El 14 de noviembre de 2016 se dio la alerta ante la policía en Besançon, una pequeña ciudad del este de Francia. Arthur del Piccolo llegó preocupado a advertirles que le había perdido el rastro a su novia, Narumi Kurosaki.
La última vez que conversaron fue el 4 de ese mes, después del ensayo de baile de ella, pero no supo más y no tenía rastros de qué le había pasado. No había asistido a sus clases en el centro de lingüística aplicada de la ciudad, ni tampoco se había reunido con sus numerosas amistades, a quienes veía asiduamente.
Algo andaba mal. Y eso lo sabía el entorno de Narumi. Por ello, la policía comenzó inmediatamente con las diligencias para dar con el paradero de la joven, que había llegado a Francia en agosto de ese mismo año motivada por los estudios.
Con más dudas que certezas, los investigadores plantearon su primera hipótesis: un secuestro. ¿El sospechoso? El propio del Piccolo, según contaría más tarde Christophe Touris, jefe de la Sección Criminal de la Policía de Besançon, ante un ministro de la Corte Suprema chilena.
Con 26 años de servicio, él fue el encargado de liderar las pesquisas que pudieran encontrar a Narumi.
Lo primero fue ir hasta el cuarto donde residía la estudiante, ubicada en unos dormitorios dependientes de la Universidad de Besanҫon. Allí no se encontraron con nada fuera de lo normal, salvo por pequeños detalles que llamaron la atención de los detectives: faltaba una maleta de gran tamaño y una frazada de la cama.
Por el contrario, su computador, sus tarjetas bancarias y dinero en efectivo (unos 500 mil pesos chilenos) seguían ahí, intactos. También estaba allí su único abrigo -según testigos-, algo extraño considerando que entonces las temperaturas iban en franco descenso y no tardaría en comenzar a nevar. Justamente eso ocurrió a los pocos días de su desaparición, por lo que ninguna persona en sus cabales pensaría en salir a la calle sin chaqueta.
Por lo demás, quienes conocían de cerca a Narumi, sabían de sobra que ella siempre tenía su cuarto desarreglado, lo que contrastaba con la escena con la que se encontraron los policías, es decir, todo ordenado y limpio.
Esos pequeños (y a la vez importantes) indicios llevaron a Christophe Touris a ampliar la búsqueda. Así, comenzaron con el interrogatorio de vecinos y cercanos de la joven. Rápidamente la idea inicial de un secuestro cambió.
Gritos en Besançon
El lunes 5 de diciembre a las 03:21 horas de la madrugada varios de los residentes de los dormitorios donde vivía Narumi comenzaron a escribirse entre ellos. ¿La razón? Varios de quienes ahí vivían habían escuchado gritos de una mujer. Si bien nadie sabía de dónde venían ni de quién eran, sí existía algo claro: “eran de terror”, según declaró más de una docena de personas que se encontraban en ese lugar, a esa hora.
Todos ellos coincidieron en haber escuchado alaridos de horror, angustia, de sufrimiento, seguido de un golpe seco, como si una persona hubiera golpeado contra un muro, y posteriormente a eso, silencio sepulcral.
Algunos dijeron durante los interrogatorios que “parecía una película de terror”, mientras que otros aseguraron que “daba la impresión de que estaban asesinado a alguien”.
La hora precisa se conoce justamente porque muchos de los estudiantes de la residencia universitaria comenzaron a transmitir mensajes relacionados con ese episodio. Todos mandan las comunicaciones minutos después de las 03:21 horas de esa madrugada.
Con ello, la tesis del homicidio comenzaba a tomar forma, mientras que el interés de la policía respecto a del Piccolo -a quien habían vigilado de cerca, incluso con escuchas telefónicas- decrecía.
No sólo porque no habían encontrado nada que pudiera implicarlo en lo ocurrido a Narumi, sea lo que fuese que le sucedió, sino también porque aparecía en escena un viejo de amor de la japonesa: el chileno Nicolás Zepeda, quien apareció en el radar de la policía casi por casualidad.
La visita de Narumi a Chile
Según contó Christophe Touris ante la Corte Suprema chilena, las pesquisas de su equipo no se detuvieron en la toma de declaraciones a testigos, sino también lograron determinar que Narumi había salido de Besançon el mismo domingo 4 de diciembre, cuando se le perdió el rastro. Lo hicieron con información que obtuvieron de su teléfono, lo que permitió establecer que había pasado varias horas en una localidad cercana a la ciudad donde residía. Había ido a comer a un restaurante, pero como ella no conducía se percataron que no había estado sola.
En un intento por obtener nuevas pistas, la policía buscó reportes de automóviles que habían transitado por la zona a exceso de velocidad. Obtuvieron dos resultados, dos automóviles que habían superado el límite. Uno de ellos correspondía a un vehículo arrendado desde Chile por Nicolás Zepeda, expareja de Narumi.
Ambos se conocieron en 2014, mientras él se encontraba estudiando en la Universidad de Tsukuba en Japón. La relación evolucionó y se convirtieron en novios hacia inicios de 2015. Incluso, en mayo de ese año, Narumi visitó Chile y conoció a la familia de Zepeda, a quienes fue presentada como su pareja oficial y formal.
Ella, sin embargo, debió retornar a Japón y ya en agosto de 2016, la joven viajó a Francia, para continuar sus estudios en Besançon. Fue entonces que la relación se desgastó y Kurosaki decidió poner término al noviazgo que mantenía a esas alturas a la distancia con el chileno.
El quiebre fue doloroso, especialmente para él, según la investigación que llevaron adelante las autoridades francesas, donde se precisa que en septiembre de ese mismo año, la estudiante inicia una relación amorosa con un ciudadano francés: el propio Arthur del Piccolo.
Se sabe que Zepeda no tomó a bien la ruptura y el comienzo del nuevo amor de Narumi por los numerosos mensajes de texto enviados por redes sociales y en distintos medios que dan cuenta del carácter posesivo y celoso que él tenía, de acuerdo a lo señalado en la acusación que actualmente pesa en su contra.
Sea como sea, todos esos antecedentes terminaron por captar la total atención de la policía y pusieron sus ojos en el chileno.
Paseo por el bosque
Según pudieron establecer los investigadores, Zepeda llegó a Francia pocos días antes de la desaparición de Narumi. El primer lugar que visitó fue Dijon, una ciudad relativamente cerca a Besançon, donde el 1 de diciembre, de acuerdo a la policía francesa, el chileno entró a un supermercado Carrefour para comprar un bidón con 5 litros de productos inflamables para estufa de petróleo, fósforos y cloro, además de ropa.
El mismo día, y durante toda esa jornada, recorrió Rold Dejan en auto, una zona forestal aledaña caracterizada por sus bosques, ríos y por ser evidentemente aislada y no turística.
Si bien no existe claridad sobre qué hizo allí, sí se supo -según la investigación gala- que a partir de entonces y hasta el 4 de diciembre de 2016, Zepeda viajó en el vehículo todos los días a Besanҫon, donde se dedicó a espiar a Narumi, siguiéndola y escondiéndose en la residencia donde vivía la japonesa. Todo ello, desde luego, sin que la joven lo supiera.
Esto último se conoce pues los movimientos del vehículo que Zepeda había arrendado quedaron anotados por el GPS de la máquina, el que lo ubicó primero en las cercanías a la residencia de Kurosaki y luego en las proximidades del centro de lingüística donde la estudiante asistía.
También se sabe por el registro de la tarjeta visa del Banco de Chile del acusado y por los testimonios que prestaron otras dos residentes de los dormitorios universitarios, quienes declararon haberse encontrado con Nicolás al interior del edificio.
La primera corresponde a Rachel Roberts, una estudiante británica que dijo que lo vio en dos oportunidades: a eso de las 18:00 del 2 de diciembre en los pasillos del inmueble y dos horas después, en la cocina. La testigo sostuvo que él intentó esconderse, pero no lo logró y que incluso conversaron en inglés.
La segunda mujer que lo vio fue otra alumna de la casa de estudios gala, Nadia Wakett, quien señaló que entró a la cocina y se encontró con Zepeda en cuclillas, apoyado contra un mueble de la cocina, lo cual le pareció sumamente raro.
La cita con Zepeda
Así las cosas, llegó el 4 de diciembre. Narumi Kurosaki fue como todos los domingos a un curso de danza, salió de las clases a las 16:00 y fue vista por dos personas, su novio Arthur Del Piccolo y por una amiga.
Más tarde se encontró con Zepeda y terminaron cenando en La Table de Mustaff, el restaurante ubicado en una localidad cercana, llamada Orlands. Ahí comen, luego él paga con su tarjeta y a eso de las 11:00 de la noche arriban a la ciudad de Besanҫon, no sin antes activarse un foto radar en el camino, dispositivo que cursó una multa de tránsito por exceso de velocidad al Renault Megan que manejaba el chileno, pista que -tal como se señaló- fue clave para que la policía se enterara de la cita de ambos.
Lo que ocurre a continuación -sin embargo- se desconoce a ciencia cierta, pues las versiones de Zepeda y de la policía contrastan radicalmente.
Los últimos sostienen -basado en los gritos de “terror” que despertaron a los residentes- que Nicolás asfixió hasta la muerte a Narumi, para luego sacarla de la habitación hasta su vehículo con la ayuda de la maleta y la frazada que sacó de la pieza.
Su objetivo -señalan- era hacerla desaparecer en la misma zona boscosa, no turística, que había visitado el día de su llegada a Dijon. En efecto, según consta en la investigación, tras abandonar la residencia, él permaneció allí entre las 05:55 hasta las 07:44 de la mañana, para luego devolver el auto en Dijon.
Posteriormente, añade la acusación, viene una serie de actividades que tendrían que ver con el encubrimiento de lo ocurrido. En este punto de la historia se incluyen mensajes falsos a familiares y amigos, haciéndose pasar por Narumi Kurosaki, y la compra de un pasaje en tren para dar a entender que ella había viajado hacia otra localidad.
Sin embargo, los propios cercanos a la joven señalan que los recados que supuestamente ella envío eran a lo menos extraños, sino derechamente falsos. Eso, sin contar, que coincidentemente Zepeda habría pedido ayuda a amigas japonesas para traducirlos con anterioridad, quienes se dieron cuenta que estaban siendo utilizadas para servir de coartada.
La versión del chileno es más simple y apunta a que los gritos que causaron la preocupación en la residencia eran en realidad gemidos de placer de la joven estudiante, pues habían mantenido relaciones sexuales tras la cena.
Esto último lo indicó el acusado en una declaración que prestó voluntariamente por escrito a la PDI, en la que señala que viajó primero a Suiza con el objeto de buscar alternativas académicas para un posible post grado, que se trasladó a Francia para hacer turismo y que luego había aprovechado la oportunidad para reunirse con su ex, Narumi, para ir a comer. Fueron a su cuarto, tomó una ducha, tuvieron sexo y finalmente, el 5 de diciembre, se fue y nunca más supo de ella.
“Las cosas de la familia quedan en familia”
El último movimiento de Zepeda del que se tiene registro en suelo francés, es que el 7 de diciembre abandonó el país por vía terrestre a Suiza, y desde allí tomó un avión que lo condujo directamente a la ciudad de Barcelona en España. Allí tenía a su primo Juan Ramírez Zepeda, quien es médico.
Según el testimonio de este último, y por una razón que no se explica, Nicolás se mostró extremadamente interesado y tuvieron una larguísima conversación sobre cómo se asfixia a una persona, situación que le pareció muy curiosa.
Además, agrega en una nueva declaración, que el acusado le había narrado una sucesión de hechos diferentes a las que en realidad ocurrieron. Le dijo, por ejemplo, que no había visto a Narumi en meses. Tampoco le contó que venía de Francia, sino de Suiza, y que había estado en ese lugar para reemplazar a su profesor en un seminario al que había ido en principio como asistente. Nada de eso se pudo corroborar.
Y en un nuevo testimonio, quizás el más intrigante, el primo del sospechoso sostuvo que éste le indicó que “no es bueno que ande contando cosas que han ocurrido en su casa” y que “las cosas de la familia deben quedar en la familia”.
Molesto con la situación y posiblemente sintiéndose amenazado por su primo, a quien había acogido en su casa, Juan Ramírez se dirigió a la policía española y agregó esta nueva declaración, la que fue transmitida por ellos a sus colegas franceses.
Las preguntas
Los episodios siguientes son historia reciente: las autoridades francesas pidieron la extradición de Zepeda, la que fue concedida de manera definitiva -tras un largo proceso judicial- esta semana.
Pese a la decisión del máximo tribunal chileno aún no queda claro qué paso con el cadáver de Narumi, en caso de que efectivamente haya sido asesinada.
“¿Por qué no hallaron el cuerpo?”, le consultó la Fiscalía al jefe de la policía de Besanҫon, Christophe Touris, a través de una videoconferencia durante la audiencia de solicitud de extradición en la Corte Suprema.
-“Entre fines de noviembre y el 6 de diciembre llovió, y llovió mucho (…) Si el cuerpo fue tirado al río pudo haber partido. Además que a nosotros se nos avisó tardíamente que esta podría haber sido una de las posibilidades”, aseguró.
-¿Y cómo, en base a su investigación, cree que pudo haber sacado el señor Zepeda, el cuerpo de Narumi desde su habitación?
-“Lo pudo hacer durante la mañana, porque en la mañana no hay ninguna actividad. En la mañana temprano hace frío, está de noche (oscuro aún), pudo haber estacionado el auto muy cerca de la residencia, y el hecho de haber permanecido en la residencia y haber estado ahí, pudo identificar también dónde estaban las cámaras y haber salido por la puerta de emergencia donde no había ninguna cámara que lo pudiese enfocar”, sentenció.
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Con todos estos antecedentes en su contra, el chileno deberá ir a enfrentar a la justicia francesa. Se está a la espera de que la policía gala llegue a Chile dentro de las próximas semanas y ponga al único sospechoso por la desaparición (y posible muerte) de Narumi Kurosaki ante los tribunales del país europeo.
De ser declarado culpable, arriesga pasar el resto de su vida tras las rejas.