La próxima semana, la iglesia chilena sostendrá una reunión clave, que tendrá la atención de todo el mundo. De lunes a jueves se desarrollará un encuentro con el Papa Francisco en el Vaticano, para analizar los abusos sexuales cometidos por sacerdotes.
Varios esperan la salida de la mayoría de los obispos, aunque el proceso tiene ciertas complejidades.
El obispo de Osorno, Juan Barros, ha mantenido silencio durante los días previos y de hecho tuvo en el último tiempo complicaciones de salud por un cuadro de estrés, según sus cercanos. Es uno de los protagonistas de la historia que tendrá lugar en el Vaticano.
El sacerdote llega este sábado a Roma, pero no lo hará solo, lo acompañará el sacerdote jesuita español Germán Arana, quien es muy cercano al Papa, y quien habría tenido un rol importante en el nombramiento de Barros en Osorno a pesar del malestar que generaba.
El vocero de los laicos de Osorno, Juan Carlos Claret, dijo que Arana es alguien que podría ser cuestionado por la defensa que hizo de Barros incluso a nombre del Papa en 2015, y dijo esperar que se clarifique su presencia en el Vaticano. “Es una persona que tendría que estar rindiendo cuentas”, dijo.
Las expectativas más altas proponen la expulsión de todos los obispos cuestionados de sus cargos, principalmente el círculo de hierro del cura Fernando Karadima, apuntados como encubridores, como el mismo Barros, el obispo de Talca Horacio Valenzuela, el de Linares Tomislav Koljiatic, y el obispo auxiliar de Santiago Andrés Arteaga.
El teólogo Antonio Bentué considera que son esos obispos, formados en El Bosque, quienes buscaban el poder, siendo eso lo que se debe cambiar en la renovación de nombres. Consideró que sacerdotes como Felipe Berríos y Mariano Puga aportan más como voz critica dentro de la misma iglesia y resaltó la importancia de la participación de los laicos en el nombramiento de obispos.
Los laicos de Talca, en tanto, enviaron una carta al Papa, en la que piden mayor participación del laicado, además de cargos de mayor responsabilidad para mujeres. En la misiva también cuestionan la conducción del obispo Horacio Valenzuela.
Uno de los mayores problemas es que los obispos removidos de sus cargos deben ser reubicados en cargos menores, por ejemplo, como obispos auxiliares, pues no cometieron el delito directo de los abusos como Karadima, ni tampoco hay cargos canónicos ni civiles sobre ellos.