El 2016 Chile tomó la ofensiva y decidió demandar a Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, por la pugna respecto del uso de las aguas del Río Silala, cuyo flujo transita por ambos países.
Bajo ese proceso, el país altiplánico debía presentar una contramemoria al tribunal con sus argumentos al respecto. También tenía otra opción. Junto a ese escrito, podía dar curso a una contrademanda contra Chile ante la misma instancia. Pero en junio pasado dijo que había descartado esa alternativa.
“Inicialmente se ha pensado en la contrademanda, pero por recomendaciones jurídicas de carácter internacional se ha descartado”, dijo en ese entonces.
Pero el presidente de Bolivia, Evo Morales, volvió a sorprender el viernes pasado: decidió cambiar de estrategia y volver sobre su opción inicial.
En concreto, solicitó a la Corte que desestime la petición chilena y declare soberanía boliviana sobre las aguas en cuestión. “Le pedimos a la Corte Internacional de Justicia que juzgue y declare que Bolivia tiene soberanía sobre los canales artificiales, y los mecanismos de drenaje en el Silala, que están ubicados en su territorio, y tiene el derecho soberano a decidir cómo los mantendrá”, agregó el Mandatario.
Obligado por dicho escenario, el canciller Roberto Ampuero se reunirá este lunes con las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara de Diputados.
El ministro de Relaciones Exteriores desestimó los argumentos bolivianos y atribuyó esta sorpresiva respuesta de Morales a una estrategia política. “Confunde la política exterior con sus afanes políticos electorales”, recalcó Ampuero.
El espaldarazo del Congreso
Naturalmente, la posición del Gobierno chileno recibió apoyo parlamentario transversal en la previa del encuentro. El diputado UDI Issa Kort, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, se sumó a los dichos del Canciller y lamentó el perjuicio que genera la respuesta de Morales a las relaciones bilaterales entre Chile y Bolivia.
Morales usa la contrademanda para “su beneficio político propio, doméstico, personal. Y eso es muy lamentable porque termina ocupando un tema tan sensible, como es la relación bilateral con una país hermano, entre Bolivia y Chile, para fines ideológicos y políticos personales”, recalcó el parlamentario.
Aunque el país vecino asegura que la contrademanda está fundada en estudios que comprueban que el flujo de las aguas del Silala hacia Chile se da a partir de una canalización artificial realizada el siglo pasado.
Pero la unidad en Chile al respecto es firme. Desde la vereda opuesta a Kort, el diputado del Frente Amplio y presidente de la Comisión de RREE de la Cámara Baja, Vlado Mirosevic, enfatizó en que las demandas bolivianas no tienen futuro.
“Creo que Chile tiene todas las de ganar en el fallo sobre el Silala. No veo cómo Evo Morales va a poder demostrar científicamente que estas aguas no correrían de forma natural desde Bolivia hacia Chile”, recalcó.
Por su parte, el diputado Pablo Vidal (RD), geógrafo de profesión y miembro de la misma instancia parlamentaria, lamentó el afán boliviano de judicializar las relaciones entre países vecinos, pero hizo hincapié en los argumentos que podrían favorecer a Chile ante la Corte Internacional.
“Por efectos topográficos, las aguas descienden naturalmente hacia territorio chileno. Y eso está escrito en el derecho internacional como aguas internacionales”, explicó.
Pese a los gestos de confianza del canciller y los miembros de las comisiones de Relaciones Exteriores, ambas partes deberán definir la estrategia chilena para evitar un fallo desfavorable de la CIJ.
En tanto, a través de su cuenta de Twitter, el presidente boliviano también se mostró confiado. “Algunas autoridades chilenas, como no tienen argumentos jurídicos, históricos y menos medioambientales, politizan y electoralizan la contrademanda”, apuntó en un tono duro, el cual ha sido habitual durante los reiterados choques con nuestro país, desde que decidió demandar a Chile en 2013 -e incluso desde antes- para concretar el sueño más anhelado de Bolivia: una salida soberana al mar.
La fallida jugada secreta de Piñera
Si bien hoy las hostilidades son habituales, el domingo salió a la luz un episodio hasta ahora desconocido que intentó cambiar el curso de la historia respecto a la demanda marítima
En la víspera de que se conozca el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre esa pugna, se supo que existieron al menos cinco reuniones secretas entre representantes del gobierno chileno y boliviano en 2011, durante el primer Gobierno de Sebastián Piñera, con el propósito de otorgar una salida al mar al país vecino.
Según develó La Tercera, la tarea fue encargada por el propio Piñera y canciller de la época, Alfredo Moreno, al entonces ministro de Energía, Jorge Bunster.
La labor no era menor: el representante chileno debía protagonizar el último intento para buscar una solución al problema limítrofe y sostener diálogos con su par boliviano Walker San Miguel, excónsul de los altiplánicos en Chile, tras una tensa reunión entre el mandatario nacional y Evo Morales en Lima, antes de la ceremonia de asunción al mando del gobierno peruano Ollanta Humala.
Así las cosas, la primera cita entre ambos enviados se concretó en un hotel en Mendoza, donde el emisario nacional indicó que las reuniones debían mantenerse en hermetismo.
Según señaló Bunster, las negociaciones preliminares hablaban de un ferrocarril Arica-La Paz, una concesión portuaria y venta de gas, entre otros tratados.
Pero las negociaciones comenzaron a frustrarse a medida que la parte boliviana se percató que Chile no estaba dispuesto a tranzar soberanía y que lo ofrecido correspondía sólo a una solución intermedia. A juicio del enviado boliviano, al no considerarse la entrega de terrenos con autonomía, la oferta del Gobierno de Piñera debía sumar mayores elementos.
Bunster y San Miguel se reunieron otras tres veces en Arica, Calama y Santa Cruz, pero los encuentros cesaron tras no llegar a un acuerdo.
“Parece claro que los vientos internos en Bolivia van en la dirección de construir la demanda marítima. Muchos pueden constatar que ese camino es un gran error, pero ninguno se atreve a pagar el precio de oponerse”, concluyó el emisario chileno en uno de sus informes.