La madrugada de este sábado, María Paz Valenzuela, deportista de 54 años de edad, se convirtió en la quinta mujer chilena en llegar a la cumbre más alta del planeta, el
Everest, en un ascenso lleno de simbolismo. Fue diagnosticada de cáncer de mamas hace un año.
Sus dos hijas, Natalia y Elisa Jordán, han sido el núcleo fundamental de la expedición. “Lo más maravilloso es que mis hijas, que desde siempre han estado relacionadas al mundo de la montaña, se hayan sumado a esta expedición femenina”, indicó María Paz antes de iniciar esta aventura.
Mientras Natalia se hizo cargo de la logística, Elisa se encargó de las comunicaciones y difusión de todas las etapas del ascenso al Everest. Desde Chile la acompaña emocionalmente otra mujer, su médico tratante, la doctora Jamile Camacho, especialista del Centro de la Mamas de Clínica Alemana, quién reaccionó con total alegría esta mañana al conocer la noticia.
“Junto con invitar a las mujeres a realizarse los exámenes radiológicos como la mamografía anualmente desde los 40 años, o antes si existen antecedentes familiares para lograr detectar esta enfermedad precozmente disminuyendo su mortalidad, el proyecto de María Paz también es una señal de esperanza para muchas mujeres que han sido diagnosticadas y estuvieron, o están, en tratamiento”, indicó la doctora Camacho.
Valenzuela asumió este desafío con una clara convicción: “hay una deuda con esta enfermedad, y al preguntarme desde dónde hacer mi aporte, y ya que me gusta subir cerros, inventé un proyecto que uniera ambas cosas: el Everest causa el suficiente impacto como para decir: yo tuve cáncer, hice mi tratamiento completo y salí adelante”, nos dijo antes de partir.
Se trata de una ambiciosa iniciativa que la conecta a su larga relación con este deporte –que nació en la universidad y la llevó en 2017 rumbo a las cumbres del Aconcagua y el Denali (la más alta de Norteamérica)–, sino también de un proyecto familiar que apoyan dos de sus hijas y, sobre todo, de la partida de una campaña de salud inédita en nuestro país.
“No tengo antecedentes familiares y hasta ese momento era un tema absolutamente desconocido. Pero me tocó, al igual que a muchas mujeres. Me detectaron el cáncer en mayo del año pasado, lo cual finalmente resultó en una cirugía de mastectomía total y un tratamiento de quimioterapia en ocho sesiones que terminé en diciembre”, detalló.
En este trance que define como “muy difícil, muy íntimo y muy personal”, ella asumió el proceso de recuperación buscando “la manera de encontrar el lado más bueno a todo esto, y empecé a investigar sobre esta enfermedad y las causas que la convierten en la primera causa de muerte de mujeres por cáncer en Chile, a un ritmo de entre tres y cuatro al día, que son demasiadas”.
Hoy su victoria es el símbolo de la batalla que muchas mujeres dan en contra de esta enfermedad, que pese a lo duro de la batalla, puede ser derrotada.