Algo no cuadra. A un ritmo impresionante desde comienzos de febrero, Chile ha inoculado a casi el 30% de su población con una dosis y un 15% con las dos. El logro de alcanzar uno de los primeros lugares en el ranking mundial de vacunados por población es celebrado por el gobierno de Sebastián Piñera y destacado por la prensa internacional. Y los chilenos se ilusionan con la idea de comenzar a dejar atrás el coronavirus.
A pesar de este éxito, las cifras de contagios, hospitalizaciones y muertes muestran una realidad completamente distinta. El país no solo tiene la más alta tasa de mortalidad por COVID de América Latina -más de 1500 muertos por millón de habitantes, con un total de casi 30 mil fallecidos-, sino que registra la mayor cantidad de casos activos en lo que va de la pandemia y una preocupante tendencia al alza.
El sábado pasado marcó el récord de contagios diarios -7084 nuevos casos- y cada día mueren en promedio unas 100 personas: un fallecido cada 15 minutos. Con los hospitales desbordados, la ocupación de camas críticas cercana al 95% y el personal de salud al límite, el panorama se agrava. En la última semana, Chile fue el tercer país con mayor número de casos nuevos por habitantes en América Latina, después de Uruguay y Brasil, según cifras de Our World in Data.
“Todavía no llegamos al peak. Hay un aumento de hospitalizados en UCI, muchos enfermos graves. Los números de fallecidos, que estuvieron relativamente estables, empezaron a subir la última semana y los contagios siguen subiendo”, dice a DW Ernesto Laval, ingeniero doctorado en educación y especialista en comunicación de datos.
“Estamos viviendo lo peor y esto va a seguir”, advierte la Dra. Muriel Ramírez, especialista en salud pública y epidemiología, y académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte, consultada por DW. Los expertos temen un colapso del sistema sanitario. El actual aumento de contagios podría impactar a la red asistencial esta semana. Según el ministro de Salud sólo habría camas hasta el miércoles.
¿Qué pasa en Chile?
Los nuevos pacientes que ingresan a ventilación mecánica son cada vez más jóvenes. En el peak de la primera ola también fue así y aún es pronto para suponer un efecto de la vacuna, que comenzó con el personal de salud, adultos mayores y pacientes con enfermedades de base.
“La cobertura de vacunas hasta el momento es todavía parcial”, alerta la Dra. Ramírez. La protección tampoco es inmediata. La mayor inmunidad se alcanza después de dos semanas de puesta la segunda dosis, lo que para los primeros inoculados recién está ocurriendo ahora.
Pero además el éxito -y el fracaso- tiene que ver con la situación epidemiológica y las medidas de contención. “Las vacunas no son la única herramienta de control de la epidemia. Son una herramienta más, que evita la enfermedad grave, pero no la transmisión. Los virus siguen circulando”, dice la experta.
“Los entendidos y los estudios indican que la vacunación por sí sola no es suficiente. Es una estrategia que hay que sumar a otras. Es muy importante además continuar con medidas de contención de la pandemia”, corrobora Laval. Un artículo de la revista The Lancet, con modelos para el Reino Unido, confirma que si la estrategia se basa solo en la vacunación, la pandemia seguirá en expansión.
Ya antes del comienzo de la vacunación el gobierno comenzó a relajar las medidas. Apelando a la salud mental y buscando reactivar la economía, dio permisos de vacaciones que dejaron una estela de contagios en las zonas más visitadas. Siguieron funcionando los centros comerciales, abrieron los casinos y en marzo la vuelta a clases generó focos de contagio, a lo que se sumó el difícil distanciamiento en el transporte público.
La vacunación masiva comenzó cuando había un nivel de contagio muy alto, consecuencia de las cada vez más laxas medidas de contención. Nunca se logró bajar completamente la primera ola y, producto de las vacaciones, los casos se multiplicaron. Y mientras Israel mantenía las medidas de confinamiento a la par de su exitosa vacunación, Chile hizo todo lo contrario.
También llegaron las nuevas variantes, observa la Dra. Ramírez: “Lamentablemente, el gobierno no cerró las fronteras y esto permitió que entraran las variantes más peligrosas de Europa y Brasil, que podrían explicar el alza de las últimas semanas”.
De la confianza excesiva al triunfalismo
Chile comenzó a vacunar con un pequeño lote de Pfizer-BioNTtech en diciembre, pero la campaña masiva partió con la CoronaVac, del laboratorio Sinovac, con el cual tiene un acuerdo por 10 millones de dosis. La rápida adquisición fue posible gracias a gestiones de la Universidad Católica (PUC) para hacer el estudio de fase tres, al cual la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) aportó 1600 millones de pesos (1,8 millones de euros).
Chile autorizó el uso de emergencia de CoronaVac el 20 de enero y el 3 de febrero comenzó a inocular. Antes incluso de que China la aprobara para utilizarla en su propio país. Allí, a diferencia de Chile, sólo está autorizada para menores de 60 años.
Gracias a la red de salud primaria del Estado, el país ha podido vacunar a una velocidad récord. Pero el éxito ha puesto en segundo plano la necesidad de mantener las medidas de prevención.
“La estrategia de disponer de la vacuna ha sido espectacular, pero fijémonos en los resultados, en la cantidad de personas que está sufriendo y muriendo. Teníamos todas las señales, correspondía decir que esto es grave, para que se tomen medidas personales. Desde el punto de vista sanitario es totalmente contraproducente transmitir un mensaje de éxito”, afirma Laval.
Colapso en hospitales y elecciones en duda
“Estamos con un nivel de ocupación UCI muy alto, están llegando muchos pacientes menores de 60 años. A este ritmo se pueden saturar las unidades de pacientes críticos y aumentar la mortalidad”, advierte Laval. Son los niveles más altos de toda la pandemia: 2.200 pacientes Covid-19 en UCI y quedan menos de 200 camas críticas disponibles en todo el país.
Los médicos hacen llamados a extremar los cuidados, pues no solo se acaban las camas, sino que la capacidad humana de atención está llegando al límite.
La situación también pone en jaque la realización de las próximas elecciones del 11 de abril, en que Chile elige miembros de la inédita Convención Constituyente, alcaldes, concejales y gobernadores. Como primera medida, se decidió realizar el proceso en dos días, pero surgen voces que piden su aplazamiento para asegurar condiciones sanitarias y mayor participación.
Riesgo de una posible variante chilena
Expertos subrayan que no hay efectos inmediatos y que las acciones de hoy -confinamiento y vacuna- se verán en semanas. Por su parte, el gobierno está poniendo más comunas en cuarentena y finalmente dispuso medidas de control y aislamiento para viajeros que ingresan desde el extranjero. También propone reclutar personal de salud entre estudiantes y médicos jubilados.
“Me preocupa mucho la situación. A la vez que se está vacunando tenemos un aumento muy grande de contagios y esa combinación no es buena, porque hace que los virus tiendan a defenderse y a mutar. No me extrañaría que si la situación continúa así podamos tener una variante chilena”, alerta la Dra. Ramírez.
“Hay un gran exitismo de que la vacuna es la única solución y no es así. Esto se va a controlar con medidas de salud pública e incluso más allá, que tengan que ver con un mejoramiento de la calidad de vida de las personas, porque afecta más a quienes viven en hacinamiento, en pobreza o con malnutrición. Tiene que haber una mirada más social en la forma de enfrentar la epidemia y no solamente biomédica”, propone la especialista.
Consultada por DW, la Dra. Sandra Cortés, salubrista y académica de la Facultad de medicina de la Universidad Católica, coincide: “Si ponemos todas las esperanzas solo en la vacuna, vamos a pasar por sucesivas campañas de vacunación de muy alto costo. La estrategia no puede descansar solo en este pilar, tiene que basarse en el corte de la cadena de transmisión y con medidas integrales de tipo social y económico”.
La especialista llama la atención sobre cómo se ha normalizado el alto número de muertes y la necesidad de tener en cuenta el impacto en la población: “Vamos a tener personas con secuelas, incluso incapacitantes, y una crisis de salud mental agravada, también en las familias de los equipos de salud. Muchos han pasado meses sin ver a sus padres o hijos”.
“Nuestra tarea es educar, que sepan lo que hemos aprendido y en lo que hemos fallado. Somos un país que tiene recursos para gastar en esto, pero un país desigual. La salud pública demuestra que la prevención y la contención es más económica y salva vidas”, subraya la Dra. Cortés.
“El caso de Chile va a estar en la mira de muchos países que también tienen la esperanza puesta en que la vacunación pueda ser la bala de plata que nos permita salir de la encrucijada en que estamos”, apunta Laval. Las medidas que ponga en marcha el gobierno y el compromiso personal serán claves para enmendar el rumbo.