El empresario chileno Carlos Cardoen se defendió y alegó inocencia respecto de la acusación de venta de bombas de racimo al régimen de Saddam Hussein en la década de 1980.

A través de un comunicado, el exmandamás de Industrias Cardoen reiteró su más “absoluta y completa inocencia frente a los cargos que se me hicieron en su momento”.

Sumado a ello, aseguró que dichos cargos tienen “un origen más bien político que legal, por la decisión de Estados Unidos”.

Todo ocurre en el marco de la solicitud que envió a Chile el Departamento de Justicia de Estados Unidos para tramitar su extradición, oficio que fue recibido por la Cancillería y remitido a la Corte Suprema.

En efecto, en 1993, el país del norte acusó a Cardoen de importar de manera ilegal a Chile, desde su territorio, circonio, el material requerido para la elaboración de estos explosivos.

Pero el cambio de actitud por parte de esta nación se habría originado debido a la Guerra del Golfo, cuando Irak -que hasta antes de eso sustanciaba una guerra con Irán- invadió Kuwait, país por el cual Estados Unidos abogó.

En el escrito, Cardoen dijo estar sorprendido que a tres décadas de los hechos, y a más de 26 años desde la acusación, las autoridades estadounidenses decidan finalmente “solicitar aquello que debieron haber hecho en 1994”.

En línea con lo anterior, el empresario de Santa Cruz valoró el apoyo que el Estado le ha prestado “durante todos estos años a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y la oficina de Interpol en Chile”.

También agradeció la resolución del Senado en la materia, un proyecto de acuerdo para que el presidente Sebastián Piñera interceda a su favor ante Estados Unidos.

Tal medida, a su juicio, “ratifica la vulneración de los Derechos Humanos que me afecta tras 26 años sin garantía de un debido proceso”, añadió.

La iniciativa tuvo su origen en el recurso presentado por los senadores Letelier, Allende, Aravena, Ebensperger, Muñoz, Rincón, Von Baer, Allamand, Araya, Chahuán, Durana, Galilea, García, García Huidobro, Guillier, Huenchumilla, Insulza, Lagos, Pérez, Pizarro, Pugh, Quinteros y Sandoval.

“Como siempre, junto a mi familia, enfrentaré estos cargos, que, aunque tardíos, permiten aclarar en Chile mi total inocencia y de las del equipo que me apoyaba en aquella época”, sostuvo.

“Finalmente, espero que se cierre este largo proceso kafkiano del cual he sido objeto para poder dejar atrás esta amarga experiencia judicial”, concluyó.

Ya en enero de 2019, en conversación con La Tercera, Cardoen recalcaba su postura.

“En primer lugar fui autorizado por el gobierno chileno, y con la anuencia y apoyo del gobierno norteamericano, porque en esa época Irak era aliado de Estados Unidos”, dijo.

Ejército

Hasta 1987, Industrias Cardoen, junto con la Fábrica y Maestranzas del Ejército, produjo y comercializó armas, operación que llevó a venderle 150 millones de dólares a Hussein por tal concepto.

Pero su actividad no estuvo exenta de polémicas ni tragedias: el 29 de enero de 1985, su planta de Iquique fue destruida por una explosión en la que 29 trabajadores perdieron la vida.

Cardoen, en reiteradas ocasiones, ha acusado haber sido víctima de un “sabotaje” en relación a ese hecho.

El conflicto con Estados Unidos, además, le valió la pérdida de sus propiedades en el estado de Florida, inmuebles avaluados en 30 millones de dólares y la imposibilidad de salir del país durante todo este tiempo, ante en riesgo de ser detenido en otro territorio.

Su relación con tal país, admitió, surgió en base a una oportunidad comercial: importarlo desde allá, pese a que también lo comercializan otros, era más económico y ellos se lo ofrecieron, dijo.