En la provincia de Concepción, 14 kilómetros al sur de Lota, la Central Hidroeléctrica Chivilingo lucha contra el paso del tiempo. Fue encargada en 1896 por Isidora Goyenechea, viuda de Luis Cousiño, e inaugurada -y financiada- en 1897 como parte de la Compañía Minera del Carbón de Lota.
En ese momento de la historia marcó un hito: se transformó en la primera de su tipo en Chile y la segunda en Sudamérica.
Y por ahora es la planta hidroeléctrica más antigua del mundo en pie.
Naturalmente, la construcción fue impulsada por el auge minero de esa época. En 1895, la mina de Lota tenía 12 kilómetros de avance bajo tierra. Y la extracción del mineral hasta ese entonces se hacía con carretones que eran tirados por caballos.
Sólo quedaba una solución: reemplazar ese método implementando un sistema de trenes eléctricos.
Era el sueño de Cousiño. Y su viuda decidió convertirlo en realidad. Antes de su muerte, en 1873, el propio Thomas Alba Edison le había sugerido la idea. Fue él quien estuvo a cargo de su diseño cuando se encargó su construcción.
En tanto, su implementación y construcción fue llevada a cabo por la compañía nortemanericana Consolidated Co, mientras que el equipamiento eléctrico fue provisto por Schuckert & Co, desde Nuremberg, Alemania.
Los equipos comenzaron a llegar en barcos al puerto de Lota y fueron trasladados gracias al impulso de 20 yuntas de bueyes. Pero de todos modos faltaba un material clave en las construcciones actuales: cemento.
La solución local fue sencilla y creativa: conchillas, tierra del propio río Chivilingo y muchos… huevos de gallina.
Dicha construcción, emplazada en un terreno de poco más de cinco hectáreas, alojó dos turbinas Pelton provistas con dos alternadores de 215 kilowatts cada uno (315 caballos de fuerza, 400 volts, y 360 amperes, 50 Hz).
Así, en 1897, la generación y transmisión de electricidad se transformó en la alternativa más barata y adaptable a las minas.
La energía era transmitida a través de una línea de 10 kV de 10 kilómetros, que la conducía hasta el mineral de Lota. En el mineral funcionaban varias subestaciones, que transformaban y distribuían la electricidad, que accionaba máquinas de extracción y bombas, y el ferrocarril que extraía minerales desde una profundidad de 12 kilómetros bajo el mar.
Aunque además de proveer de energía eléctrica a las minas, que eran la base del desarrollo económico de la región, también alimentaba a la ciudad de Lota. Dicho escenario hizo posible el desarrollo de otras industrias en la región.
En 1908, para prevenir los problemas de la falta de agua en verano, se instaló además una planta de generación térmica. La planta formó parte del Sistema Interconectado Central (SIC) de Chile y llegó a aportar 430 kWh.
Así funcionó, por 77 años, hasta 1974.
Algunas autoridades de la época, tras su cierre, intentaron venderla a Estados Unidos, quienes estaban sumamente interesados en desarmarla completamente y rearmarla en norteamérica, impulsados por el nexo de la edificación con su gestor: Thomas Alba Edison.
De la gloria al abandono
El valor histórico del proyecto -y en parte la presión de Radio Bío Bío en esa época- permitió que en 1990 fuera declarado Monumento Histórico Nacional. Sumado a ello, en 2004 se transformó en Hito de la Ingeniería Mundial por parte del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos.
En 1998, la ciudad de Lota cedió la administración del recinto a la Fundación Chile, que lo habilitó como complejo turístico.
Sin embargo, la estructura de la planta -que ya estaba siendo víctima del paso del tiempo- sufrió serios daños tras el terremoto de febrero de 2010.
Desde entonces, la central ha permanecido cerrada a la espera de una restauración: en mayo pasado seguía prácticamente abandonada y en ruinas. Tampoco han sido fructíferas las conversaciones para recuperarla.
De momento, la situación es complicada. No se puede intervenir ni mejorar con inversión pública, porque está a cargo de privados. Tampoco existe un proyecto de financiamiento para la restauración de este monumento nacional.
Las 5 hectáreas actualmente son utilizadas con fines veraniegos, donde más de 15 mil personas cada verano acampan a metros de la central, con la exposición constante a un posible derrumbe.
Si, de momento es la planta más antigua del mundo en pie. Pero poco a poco comienza a caer y a destruirse su historia: ayer jueves colapsó la techumbre.
Y las autoridades recién este viernes comenzaron a reaccionar.
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