La justicia informó este lunes que aún no ha ordenado el pago de una millonaria indemnización que la Iglesia tendría que pagar a tres víctimas del exsacerdote Fernando Karadima, tal como publicó el diario La Tercera y que fue confirmado por los beneficiados.
Según publicó el matutino, el tribunal había revocado una sentencia anterior y decidió otorgarle una indemnización de 450 millones de pesos a Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton, quienes demandaron a la Iglesia Católica por su negligencia y por haber encubierto las denuncias de abuso sexual sufridas a manos de Karadima.
La noticia había generado alegría entre los demandantes. Uno de ellos, Juan Carlos Cruz, desde Philadelphia, grabó hasta un video.
“Hoy día en este fallo tan importante, me acuerdo de todos los sobrevivientes, de todas las víctimas que han sufrido. Este es un día tremendamente importante, este día es inovidable”, señaló.
“Nos alegramos profundamente, ha sido un camino muy largo (…) este fallo debiera marcar el fin de la impunidad en materia de abuso sexual clerical”, indicó un comunicado firmado por Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, tras conocer la noticia del supuesto fallo, que fue ampliamente difundida por medios locales e internacionales.
No obstante, todo quedó en suspenso luego que desde el propio tribunal se aclarara que el fallo aún no ha sido redactado.
“Lo que está claro es que no hay fallo. No existe ni siquiera un proyecto de fallo entregado; no hay ninguna sentencia”, dijo a la prensa Dobra Luksic, presidenta de la Corte de Apelaciones de Santiago.
Al ser consultada sobre si los jueces habían votado el fallo antes de dictarlo, Luksic aseveró que “eso ya es reservado, forma parte del acuerdo y ninguno de nosotros puede entrometerse en eso”.
Asimismo aclaró que no habrá una investigación ya que al no existir un dictamen, se descarta que hubiese una presunta filtración.
La confirmación del error la entregó el abogado de las víctimas, Juan Pablo Hermosilla, quien se reunió con los ministros de la Novena Sala. Sin embargo, descartó que la información genere presión sobre los jueces.
“Yo creo que es una anécdota, que no tiene mayor importancia. Lo importante es volver a sacar este fallo rápido, no creo que el tema de La Tercera haya sido con mala intención, ni nada por el estilo”, defendió el jurista.
Mientras, en un nuevo comunicado difundido este lunes, las víctimas del exsacerdote no escondieron su desazón.
“No sabemos lo que está ocurriendo, pero con lo que está en juego y los poderes que involucra nada nos sorprende a estas alturas. Esperemos que la corte resuelva pronto y con esa certeza podremos hablar”, indicaron.
El propio presidente de la sala, Miguel Vásquez, profundizó en la situación, explicando que si bien la causa aparece bajo acuerdo, ni siquiera se han reunido para adoptar un veredicto.
En el pleno de ministros de la Corte de Apelaciones de Santiago, tanto Vásquez como Moya dieron su versión de lo ocurrido el jueves pasado cuando se alegó la demanda en una audiencia que se prolongó por cerca de cuatro horas.
Según las fuentes consultadas por Radio Bío Bío, ambos negaron conversaciones con periodistas, y relataron que tras la audiencia conversaron sobre las posibilidades de acceder al expediente e incluso de promover un acuerdo entre las partes o conciliación entre el arzobispado y las víctimas de Karadima.
Cabe destacar que los ministros Moya y Luksic aparecen en la quina de postulantes para reemplazar en la Corte Suprema a Carlos Cerda, quien jubiló hace dos meses.
Cuando se está en este proceso, donde el Presidente de la República debe proponer un nombre al Senado, hay mucha comunicación entre los magistrados y los políticos, por lo que no se descarta que la información sobre el supuesto fallo haya salido desde el Congreso.
Karadima, de 88 años, influyente formador de varios obispos, fue expulsado del sacerdocio por el papa Francisco en septiembre pasado. En el 2011, había sido suspendido de por vida de sus funciones por el Vaticano tras ser condenado por actos de abuso sexual a menores cometidos en las décadas del 80 y 90 en la parroquia de El Bosque, en una zona exclusiva de Santiago.
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