La Contraloría General de la República publicó un lapidario oficio en el que cuestiona en duros términos el desorden administrativo que significó la gestión de Arturo Zúñiga al mando de la Subsecretaría de Redes Asistenciales.
En un informe de 67 páginas, el organismo de control detectó que no existió una estrategia formal para llevar adelante la implementación de las residencias sanitarias, parte clave en la lucha desplegada contra la pandemia.
En buenas cuentas, el documento detalla que no fue posible identificar la razón que fundamentó la asignación de dicha tarea a la División de Atención Primaria (DIVAP) -perteneciente a esa subsecretaría-, pese a que se consultó a diversas jefaturas, “quienes manifestaron desconocer o no tener del todo claro tales fundamentos”.
A ello agregan que la repartición tampoco rayó la cancha para determinar -entre otros aspectos- la organización interna para cumplir la implementación de las residencias sanitarias ni determinó cuáles serían las unidades y funcionarios que finalmente pondría en marcha dicho plan.
“A modo de ejemplo, se verificó mediante la revisión de los antecedentes aportados por funcionarios de la subsecretaría, que un asesor del subsecretario de Redes Asistenciales requirió el pago de una de las residencias sanitarias contratadas por esa entidad, sin que se encontrara debidamente acreditado el cumplimiento de las prestaciones asumidas”, versa el escrito.
Además, -agrega el informe- se corroboró que en los procesos de búsqueda y selección de hoteles para el funcionamiento de residencias sanitarias “participaron funcionarios públicos y personal contratado a honorarios ajenos al Ministerio de Salud, sin que se adviertan los fundamentos ni mayores antecedentes que precisen tal intervención”.
Sin lineamientos
El desorden administrativo no se detiene ahí. La Contraloría también verificó que la subsecretaría dejó a su suerte a los servicios de salud locales, al no entregar lineamientos generales para verificar, por ejemplo, la idoneidad técnica y sanitaria de las alternativas de hoteles seleccionadas para su funcionamiento como residencias sanitarias y corroborar la prestación de los servicios pactados.
Esto último llevó a que cada servicio terminara negociando en sus propios términos los contratos para las residencias sanitarias, por lo que tampoco pudo fijarse un estándar en lo relativo a las raciones de comidas, parámetros mínimos de calidad, etcétera.
Y peor aún. Redes Asistenciales tampoco estableció procedimientos o instrucciones que pudiera evitar conflictos de interés e irregularidades en la selección y contratación de los proveedores.
Huéspedes fantasmas
Justamente, esa falta de lineamientos derivó -por ejemplo- en lo ocurrido con el Hotel Clínico SPA. Según la investigación del organismo de control, la DIVAP no pudo acreditar la existencia de las 40 habitaciones con baño privado contratadas en el inmueble de Mosqueto 552, Santiago, y su correspondiente destinación a su uso como residencia sanitaria, o que las instalaciones garantizaran las condiciones de aislamiento que se requerían, “toda vez que que el referido edificio tenía uso residencial”.
“En efecto, no consta de los antecedentes tenidos a la vista por este Ente de Control que el Hotel Clínico SPA contase con autor1zación sanitaria otorgada por la SEREMI de Salud”, reza el oficio.
Asimismo, detallan que hasta fines de junio de 2020 no existió un registro consolidado de las personas ingresadas al Hotel Clínico SPA, que diera cuenta y acreditara la forma en que se gestionaron los ingresos al hotel.
Más grave aún es que de los 94 huéspedes extranjeros individualizados en el listado referido, “se pudo verificar con los datos proporcionados por la Policía de Investigaciones de Chile que en 56 casos, los registros de esa institución daban cuenta de que la persona informada había abandonado el país antes del periodo del cual habría hecho uso de las instalaciones”.
Así las cosas, el oficio fue derivado al Ministerio Público “para los fines que procedan dentro del marco de sus competencias”.
“Hay temor”
El exsubsecretario Arturo Zúñiga enfrentó esta jornada los cuestionamientos. Según dijo a La Segunda, “la única autocritica es que (…) uno aprende lecciones: hay que trabajar con personas con las que uno tenga mayor conocimiento”.
Consultado respecto de los reproches en su contra, sostuvo que “yo, al leer el informe de Contraloría no veo que haya habido una responsabilidad”.
“Mientras más ruido haya de parte de la oposición, es porque nos está yendo bien. Hay temor porque hay probabilidades bastante altas de que puedo ser elegido”, sentenció.