En abril cumple 75 años, edad en que los obispos jubilan, y por eso nadie esperaba que Celestino Aós fuera nombrado arzobispo de Santiago, donde se desempeñaba como administrador apostólico tras la salida de Ricardo Ezzati, quien es acusado e investigado como eventual encubridor de abusos sexuales.
Para los sobrevivientes de estas vulneraciones, el nombramiento oficial de Aós es un premio por haber cumplido su labor, que era bajar la tensión que generaron sus antecesores. Es por ello que al interior de la Red de Sobrevivientes su ascenso no fue visto con buenos ojos.
“Él vino a hacer un trabajo, vino a bajar el nivel de críticas que había hacia la Iglesia y esa función él la ha cumplido y la ha tratado de hacer lo mejor posible, dijo Helmut Kramer, uno de los voceros.
“Llegó a pedirle perdón solamente a un grupo de víctimas y al resto se le ignoró. Fuimos a hablar con él y nos trató despectivamente, ni siquiera nos escuchó, ni siquiera sabía quiénes éramos. Es que no ha hecho nada”, señaló por su parte Jaime Concha, otro portavoz.
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Consultado al respecto, el nuevo arzobispo de la capital no quiso ahondar en las críticas y emplazó a sus detractores a mostrar el documento donde el Vaticano establece la tarea que él habría tenido que desarrollar.
Sobre los procesos de investigación, el religioso aseguró que la justicia debe actuar rápido, pero sin dejarse llevar por la pasión de un momento determinado.
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Malestar en Puerto Montt
En Puerto Montt tampoco están contentos con la llegada del obispo Fernando Ramos, secretario general de la Conferencia Episcopal, quien hasta hoy cumplió funciones transitorias en la capital de O’Higgins.
Lo anterior puesto que lo acusan de ser encubridor de abusos al interior de la institución y de ser un bastión de los cardenales Ezzati y Francisco Javier Errázuriz, según señaló Marcelo Vargas, denunciante de Rimsky Rojas.
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A esas críticas también se sumaron la de algunos denunciantes de Fernando Karadima, quien fue expulsado del sacerdocio por el sumo pontífice el 28 de septiembre de 2018, a ocho años de conocerse sus abusos por los cuales la misma Iglesia lo condenó a una vida de penitencia y oración.
Entre ellos, uno de los que sacó la voz fue Juan Carlos Cruz, quien a través de su cuenta oficial de Twitter habló acerca de la llegada de “un obispo encubridor (…) lacayo de cardenales Errázuriz y Ezzati. Un hombre comprobadamente malo del @episcopado_cl @iglesiachile”.
Ramos se defendió de los dardos y afirmó no ser encubridor de ningún delito. También se mostró sorprendido con la decisión del obispo de Roma, que lo lleva de O’Higgins a la capital de Los Lagos.
“(…) De sorpresa porque en realidad no me esperaba un cambio, estaba trabajando aquí en Rancagua con mucho entusiasmo, pero por otro lado también con mucho entusiasmo de poder ir a otra arquidiócesis a trabajar al servicio del pueblo de Dios y tendré que hacer un nuevo aprendizaje”, indicó el prelado.
Entre estos nombramientos todavía falta designar a una nueva cabeza para la Iglesia de Rancagua, ya sea con un nuevo obispo u otro administrador apostólico.