La defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, aseguró que al menos 174 niños, niñas y adolescentes en el país han sido víctimas de violaciones a los derechos humanos, 12 de ellos alcanzados por balas, 55 con lesiones físicas y 5 con trauma ocular.
Desde que comenzaron las manifestaciones por el descontento social, la abogada ha visitado comisarías, retenes y hospitales para verificar la situación de los menores de edad que han sido detenidos por las policías.
En entrevista con BBC Mundo, Muñoz aseguró que desde el 18 de octubre -cuando fueron incendiadas varias estaciones del metro en Santiago- comenzó a recibir información de detenidos a los que no se les permitía contactar a sus familiares.
48 horas más tarde, la defensora se debió trasladar hasta la urgencia a un hospital para visitar a dos niños de 9 y 10 años, Kimberly y Maxi, alcanzados por una bala mientras los Carabineros perseguían a un grupo de manifestantes en Santiago.
“Fueron baleados mientras estaban en el auto con su mamá echando bencina. Maxi estaba con respirador artificial. Kimberly pudo hablar”, le contó al medio.
El de Kimberly fue uno de los casos que Muñoz citó el lunes en la tarde en la audiencia sobre Chile de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La defensora reveló que al menos 174 niños, niñas y adolescentes han sido víctimas de violaciones a los derechos humanos, 12 de ellos alcanzados por balas, 55 con lesiones físicas, 5 con trauma ocular.
“Existen antecedentes calificados para sostener que en Chile se han violado grave, sistemática y generalmente los derechos humanos“, señaló.
Lo que relatan los menores
La defensora indicó que los menores relatan distintas cosas cuando los visita.
La situación que vivió Alex es uno de los casos. El menor de 17 años, de nacionalidad colombiana, fue detenido por Fuerzas Especiales de Carabineros cuando participaba de una manifestación.
“Cuando le pregunté si había algo que quisiera denunciar, me dijo que no le pasó nada. Como quería asegurarme, le pedí que me contara de la detención.
Me dijo que lo agarraron, y que cuando lo subieron al carro policial le pegaron en la cabeza y en la cara, además de los garabatos (insultos), por supuesto.
¿Por qué no me dijo eso cuando le pregunté si tenía algo de denunciar? “Porque eso es lo que pasa cuando a uno lo detienen”, relató.
La abogada denunció que hay una normalización del actuar policial entre los jóvenes.
Los casos más impactantes
Los casos que más le han impactado son los de las niñas del Liceo 7 -donde 2 estudiantes recibieron perdigones de Carabineros- y la del niño que denunció una agresión sexual.
En la situación de las niñas, ellas no entendían que la directora del establecimiento hubiera permitido que Carabineros entrara a disparar.
“Cuando hablas con ellos te das cuenta de que están asustados, temerosos. Hay una lógica de quienes violentan los derechos humanos que minimiza a la víctima, la invalida, la hacen incapaz de defenderse”, indicó.
¿Quiénes han sido los menores más expuestos?
La defensora señaló que han hablado con niños que viven en lugares vulnerables, otros con grupos familiares supersólidos y con los que no tienen ese acompañamiento.
“Lo que sí es real es que los niños, niñas y adolescentes asociados a las manifestaciones estudiantiles han sido foco de atención policial”, señaló.
Las medidas urgentes
La defensora dijo que las escopetas antidisturbios deberían ser eliminadas, ya que han sido usadas de forma irregular, sin proporcionalidad.
“Carabineros las usa indiscriminadamente generando lesiones oculares. Nosotros como Defensoría de la Niñez tenemos ya (registrados) seis casos”, dijo
Además indicó que es necesario un cambio estructural en la formación policial, porque se siguen validando las agresiones físicas a las personas que aprehenden.
“Han naturalizado como válido golpear a las personas en su custodia. Y en razón de ese comportamiento, algunos creen que es lo que les toca por ser detenidos. Eso favorece la impunidad”, señaló.
La represión no es la única salida
Respecto a la pregunta sobre qué le diría al Presidente, Muñoz dijo que le pediría una instancia de comunicación directa con niños, niñas y adolescentes para que sepa qué les está pasando.
“El desafío es dejar de criminalizarlos o de asimilar todo su comportamiento a lo delictual”, dijo.
También le solicitaría que instruya a la policía no usar escopetas antidisturbios, ante la gravedad de las situaciones que se están viviendo.
“Y le diría que la represión no puede ser la única salida”, finalizó.