La congregación de los Sagrados Corazones (SS.CC.) informó que son 11 las denuncias que han sido incluidas en procesos de investigación en contra de Juan Andrés Peretiatkowicz, a las que se han sumado algunas que fueron reveladas por Radio Bío Bío.
Juan Andrés Peretiatkowicz Valdés tiene hoy 83 años y está en una casa de reposo de la congregación, con un diagnóstico de parkinson, además de síntomas de alzheimer y demencia senil.
En mayo de este año, fue informada la verosimilitud de denuncias presentadas el 2018 en su contra, lo que fue ratificado por el Vaticano. Los SS.CC., aludiendo a su salud, decidieron no continuar con el proceso penal.
Una de esas denuncias fue la de Rodrigo Urbano, que recibió en mayo una comunicación de dos páginas informándole sobre su proceso, y en sus últimos párrafos, la congregación le ofreció analizar opciones de reparación, lo que no se ha concretado.
Reafirmó que Peretiatkowicz era un cura cercano, con un grupo selecto al que saludaba con un “topón” en la boca, además de que tenía una mala percepción sobre las mujeres.
Rodrigo lo conoció a sus 16 años en el Centro Pastoral Juvenil. No tuvo una relación cercana con el sacerdote hasta un par de años después, cuando ya era mayor de edad y decidió contarle sobre su homosexualidad, algo que lo tenía con ciertos conflictos con la iglesia y que lo hizo decidir dejar de comulgar.
Según su relato, el cura Juan Andrés tuvo una recepción muy acogedora y le dijo que lo acompañaría, transformándose en el espaldarazo que necesitaba, pues su familia no lo sabía y tenía un padre ausente.
Empezó a citarlo a su oficina en la parroquia para conversar y empezó poco a poco a ser cariñoso y cercano: lo abrazaba, le besaba la mejilla, como un amigo. La última vez que se juntó con él fue cuando ocurrieron los abusos, cuando tenía 20 años.
“Me metió la mano al pantalón. Me masturbó, se masturbó él. Yo estaba un poco paralizado. Yo lo veía temblar tanto que en esos momentos, yo sentí que él era la víctima y yo el culpable”, cuenta Rodrigo, que no entendió de inmediato que estaba siendo abusado por el shock que le provocó, y que incluso lo hizo vomitar en una plaza cercana.
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Peretiatkowicz para él, antes del abuso, era un amigo que lo había ayudado a mantenerse en la iglesia, pero también alguien que lo ayudó económicamente, y por eso para él abusó doblemente: sexual y por el poder que implícitamente le daba haberlo asistido con dinero cuando lo necesitaba.
Quebró su confianza y lo alejó completamente de la iglesia.
El cura lo contactó después del abuso para invitarlo a pasar un fin de semana con él, algo que Rodrigo rechazó. No siguieron en contacto.
En cuanto al proceso con la congregación, Rodrigo aseguró que no quedó muy conforme con lo que vino después. No lo siguieron contactando ni le dieron opciones concretas de reparación. Propuso que las víctimas estuvieran en contacto, como parte de la sanación que genera encontrar a personas que vivieron la misma experiencia; sin embargo, no tuvo acogida.
Argentina, un refugio
Pablo Avendaño hoy tiene 43 años y vive en Argentina hace unos 18. Denunció en enero de este año, en presencia del delegado de los SS.CC. para la prevención de abusos, Pedro León Zúñiga, a quien describe como un sacerdote muy diligente, que lo ayudó mucho a concretar su denuncia.
La congregación le envió una carta en marzo, en la que le informó sobre la investigación canónica que se había realizado con las denuncias del 2018, y donde también le detalló que el proceso penal en contra del cura se había frenado por su estado de salud.
Lo conoció en la misa de la parroquia de la Anunciación por el año 1993, cuando empezó a participar de diversas actividades del lugar, como el coro. Ahí estuvo por cinco o seis años.
Lo describe como alguien muy cercano, carismático, amigo, confidente, “el cura buena onda”. Recuerda que tenían afinidad en el fútbol, pues a ambos les gustaba la Universidad Católica y Peretiatkowicz era excapellán del Club Deportivo UC. Pero se dio cuenta de que cuando le manifestaba algún interés especial en alguna mujer, a él no le gustaba o no le prestaba atención.
A los 21 años le comentó a Peretiatkowicz que estaba pensando en interrumpir sus estudios de pedagogía en música y postular al seminario para convertirse en sacerdote, y ahí el religioso le ofreció ser su padrino. En ese contexto empiezan a reunirse solos, lo que duró cerca de seis meses. En algún momento las reuniones pasaron desde la parroquia a la casa del cura.
En algún momento recuerda que las reuniones las mantenían en la pieza del sacerdote, donde mantenían conversaciones de amigos, recostados en la cama. Eso hasta que un día, en medio de una conversación casual, cometió el abuso.
“El tipo me daba besos, se masturbaba, me masturbó a mí, en su pieza, en su cama (…) fue como cuando estás conversando y con la normalidad (de su parte) de alguien que toca un hombro”, cuenta Pablo.
El episodio se repitió unas tres o cuatro veces y Pablo quedaba perplejo, sin entender el por qué, sólo pensando en cómo salir de ahí. Incluso describe que el shock lo hizo tener una sensación asexuada, que quizás el cura lo estaba poniendo a prueba para ver si estaba apto para el seminario.
Después de eso, Pablo se fue de vacaciones y se dio cuenta de que el sacerdocio no era su vocación, así que desistió y luego de terminar de estudiar se fue a Argentina. Nunca más tuvo contacto con él, pero las huellas quedaron para siempre.
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Tanto a Pablo como a Rodrigo les costó comprender que fueron víctimas de abuso sexual. Muchos de los episodios los habían bloqueado, por el shock que significó. Ambos están ahora en contacto y también lo están con Felipe Vial. Todos se unieron tras el reportaje de La Radio sobre Carolina Marín, quien denunció abusos sexuales de Peretiatkowicz, Jorge Prieto y Gerardo Joannon. En conjunto trabajan en acciones legales.
Reparación compleja
El vicario de los Sagrados Corazones, el sacerdote Cristián Sandoval, detalló que hay cerca de una quincena de casos que han recibido en contra de Peretiatkowicz, siendo 11 de ellos denuncias que registraron el 2018.
El representante de la congregación sostuvo que han cambiado protocolos y que en espacios como el Centro Pastoral Juvenil se han aplicado medidas, como que todas las reuniones sean en espacios abiertos o con ventanales.
Sobre estos casos, lamentó que Peretiatkowicz no pueda enfrentar sanciones por su estado de salud y manifestó que hay intención de acceder a reparación, como asistencia sicológica y también económica.
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Según el sacerdote Sandoval, la parte de la reparación es compleja y depende de la ayuda que requiera la víctima.