Sus dichos sobre el Museo de la Memoria le costaron el cargo de ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a Mauricio Rojas, tan solo 90 horas después de haber asumido tal cartera de Gobierno, en el marco del primer cambio de gabinete del segundo mandato de Sebastián Piñera.
Pero en el libro “Diálogo de Conversos”, el exsecretario de Estado compartió su visión con el actual jefe de la diplomacia chilena, el ministro de Relaciones Exteriores, el canciller Roberto Ampuero, quien también criticó el rol que tiene el recinto.
“Permíteme manifestar en este contexto algo que ya he manifestado con anterioridad: mi crítica al Museo de la Memoria, que se financia con recursos de todos los chilenos. No lo critico por los horrores de la represión que exhibe, y que debe exhibir para que no se olviden, sino por lo que no cuenta, por lo que calla”, disparó el diplomático.
“No lo critico por la justa denuncia que hace de la historia de Chile, sino por el injusto silencio que guarda ante ella”, añadió, para luego establecer que su problema con el museo es que ofrece una versión truncada de los hechos que ocurrieron previo al golpe de Estado y la llegada de Augusto Pinochet al poder.
“La debilidad ética y pedagógica del Museo de la Memoria es que cuenta una historia trágica que comienza abruptamente sin hacer referencia al Chile que destruimos entre todos a comienzos de los años setenta, a ese Chile que hemos recordado bajo este patrón epicureano desde la perspectiva de la izquierda militante”, detalló.
“Nada justifica la violación de los Derechos Humanos bajo la Dictadura, pero el Museo de la Memoria no explica bajo qué circunstancia estalló el horror que condenamos”, lamentó el canciller.
“Esa omisión, que obedece a un estilo de hacer política, que se basa en guardar silencio para eludir la autocrítica y juicios sobre asuntos esenciales, es una gran deuda que el museo tiene consigo mismo y con los jóvenes chilenos que lo visitan y buscan, no reglamentar odios y divisiones del pasado, sino algo que se aproxime a la verdad y les permita entender ese Chile que hasta el día de hoy nos sigue dividiendo de mala manera”, agregó el canciller de Piñera.
Debido a lo anterior, Rojas le respondió “más que un museo (…) se trata de un montaje cuyo propósito, que sin duda logra, es impactar al espectador, dejarlo atónito, impedirle razonar. Es una manipulación de la historia usada por quienes manejan el presente a fin de controlar el futuro”. Por ello terminó saliendo del Gobierno en menos de cuatro días.
En esa linea, Ampuero admitió sentir que en su concepción existe sólo una mirada, la cual excluye a otros puntos de vista e incluso puede generar interrogantes en sus visitantes, como pasó con miembros de su familia.
“En el diseño de ese museo hay un mal narrador, un narrador partidista e interesado. En ese sentido no es un museo nacional, es un museo de la mala memoria”, partió Ampuero.
“Llevé a mis hijos siendo adolescentes, a ver el museo porque quise que conocieran es parte de la historia de Chile. Y al final, luego del hondo impacto que les causó presenciar los testimonios de la represión y de condenarla, hubo una pregunta de ambos: ‘¿Por qué llegaron los chilenos a odiarse tanto?’. Y eso no lo explica el museo. Aclaro: no hablo de justificación, sino de explicación”, finalizó el canciller.