La güiña (Leopardus guigna) es el gato más pequeño de América, se asemeja a un leopardo pero corresponde a la mitad de un felino doméstico, vive en siete regiones de nuestro país y diversas amenazas lo tienen vulnerable a la extinción.
Pero desde el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) anunciaron que un proyecto buscará salvaguardar su existencia de la mano de organismos como el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) y National Geographic.
Estos últimos aportaron los fondos para dar vida a la iniciativa que creó la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y que no contaba con presupuesto para poder funcionar.
“Con esta iniciativa buscamos mitigar las principales amenazas que enfrenta la güiña en la actualidad. La protección de este felino funciona como un ‘paragua’, ya que muchas otras especies se verán beneficiadas de forma indirecta por las medidas contempladas en este plan, ayudando también a la conservación del bosque templado lluvioso y esclerófilo”, indicó la científico del IEB y directora del proyecto, Constanza Napolitano.
Éste, en concreto, se llevará a cabo en las regiones de Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule, Bío Bío, Araucanía y Los Ríos.
Específicamente, detallaron, se elegirá “una localidad rural cercana a un área protegida en cada región, dado que estas comunidades ejercen una presión directa sobre zonas de alto valor para la conservación”.
Amenazas
Actualmente, la güiña enfrenta la pérdida y fragmentación de su hábitat natural -el bosque nativo- la transmisión de infecciones y enfermedades, además de ser víctima de ataques por parte de perros y gatos, a los que se suma su caza ilegal -para evitar la muerte de aves de corral- y los atropellos.
“La fragmentación y destrucción de hábitat es difícil de abordar por su gran extensión y porque tiene a muchos actores involucrados, como por ejemplo la industria inmobiliaria, que lotea parcelas de agrado y subdivide la tierra, aumentando la densidad de gente con perros y gatos en áreas rurales, o las empresas forestales, todas ellas queriendo maximizar ganancias”, lamentó Napolitano.
“Por ello es fundamental comunicarnos con cada uno de estos actores e impulsar buenas prácticas de uso de suelo para un manejo sustentable del paisaje, como conservar la vegetación en cuencas y entre parches de bosque, para convertirlos en corredores biológicos que permitan el desplazamiento de la güiña”, sostuvo la académica.
En línea con lo anterior, la instauración de subsidios para el mejoramiento de gallineros pretende “resguardar a las aves de corral, con el propósito de impedir el ingreso de la güiña y su posterior caza”, dijo.
“Cuando trabajaba en Chiloé era común escuchar que mataban a güiñas tras ser halladas en gallineros. Una vez nos llamó una persona para pedirnos que retiráramos a una que encontró en su corral y que resultó ser una cría”, recordó.
Güiña proviene del mapundungun y significa “cambio de morada” en español. Este animal es usualmente estigmatizado por ser un “ladrón oportunista”, pero lo hace ya que su hábitat está siendo depredado y explotado, lo que lo lleva a acercarse a los asentamientos humanos.