Mirta Ardiles, acusada de asesinar y quemar a su propia hija, está en el hospital de la cárcel de La Serena. No está enferma ni tiene lesiones. Pero debió ser separada del resto de las internas. Se queja porque otras reclusas le gritan insultos. No puede salir al patio y tampoco tener reuniones virtuales. La historia es de la Unidad de Investigación de BioBioChile.
“Prefiero quedarme en la pieza y quedarme ahí porque me siento más tranquila y más segura. Si yo afuera sé que no puedo salir a los otros lugares”.
Así es la rutina diaria que dice vivir Mirta Ardiles en la cárcel de La Serena. La mujer está imputada por asesinar a su propia hija, Melissa Chávez (12), de 11 estocadas en el cuerpo, para luego prender fuego al colchón donde se encontraba. Murió calcinada.
Sus quejas quedaron plasmadas en una audiencia ante el Juzgado de Garantía de Coquimbo, donde solicitó mejorar sus condiciones carcelarias.
Según consta en los archivos judiciales, la imputada está separada de las otras reclusas en el Hospital Penal desde febrero 2021, pese a que su último informe médico evidenció que está en buenas condiciones y que tampoco tiene lesiones. ¿La razón de su estadía? Gendarmería decidió separarla del resto de la población penal para proteger su integridad física.
Incluso recomiendan trasladarla a otro recinto penal fuera de la región, al tratarse de un caso de alta connotación social.
Necesidades básicas
Hasta hace casi dos semanas Ardiles tenía derecho al baño del Hospital Penal desde las 07:00 AM hasta las 19:00 horas. Después el servicio cerraba por precaución. Algunas veces, acusó su abogado, ella debía utilizar un basurero para hacer sus necesidades básicas.
Todo cambió luego de que la magistrada Carolina Baroncini, previo a la audiencia, ordenara modificar los horarios.
La misma jueza mantuvo una breve conversación con la mujer durante la instancia:
-¿El baño a qué hora cierra?
-El baño desde que yo entré al Hospital Penal cerraban a las 19:30 horas hasta el otro día que lo abrían a las 7:30 de la mañana cuando iban a dar los medicamentos. Igual habían funcionarias en la noche que iban como a las 2:00 de la mañana a hacer las rondas si una quería entrar al baño, pero ahora con la resolución que dio usted el día domingo 15 de agosto, ya el baño se maneja las 24 horas del día.
Como la imputada no podía traspasar el patio o los pasillos sin recibir gritos y amenazas de las otras reclusas, tampoco podía acudir a audiencias virtuales: la sala habilitada para ello siempre estaba con otras encarceladas.
“La interna no puede ser conducida al sector de Estadística, en donde se realizan las entrevistas virtuales de los internos en su defensa, puesto que se pone en riesgo su integridad física al encontrarse amenazada por gran parte de la población penal”, versa uno de los informes que allegó Gendarmería al proceso judicial.
Tampoco se siente cómoda fuera del hospital de la cárcel. Prefiere no salir al patio y estar lo más alejada posible del resto de las internas, quienes le hacen notar su molestia cuando caminan cerca de ella.
La magistrada le consultó:
-¿Usted tiene posibilidad de ver la luz, no por la ventana, de tomar aire?
-La verdad que se puede salir, pero en lo definitivo yo lo conversé con la funcionaria (…) El lunes me tocó hacerme exámenes e igual estaban otras internas y prefiero mejor evitarme todos esos momentos. Prefiero quedarme en la pieza y quedarme ahí porque me siento más tranquila y más segura. Si yo afuera sé que no puedo salir a los otros lugares.
Cultura carcelaria
En la audiencia, Gendarmería también presentó sus argumentos. En voz de Jessica Vargas, la institución explicó que las decisiones no se toman al azar y que la estadía en la unidad hospitalaria es única y exclusivamente por estrictas medidas de seguridad. Y por orden del nivel central.
“A través de la cultura carcelaria se ha visto las agresiones a ese tipo de delitos por lo cual se quiere evitar. En ese sentido lo que se hace es apartar a la interna (…) Ella se encuentra en una Unidad Penal que es de la misma región donde se produjo el delito que se está investigando y es un delito de alta connotación publica”, esgrimió Vargas.
Prosiguió diciendo que si bien no existen amenazas concretas, cada vez que Mirta sale a algún lugar las internas comienzas a gritarle y amenazarla. Por eso es que nunca se ha llevado a las audiencias virtuales, ya que tendría que bajar hasta el sector de entrevistas donde hay otras internas.
No obstante, Vargas explicó que ante la insistencia de la defensa, podrían generar de vez en cuando una entrevista virtual, aunque para ello tendrían que sacar a toda la población femenina, llevar custodia directa y establecer un despliegue de seguridad de personal que no tienen.
“Si ella está en el hospital hay cero posibilidad de horas de luz. Nosotros no contamos con personal y no hay espacios físicos para llevarla. La única alternativa es llevarla al patio, y en el patio ocurren estas situaciones. En el patio tendríamos que llevarla a un sector donde también tendríamos que aislarla”.
La conclusión de gendarmería fue tajante: “La única forma de poder otorgarle una reclusión digna a la interna y que se encuentre en unas buenas condiciones es cambiándola de Unidad Penal. En ninguna otra Unidad Penal de la región va a poder estar junto con la población penal normal”.
Resoluciones finales
Pese a todo lo expuesto, el abogado defensor dijo que ellos eran los menos interesados en tener reuniones virtuales porque en casos complejos como el suyo, no les parecía una plataforma segura. Lo que sí pidieron fue tener acceso telefónico.
Por lo mismo, el tribunal resolvió ordenar a Gendarmería coordinar el contacto telefónico entre Mirta y su abogado defensor de forma semanal.
En cuanto a la luz solar que fue solicitada en un principio, se dejó constancia finalmente que Ardiles “desea permanecer en el hospital penitenciario y que no desea salir al patio“, por lo que seguirá sus días a la sombra.
Los hechos
Mirta Ardiles está imputada por dos delitos de: parricidio e incendio con resultado de muertes y/ lesiones, contra su hija Melissa Chávez, quien fue asesinada el 26 de noviembre de 2020 a los 12 años en su casa en Coquimbo.
Según los antecedentes de la causa, la menor recibió 11 estocadas en distintas partes del cuerpo, principalmente en la cabeza. Todas fueron consecutivas y coetáneas, provocándole una hemorragia, pero no la muerte inmediata.
Sus lesiones pudieron tratarse, pero mientras Melissa agonizaba -según se acusa- Ardiles comenzó un incendio en el colchón inferior de la litera donde se encontraba la menor.
Minutos antes la imputada se retiró del lugar y una parte de la habitación quedó consumida.
Aguarda el juicio en prisión preventiva.