Ocho excancilleres de centro izquierda cuestionaron la propuesta de Gabriel Boric en materia de tratados internacionales, luego que el abaderado presidencial se mostrara abierto a revisar los pactos comerciales internacionales.
Si bien advirtió que la idea no es hacer “borrón y cuenta nueva”, opinó que algunos “han impuesto condiciones a Chile, que desde nuestra perspectiva pueden ser desventajosas”.
A través de una declaración pública, los exministros Soledad Alvear, Mariano Fernández, Carlos Figueroa, Alejandro Foxley, José Miguel Insulza, Heraldo Muñoz, Juan Gabriel Valdés e Ignacio Walker, calificaron como desventajosa la revisión de los tratados.
“Durante los últimos meses hemos constatado que se repite la afirmación de que Chile revisará sus tratados comerciales y de inversión, como si estos fuesen imposiciones agraviantes del resto del mundo a nuestro país, o bien que impedirían una nueva estrategia de desarrollo, condicionando la capacidad del Estado para desarrollar políticas públicas destinadas a enfrentar la desigualdad que caracteriza a Chile. Esto es una falacia“, sentencian.
En esa línea, el excanciller Heraldo Muñoz, aseguró que esa visión es una falacia dado que varios de los tratados que se han tomado incluyen tópicos como pymes, medio ambiente, igualdad de género.
Por lo mismo, Muñoz opinó que apartarse de éstos, significa debilitar la inserción de Chile.
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El también excanciller, Ignacio Walker, manifestó además que esto afecta al prestigio del país, dado que son tratados bilaterales que Chile ha suscrito durante 30 años generando bienestar a la nación.
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En paralelo, Walker enfatizó en la importancia de lo que se discuta al respecto en la Convención Constituyente, para que pueda reafirmar la vocación de Chile de integración en la economía internacional.
Al respecto, el analista internacional Fernando Wilson, académico de la facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, coincidió con la visión de los excancilleres, señalando que la política exterior de un país tiene que ser de Estado, es un modelo de inserción global, por lo que no se puede tomar como un juego ya que afecta su credibilidad.
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Por último, Wilson dijo que es una visión propia del comunismo, pero que demuestra una falta de comprensión a las implicancias políticas que esto conlleva.