que nunca antes en la historia en números totales, votaron este 4 de septiembre, incluidos más de 50 mil en el extranjero, y fueron ellos quienes decidieron rechazar el documento redactado por los 154 constituyentes elegidos poco más de un año antes para esa tarea.
El resultado fue una sorpresa para todos en el país. En parte porque era la primera elección con voto obligatorio en una década, y en parte porque minusvaloraron que los sectores populares, los que mayoritariamente dejaron de participar en los procesos electorales con el voto voluntario, iban a volver a las urnas rechazando una propuesta que parecía diseñada precisamente para favorecerlos a ellos.
En ese contexto, la importancia de la participación ciudadana volvió a la palestra. Casi con seguridad la reposición del voto obligatorio se tomará la agenda noticiosa en los próximos días.
La senadora Ximena Rincón, que apoyó el Rechazo, lo dijo en su discurso de celebración: “Nunca más una elección con voto voluntario”. El fin de la era de cumplir de manera voluntaria parece acercarse, en gran medida debido al carácter legitimador que tiene una amplia participación de la ciudadanía.
Un futuro entre todos
Quedará para estudios posteriores, con más datos a la mano, ver si la participación de los inmigrantes que ya llevan más de cinco años establecidos en Chile (especialmente los venezolanos) movió la aguja en una u otra dirección, así como por cuál opción votaron los más jóvenes, o cuánto pesó el regreso de los adultos mayores a las urnas, tras la relativa normalización que vive el país respecto a la pandemia del coronavirus.
Por otro lado, habrá que estudiar qué hizo que, esta vez, el voto en el extranjero fuera diametralmente opuesto al de los chilenos dentro del país. ¿Vieron algo en la propuesta constitucional que en Chile no se veía, o quizás les falta una conexión directa con el día a día que se vive en las calles?
Algunos analistas estiman que la votación fue una suerte de plebiscito sobre el Gobierno más que sobre la Carta Magna, y tampoco es descartable que la ciudadanía votara pensando en la contingencia (crisis migratoria, economía a la baja, alza de la delincuencia) más que en lo que en el extranjero se llamó “la idea constitucional más de avanzada del mundo”.
Independiente de lo que concluyan las autoridades respecto a los pasos a seguir tras el triunfo del rechazo, la lección clara que se saca de este proceso es la importancia de la participación masiva de la ciudadanía a la hora de decidir el futuro de un país. Sirve no solo como un ejercicio de mancomunidad, sino también como un sello de garantía de que lo decidido cuenta con el aval de una apabullante mayoría que, aunque en parte empujada por el voto obligatorio, decidió un camino para escribir los nuevos días de Chile.