Cinco años pasaron desde que entró en vigencia la Ley 20.770, denominada “Ley Emilia” en honor a la pequeña de 9 meses que murió el 21 enero de 2013 luego que un conductor con 2.05 gramos de alcohol por litro de sangre impactara el vehículo en el que viajaba junto sus padres en Vitacura.
“Queremos que esta ley ayude a demostrar que en Chile no se toleran las irresponsabilidades, que tienen consecuencias tan trágicas para las personas y que así podamos también evitar estos hechos”, indicó la entonces presidenta, Michelle Bachelet, el día en que promulgó la Ley Emilia, un lunes 14 de septiembre de 2014, justo antes de las Fiestas Patrias.
La normativa se impulsó desde el clamor de la ciudadanía, que se indignó con la pena de 2 años de libertad vigilada que le impuso la justicia a Nelson Fariña Jara, hombre que -según el mismo reconoció- había bebido 10 copas de ron antes de conducir y provocar la muerte de la lactante.
En concreto, la normativa modificó la Ley de Tránsito para sancionar con cárcel efectiva, de al menos un año, sólo a los conductores que, en estado de ebriedad, generen lesiones graves, gravísimas o la muerte de otra persona. Además, la reforma estableció como delito el fugarse del lugar del accidente y/o negarse a realizar el alcohotest o la alcoholemia. Los casos de influencia del alcohol, quedaron fuera.
Las cifras bajo la alfombra
De acuerdo con datos obtenidos por BioBioChile, en los últimos 4 años calendario desde la entrada en vigencia de la Ley Emilia (2015, 2016, 2017 y 2018) la cifra de conductores formalizados por provocar muertes bajo la influencia del alcohol aumentó en un 2.500%. Dos mil quinientos por ciento. Lo que se traduce en un aumento exponencial del número de víctimas en ese apartado. Casos que quedan fuera de la ley especial.
Hace algunos días la Fundación Emilia, nacida a partir de la muerte de la pequeña Emilia Silva Figueroa, emitió una declaración pública en la que valoraban la implementación que ha tenido la normativa del mismo nombre y la repercusión en la baja de muertos por accidentes de tránsito en los últimos años. De acuerdo con lo señalado por la organización, entre 2011 y 2018 la cantidad de víctimas fatales en accidentes viales disminuyó en un 57%.
No obstante lo anterior, hay números que en perspectiva son bastante menos alentadores. De acuerdo con datos del Ministerio Público, que revelamos a continuación, las cantidad de conductores formalizados por provocar la muerte con menos de 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre aumentaron drásticamente.
En detalle, en 2015 la Fiscalía tuvo que formalizar sólo a un conductor por provocar la muerte mientras conducía bajo la influencia del alcohol; en 2016 esa cifra aumentó a 8 y en 2017 a 16. En tanto, en 2018 se iniciaron 26 investigaciones en contra de conductores que, sin superar los 0,8 gramos de alcohol, le ocasionaron la muerte a alguien.
Llevando las cifras a porcentaje, el número es desolador. Las cantidad de conductores que en esas condiciones protagonizó un accidente fatal (para una tercera persona) aumentó un 2.500% en un periodo de 4 años. En total, desde la entrada en vigencia de la ley, en 62 casos hubo pérdida de vidas a causa de un conductor que bebió alcohol, pero que no alcanzó a marcar sobre 0,8.
Éxito donde sí entra la Ley Emilia
Sin embargo, en similar periodo los casos de muertes por conductores en estado de ebriedad -y que sí fueron sancionados por la Ley Emilia- ha ido a la baja sostenidamente, mostrando la efectividad de la norma en ese apartado. De acuerdo con los datos obtenidos, en 2016 hubo 142 personas formalizadas por provocar la muerte de alguien conduciendo en estado de ebriedad, en 2017 el número disminuyó a 129 y en 2018 a 119.
Asimismo, entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2019 se contabilizan 86 formalizados por cometer este delito. En total, desde la promulgación de la Ley Emilia a la fecha, hay 628 casos de muerte con conductor en estado de ebriedad, es decir, que manejaba con una cantidad de alcohol superior al umbral de 0,8.
Endurecer legislación
Consultado por la situación, el especialista en seguridad vial y gerente de Movilidad del Automóvil Club de Chile, Alberto Escobar, calificó las cifras como alarmantes y aseguró que la legislación debería ser modificada para volverla más estricta. “Estamos frente a un país de adictos al alcohol”, recalcó.
A juicio del especialista, se debería sancionar con cárcel efectiva también a quienes matan a alguien por conducir bajo la influencia del alcohol porque “no hay muertos de una categoría u otra”, añadiendo que un conductor que provoca la muerte a alguien marcando menos de 0,8 “no tiene porque tener un proceso distinto”.
“Lo que debiéramos hacer es cambiar esta legislación dejando reflejado con mucha claridad que esto es un homicidio vehicular y no es un cuasidelito de homicidio, esto va a ser una discusión enorme”, adelantó Escobar.
“Me parece absurdo que tengamos este tipo de diferencias. Se puede prestar incluso para manipulaciones de las alcoholemias”, planteó también y añadiendo que la situación actual promueve la huida de los conductores alcoholizados tras provocar un accidente fatal.
En esa vereda, advirtió que los números prueban que con bajas cantidades de alcohol en la sangre, puedes terminar matando a una persona.
“La gente tendía a pensar que puede manejar con una cerveza, con dos copitas de vino y ‘no pasa nada’. Aquí está demostrado que personas bajo 0,8 son capaces de matar a alguien”, finalizó.
Desde el Gobierno la ministra secretaria general de Gobierno, Cecilia Pérez, señaló que este es un tema sectorial, que está siendo abordado por el Ministerio de Salud y el Ministerio de Transportes, y que cuando haya una opinión formada, se comunicará.
¿Tolerancia Cero?
En marzo de 2012, durante su primer mandato, el presidente, Sebastián Piñera, promulgó la denominada Ley Tolerancia Cero, que en realidad tolera hasta 0,3 gramos de alcohol por litro de sangre. La iniciativa fue la antesala de la Ley Emilia y rebajó los grados de alcohol permitidos en la sangre para conducir, estableciendo el “estado de ebriedad” en 0,8 gramos por litro de sangre y “bajo la influencia del alcohol” en 0,3.
Al mismo tiempo se incrementaron las sanciones relativas a la suspensión de la licencia de conducir, dependiendo de la infracción que se cometa y las consecuencias que ésta tenga, siendo mucho más rígida que en la anterior legislación.
A modo de ejemplo, si una persona es sorprendida manejando en estado de ebriedad por primera vez, sin ocasionar daños ni lesiones, verá suspendida su licencia de conducir por 2 años. En la misma línea, cuando una persona en estado de ebriedad causa lesiones gravísimas o la muerte de una persona, por primera vez, quedará inhabilitada para manejar un vehículo de por vida, según se detalla en la página web de Conaset.
La ley en la mira
En la misma línea de lo que indicó el representante del Automóvil Club, desde la Fundación Emilia afirmaron que, en este escenario, impulsarán un cambio en la normativa con el propósito de conseguir cárcel efectiva para quienes marquen entre 0,3 y 0,8 en la alcoholemia que se realiza a una accidente de tránsito que termine con lesionados graves, gravísimos o muertos.
“Es necesario avanzar en abrir la discusión sobre una nueva graduación de base en alcohol, reformando la Ley de Tolerancia 0. Comenzar las sanciones penales sobre el 0,3, que es lo que han adoptado otros países miembros del OCDE impactando positivamente en la disminución de la frecuencia”, señalaron mediante una declaración pública.
“El asignar una categoría jurídica de delito a la acción de conducir tras consumir alcohol y drogas permitió bajar la cifras de causas ingresadas y víctimas, pero la conducta aún se mantiene con una representación del 7% constante en la cantidad total de siniestros viales desde el año 2010″, agrega el escrito.
Además, indicaron que no se puede continuar con una ley donde “el que marca menos de 0,8 es menos culpable al conducir bajo la influencia del alcohol, porque eso significa que mantenemos la impunidad”.
Gobierno preocupado
Tomamos contacto con la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset) para conocer qué les parecían las cifras expuestas y qué políticas se están implementando a nivel país para contrarrestarlas.
La entidad gubernamental emitió una declaración en la que señalan que desde que se implementó la Ley Tolerancia Cero han podido observar un cambio de conducta en las personas respecto a la conducción con alcohol y, por lo mismo, una reducción de los muertos por alcohol en conductores.
“Como resultado del efecto inhibitorio de la fiscalización de alcohol, se puede además observar un cambio de conducta de los propios conductores: en el año 2013, el 8% de controles de alcohol marcaban positivos. Hoy, con Ley Emilia y Ley Tolerancia Cero, sólo el 3%”, detallaron.
Sin embargo, a la luz de los números, desde Conaset reconocieron que “preocupa la cantidad de formalizados por haber causado lesiones graves y la muerte al conducir bajo la influencia del alcohol, ya que nuestro llamado es a no consumir ninguna gota de alcohol si se va a conducir. La mezcla de estos dos factores es fatal y puede causar consecuencias irreparable para las familias”.
Sobre el trabajo preventivo, la organización indicó que constantemente, por medio de sus distintos canales y trabajo en terreno, están promoviendo las buenas prácticas en el tránsito con campañas de concientización para disminuir al máximo las cifras de víctimas por accidentes.
“Ley Emilia ha generado cambios muy importantes de conducta de las personas, pero creemos que no es suficiente y por lo mismo estamos difundiendo diversas campañas de concientización. Asimismo, estamos trabajando en el proyecto de ley que crea un centro automatizado de tratamiento de infracciones. El consumo de alcohol está ligado al exceso de velocidad y creemos que con una mayor fiscalización se generarán condiciones para inhibir esta conducta”, agregaron.
Al margen de los números y estadísticas, justo antes de enfrentar una de las semanas donde -en promedio- más chilenos mueren por accidentes de tránsito, resulta fundamental tomar conciencia sobre la importancia de separar de raíz la conducción y el alcohol. Es literalmente algo de vida o muerte.