Con un sentimiento de “pena” dijo despedirse del poder judicial el reconocido ministro de la Corte Suprema, Carlos Cerda, por los temas pendientes como el Servicio Nacional de Menores (Sename), el hacinamiento en las cárceles, la violencia en la Araucanía o la situación de los migrantes, entre otros.
El magistrado dejó su cargo al cumplir 75 años, la edad límite para integrar el tribunal máximo del país.
En 1986, en plena dictadura, casi fue expulsado del poder judicial por intentar “hacer justicia” al procesar a violadores de los derechos humanos por encima de la Ley de Amnistía.
En su último día, tras casi 50 años como juez, Cerda confidenció que la Corte Suprema no sólo debe fallar, sino que también hacer política y proponer soluciones para los conflictos que afligen al país.
En agosto de 1986, el ministro dictó cargos por el secuestro de la cúpula del Partido Comunista y el MIR en contra del excomandante en jefe de la FACH, el general Gustavo Leigh, y 39 efectivos del Comando Conjunto.
Cerda recordó que su decisión le significó clasificar en lista cuatro, es decir, ser expulsado del Poder Judicial, lo que revirtió con un perdón ante sus superiores.
Hoy cree que fue problema de él, que no pudo convencer que el derecho estaba de su parte.
Además, Cerda fue ministro de fuero en el Caso Riggs, donde se investigó el origen del patrimonio de Pinochet.
Fue el 4 de octubre de 2007 cuando Cerda procesó y encarceló a la viuda de Pinochet, Lucía Hiriart, junto a sus hijos, por malversación de caudales públicos.
En tanto, mañana es el turno de otro ministro histórico de la Corte Suprema, Milton Juica, quien investigó el caso de los militantes comunistas degollados en marzo de 1985, y quien también cumple el límite de edad para integrar el alto tribunal.
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